Colaboración inteligente

Ya lo decía la revista Time cuando declaró que la persona del año en 2006 era usted. Las multitudes son inteligentes y se están organizando. En este momento, millones de personas en todo el mundo están creando y compartiendo contenidos (artículos, vídeos, fotos) a través de Internet, gracias a proyectos como Wikipedia, MySpace, Flickr, Linux, YouTube o Second Life. Y esta nueva Web 2.0 -en la definición más popular del concepto de la Red colaborativa- está teniendo importantes efectos en la organización de las empresas. Aunque la organización jerárquica típica de la estructura empresarial no ha desaparecido, las compañías globales ya no pueden ignorar "la aparición de nuevos y potentes modelos de producción basados en la comunidad, la colaboración y la autoorganización, y no la jerarquía y el control", según explican los autores en la introducción de este libro.

Don Tapscott y Anthony D. Williams trabajan en New Paradigm, una firma de consultoría estratégica estadounidense fundada por el primero. Este libro se basa en un proyecto de investigación realizado en esta compañía, con un presupuesto de nueve millones de dólares y un resultado de 100 informes patentados por quienes los pagaron. En todo caso, los autores han querido compartir algunas de las conclusiones de esos informes, para tratar de comprender cómo esta nueva Internet está transformando el mundo de la empresa, y ofrecen ejemplos de compañías innovadoras en este terreno.

El libro se abre con un caso muy curioso. Rob McEwen, presidente ejecutivo de Goldcorp -una pequeña empresa canadiense dedicada a la explotación de minas de oro-, sabía que su empresa estaba a punto de morir. Acosada por las deudas y los costes de producción, la compañía buscaba desesperadamente pruebas de nuevos depósitos de oro en la zona en que trabajan, pero no tenían el dinero para hacer prospecciones. El ejecutivo había oído hablar de Linux, el sistema operativo de libre modificación y distribución, creado y gestionado por cientos de miles de programadores voluntarios de todo el mundo. Así que puso en marcha lo que llamó el desafío de Goldcorp, dotado con un premio de 75.000 dólares para quienes ofrecieran estimaciones sobre dónde se podría encontrar la próxima tonelada de oro. Más de mil geólogos de 50 países respondieron, y localizaron 110 objetivos en la zona de explotación de la compañía. Goldcorp descubrió 200 millones de gramos de oro, y la compañía ha pasado de facturar 100 millones de dólares a 9.000 millones.

El ejemplo de Goldcorp es espectacular, pero hay muchas otras empresas -como Procter & Gamble, que pidió a los usuarios de YouTube que hicieran un anuncio de Doritos para la Superbowl- que se están beneficiando ya de esta oleada colaborativa. También es verdad que hay muchas otras que la están sufriendo. Los consumidores se han convertido en prosumidores, en palabras de los autores, y ejercen su capacidad de crítica hasta el punto de convertir sus blogs o diarios personales en atrios desde donde desmontan productos o empresas.

El desafío que representa esta nueva Internet es aún difícil de precisar, y es probablemente aventurado afirmar, como hacen los autores, que esta nueva forma de organización "acabará sustituyendo a las estructuras empresariales tradicionales como principal motor de creación de riqueza de la economía". Pero sí es cierto que su importancia no dejará ya de crecer.