La revolución desdichada
Carlos Fuentes inaugura con una lección magistral un encuentro sobre el bicentenario de las independencias hispanoamericanas
Cuando ya se acercaba al final de su vertiginoso recorrido por los complejos y contradictorios episodios de las independencias de las que fueran las colonias americanas de la Corona española, el escritor mexicano Carlos Fuentes recordó una sencilla pregunta que, acaso, fue la que desencadenó hace dos siglos aquella gran crisis y que, por desgracia, sigue vigente hoy: ¿cuándo comemos? Ése fue el problema que movilizó en México a las masas que se alzaron, bajo el mando de los humildes curas Morelos e Hidalgo, contra los gachupines, y ése sigue siendo el problema hoy de las distintas naciones hispanoamericanas.
Todo ocurrió entre 1810 y 1824, y ocurrió en lugares separados por miles de kilómetros (los actuales México, Argentina, Chile, Venezuela, los países de la América central...). El entusiasmo encendió el coraje de los que lucharon por inventarse un futuro distinto. Luego vino la decepción. Y Fuentes recordó entonces al historiador Luis Villoro, que había tratado el proceso de independencia como una revolución desdichada. Lo hizo ayer al inaugurar en la Casa de América de Madrid el coloquio sobre el bicentenario de las independencias hispanoamericanas, que ha organizado la Cátedra Cortázar con el apoyo de otras instituciones, y que sigue hoy con tres grandes debates en los que participan especialistas de este y del otro lado del Atlántico.
Fue el periodista y escritor Juan Luis Cebrián, consejero delegado del Grupo PRISA, el encargado de presentar a Carlos Fuentes, y fue rotundo: "Es hoy el intelectual hispanohablante de mayor envergadura e influencia de cuantos se prodigan en las tribunas". Antes se había referido a los procesos de independencia de los actuales países hispanoamericanos para mostrar la extrema complejidad del fenómeno. "El fracaso del liberalismo en España, el triunfo del casticismo nacionalista frente a las tropas napoleónicas, la derrota de los liberales en Cádiz y el posterior retorno al absolutismo, constituyeron un punto de no retorno para las ambiciones de los revolucionarios de las colonias", dijo.
Carlos Fuentes empezó por subrayar que la revolución fue no sólo "contra España", sino también "contra las insuficiencias y carencias de nuestra vida", y contó que las cosas se precipitaron a partir de 1810, pero que venían de lejos, y recordó a Tupac Amaru y a los montoneros de Nueva Granada. Analizó las contradictorias razones que alentaron la independencia y subrayó ese complicado momento en que los libertadores tuvieron que empezar a inventarse el futuro que vino después.
Un futuro que reveló pronto los profundos desequilibrios que pesaban en las nuevas naciones hispanoamericanas y que se tradujo en experiencias fallidas, dictaduras y la música de fondo que no dejó de sonar nunca: la pobreza. Así que cuando se preguntó cómo había que celebrar este bicentenario, se respondió apoyando la iniciativa del ex presidente chileno Ricardo Lagos, que, ya en 2001, señaló que era imprescindible incorporar a la ciudadanía y que tenía que traducirse en realidades: nuevas infraestructuras, protección del medio ambiente, resurrección de las ciudades y un amplio programa educativo y cultural. "No se puede negar el pasado", dijo Fuentes, pero hay que enfrentarse al futuro con "la razón". Para llenar cuanto antes un vacío que podría ocupar cualquier "iluminado de balcón" y para resolver esa vieja pregunta: ¿cuándo comemos?
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