Un primoroso ejercicio de equilibrios
Un palmarés es un complicado juego de alquimia: tiene que incluir en su lista de cintas galardonadas a todas las que se lo merecen, aunque sea por conceptos dudosos. El de Cannes 2007 es ejercicio de equilibrio prodigioso. La Palma de Oro, para la cinta rumana 4 luni, 3 saptamani si 2 zile (4 meses, semanas y 2 días) es justa al tiempo que arriesgada. Cristian Mungiu, su director, vuelve, en esta su tercera película, a los últimos años de la Rumania de Ceaucescu y, a través de un caso de aborto ilegal -Ceaucescu prohibió el aborto en 1966 para favorecer el boom demográfico-, nos muestra el infierno de una vida cotidiana en la que todo es falso, en el que hay un abismo entre el país oficial y el país real. La cinta de Mungiu es dura y arriesgada, su realización sigue una línea muy clara sin necesidad de subrayar nada.
La Palma de Oro al filme rumano ha dejado sin premio de interpretación femenina a Anamaria Marinca. El reconocimiento ha sido para la coreana Jeon Do-yeon, también espléndida en el melodrama Rayo de sol secreto. Y ha relegado Auf der anderen seite, del germano-turco Fatih Akin, a la categoría de mejor guión, una solución que no es mala para una historia que trama el azar como una novela de Paul Auster. El filme habla de la difícil coexistencia de culturas, de las barreras y los lazos entre Turquía y Alemania. Auf der anderen seite es una película exigente pero accesible, que puede interesar a un público amplio y de haberse llevado la Palma de Oro -no habría sido ninguna injusticia- hubiera ayudado a renovar el prestigio del festival y de su palmarés.
Bella cinta japonesa
El gran premio del jurado acostumbra a ser para obras de gran exigencia artística pero de difícil explotación comercial. Se trata de ayudar a su existencia. Y es pues pertinente que la elección haya recaído en la japonesa Mogari no mori, de Naomi Kawase, una muy bella y contemplativa cinta sobre cómo sobreponerse al dolor ante la muerte de un ser querido y volver a encontrarle sentido a la vida. Un premio especial, el de los 60 años del festival, fue Paranoid Park,obra meno pero excelente, y para su autor, Gus Van Sant.
El premio al mejor intérprete masculino para Konstatin Lavronenko lo es, sobre todo, a una película potente, Izgnanie, mientras que los destinados a Julian Schnabel -puesta en escena-, Persepolis -la cinta más aplaudida del certamen- o a Stelle licht lo son al riesgo e inventiva estética. Por último señalemos que una producción francesa Meduzot realizada por dos israelíes se ha llevado la cámara de oro al mejor debut.
Hay tres ausencias notables en los premios: las de Zodiac, No country for old men y Alexandra. Contra las dos primeras debe haber pesado el que sean producciones que no necesitan de los premios para existir, contra la tercera la falta de una posición política clara de su realizador, Alexander Sokurov, que habla de la guerra en Chechenia casi como de una maldición divina de la que los hombres no son responsables.
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