Pekín abre un camino
La capacidad expansiva de la economía china no se manifiesta sólo, ni siquiera principalmente, en su capacidad de crecimiento del PIB, que viene aumentando a tasas anuales del 9% y 10% durante los últimos años. Su fuerza principal actúa a través de una capacidad de inversión masiva en el exterior, de la que se tienen cumplidas noticias en África y América Latina. Resulta que China dispone de unas reservas de 1,2 billones de dólares, el 60% de esa cantidad en bonos del tesoro norteamericano. Diciéndolo claro, China es el principal financiador del déficit exterior estadounidense. Por tanto, la decisión de invertir 3.000 millones de dólares (2.240 millones de euros) en el fondo de capital riesgo Blackstone es un movimiento de especial significación que preludia cambios de cierta profundidad en el panorama financiero internacional. El efecto inmediato será convertir a Blackstone en la estrella de la Bolsa neoyorquina, a la que tiene previsto salir en las próximas semanas.
La importancia de la decisión china radica también en su carácter innovador y rupturista respecto a las prácticas financieras comúnmente seguidas. Es la primera vez que la autoridad monetaria de un país se decide a invertir en activos u operaciones que no sean los consabidos bonos del Tesoro. China ha enviado a los bancos centrales el mensaje de que se pueden invertir divisas en activos más rentables, aunque sean más arriesgados; y que la gestión de las reservas no tiene por qué limitarse a las prácticas conservadoras y bien poco rentables que se siguen al pie de la letra con el criterio único de la prudencia. De hecho, las autoridades chinas piensan crear una agencia que se ocupe de sacar el máximo partido a la rentabilidad de sus excedentes financieros.
Por descontado, la iniciativa china puede tener seguidores. Otros bancos centrales pueden decidirse en favor de un poco más de riesgo a cambio de un poco más de rentabilidad. Para los mercados internacionales, es una advertencia clara de la capacidad que tiene Pekín para influir en el sistema financiero internacional. Basta con imaginar las consecuencias de una inversión diez o veinte veces superior a la que ha realizado en Blackstone para entender la seriedad del mensaje. Por estas razones, es hora ya de que China sea admitida en el G 7 y con una posición permanente en los órganos de dirección de las organizaciones multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
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