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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Abandono escolar

Los jóvenes que dejan de estudiar tras cumplir la etapa de escolarización obligatoria son cada vez menos, según se desprende de los datos de la Encuesta de Población Activa que hizo públicos el Gobierno hace unos días. Sólo en los dos últimos años el abandono escolar se ha reducido en 130.000 jóvenes, una cifra que parece significativa por primera vez desde que se viene intentando combatir el fenómeno.

Estos datos resultan esperanzadores, ya que muestran un cambio de tendencia positivo para el sistema educativo. Sin embargo, no hay que olvidar que España sigue a la cola de la Unión Europea en abandono escolar. La media comunitaria está en 15,2% y el porcentaje de alumnos españoles que se quedan en el nivel de estudios de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO), o incluso inferior, es del 29,9%.

El abandono escolar prematuro es uno de los cinco indicadores más relevantes para medir la temperatura de un sistema educativo, según considera la UE. A mayor nivel de estudios de la población, más posibilidades de desarrollo a todos los niveles. José Luis Rodríguez Zapatero se propuso al inicio de la legislatura lograr el objetivo marcado por la UE para 2010, consistente en que el 85% de los jóvenes tenga el título de bachillerato o formación profesional. Al ritmo actual es altamente improbable que se cumpla, aunque se esté caminando en la buena dirección.

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Una de las principales medidas que ha hecho posible este cambio de tendencia han sido los programas de refuerzo, dirigidos a los alumnos con más dificultades para aprender y a los que necesitaban una base de técnicas de estudio para seguir avanzando. También ha influido el incremento de la cantidad y cuantía de las becas dirigidas a los estudiantes de educación posobligatoria de familias con rentas bajas y los planes que han desarrollado las comunidades en institutos para convencer a los chicos de que es mejor que sigan estudiando.

Pero, sin duda, lo más relevante ha sido el cambio de discurso político que representan estas medidas. Un discurso que pone el énfasis en el apoyo al alumno y a las familias, y no en ofrecer alternativas fuera del sistema a los que van peor, como hicieron Gobiernos anteriores. Aunque tampoco habría que olvidar que los avances no se producen sólo con medidas adecuadas; es necesaria, además, una apuesta presupuestaria relevante. Por ello, sería conveniente dar un mayor impulso al gasto público educativo que, aunque se ha elevado, sigue representando el 4,3% del PIB, muy por debajo de 5,2% de la media europea.

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