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Feria de San Isidro

"El toro era muy bruto, pero que muy bruto", dice López Chaves

No se ha escuchado un ole en toda la tarde. La frialdad ha sido la tónica imperante y también parecía traslucirse en las sensaciones que los los diestros han experimentado ante sus propias obras. Había también frialdad en las palabras y hasta un tono de cierta autocrítica en lo que pensaba Domingo López Chaves sobre lo hecho en su primer enemigo, al que le ha propinado un importante sartenazo a la hora de entrar a matar: "Sólo cabe lamentarse. Bien sabe Dios que no quería pegar un espadazo así". Aunque la falta era tan evidente que no había manera de justificar aquello. Sobre este primer enemigo, que tenía poco que ver con lo que suele echarse a los lomos el salmantino, ha comenzado el tono monocorde de las declaraciones de todos los toreros esta tarde: "El toro tenía bondad y nobleza pero no ha tenido transmisión".

El comportamiento de su segundo ha sido distinto, y por ello sus palabras han variado algo el sonsonete: "Yo tenía ilusión por quedar bien en este último y había que estar ahí. Pero al toro no le he visto nada bueno. Buscaba los tobillos y era muy bruto, pero que muy bruto. Estaba como descordado". Con la espada vuelve a entonar el mea culpa: "Desde luego que tengo que afinar con la espada".

Indiferencia

Se advierte enseguida en los tendidos cuando hay toro o cuando no hay toro en el ruedo. Un sentimiento generalizado de indiferencia se extiende entre los espectadores como si la cosa no fuera con ellos. Eduardo Gallo no ha debido sentirse muy acogido por el público a medida que toreaba. Vuelve a entonar la salmodia inevitable de esta tarde al juzgar su propio comportamiento en el primero: "El toro ha durado demasiado poco. Yo creo que le he hecho las cosas bien, pero se ha acabado muy pronto". Además, el aire le ha molestado: "Cuando dejaba de hacer aire y ponía la muleta, el toro repetía". Vuelta a lo mismo en su segundo: "El toro ha tenido clase pero no ha durado nada. En la segunda tanda se ha acabado. He intentado dejar claro que no se me puede achacar nada a mí, que me dijeran que el que no quería era yo". Y remata con un punto de humildad cuando un reportero le interpela sobre el modo de encajar las críticas: "Entiendo que a veces me digan cosas, porque sé que lo hacen para que mejore. Esas cosas se agradecen porque se hacen con buena intención".

La paciencia del personal iba agotándose a medida que se iban devolviendo toros. En otros tiempos, algunos sectores casi hubieran quemado la plaza ante la presencia de astados similares. Eso que vamos ganando. Capea afronta la incomodidad del respetable con madurez: "Sabía que el toro se me iba a acabar pronto y es una pena, porque me hace falta un triunfo como el comer". En el que cerraba plaza, lo tenía claro: "Lo primero que hay que ganarse es el respeto del público, y eso creo que lo he conseguido. Hay que esperar que después vengan los triunfos".

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