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Reportaje:

La lucha obrera de la Virgen María

Erri de Luca narra en clave bíblica una historia de amor en 'En el nombre de la madre'

Francesco Manetto

A finales de los sesenta decidió que su vida no se convertiría en una "mesa puesta". Erri de Luca (Nápoles, 1950) abandonó su ciudad, renunció a un futuro acomodado, fue militante de la "izquierda revolucionaria" italiana, obrero de Fiat, albañil, camionero... Hoy es uno de los escritores más leídos en Italia y Francia. "A los 20 años me dije 'nunca más', y creo haber sido fiel a mi propósito", explica. Y precisamente un asunto de fe le ha traído a Madrid. Esta semana, De Luca ha presentado En el nombre de la madre (Siruela), una novela que cuenta, en clave bíblica, el embarazo de Miriam y el amor de su esposo, Iosef (nombres homólogos a María y José en la tradición hebraica).

"Es una niña sola contra el mundo que desafía sus leyes y es considerada adúltera"
"He experimentado el odio político que ha sufrido mi generación"

"Es la historia de una chiquilla de 14 años que, en tan sólo un instante, se convierte en otra criatura. Y la misión que le ha sido encomendada desencadena en su interior una fuerza que Iosef llama 'gracia', pero en realidad es una fuerza de lucha, de combate", apunta el escritor, que aprendió hebreo de forma autodidacta y ha traducido algunos libros del Antiguo Testamento. Miriam, definida también como "obrera de la divinidad", "se queda sola contra el mundo, desafía sus leyes, y es considerada una adúltera. Incluso su marido duda, al menos una noche", explica. "En cambio, ella, que es una mujer, no duda nunca de ese mensaje".

El autor la llama "aceleración". Es la faceta de las historias humanas que más le apasiona. Miriam, según los evangelios de Mateo y de Lucas, de repente vive esa aceleración a raíz de la anunciación. "Es el momento más intenso, cuando la vida corre más rápido y te enfrentas al mayor riesgo". De Luca también experimentó en su propia piel ese soplo vital en los años setenta. Entonces fue miembro del grupo de izquierda radical Lotta Continua (Lucha Continua), en que compartió sueños e ideales con decenas de jóvenes de la futura clase dirigente. "Fueron años de aceleración de toda la vida civil italiana. Pero también fueron los años en los que los obreros se lo pasaron mejor que en cualquier otra sociedad occidental; rompieron los clásicos mecanismos de mando, se convirtieron en sujetos políticos, adquirieron dignidad social y conocieron también su mejor fortuna sexual. Lo cual forma parte de un pack de sosiego general", apunta. Sin embargo, De Luca se hizo obrero justo cuando se disolvió Lotta Continua, en 1976. "Había que trabajar, y yo no sabía hacer nada en concreto... Pero después empecé a viajar: París, Milán, África...", recuerda.

La prosa de En el nombre de la madre, como viene siendo habitual en las novelas de Luca, es esencial, sin adornos; de alguna manera, se parece a sus vivencias. Cuando trabajaba en la construcción, o en las fábricas, se levantaba cada mañana una hora antes de lo necesario para estudiar hebreo. Todo, para dar un sentido a sus jornadas. "Esas lecturas matutinas daban consistencia a las horas de trabajo que me esperaban. Alguna palabra se me quedaba en la cabeza, y yo le daba vueltas como si fuese el hueso de una aceituna. Para mí, el estudio tenía un sentido físico, me ayudaba a vivir", cuenta.

El hebraico, un cuento de inspiración bíblica, la fe... Pero De Luca se declara "no creyente". "Mi encuentro con la Biblia fue casual. Me interesó porque no la considero literatura, en el sentido comercial. La literatura siempre quiere acercarse al lector, cautivarlo. A esas historias parecía que no les importaba el lector", explica el escritor, que empezó a publicar porque una amiga le fotocopió un cuento y lo envió a la editorial Feltrinelli. "A lo largo de mi vida he visto sólo la huella de la fe, como alguien que va al bosque y reconoce la huella de un oso, pero no ve el oso", comenta. "He sido chófer de convoyes humanitarios que llevaban ayudas a Bosnia durante la guerra. Allí había creyentes con una fuerte impronta de fe. Antes no la había visto".

El autor de Tres caballos o El contrario de uno escribió también Tras la huella de Nives, un libro dedicado al alpinismo, su gran pasión, y conserva el compromiso que ha caracterizado su vida. De Luca está representando en los teatros italianos un espectáculo con acompañamiento musical llamado Don Quijote y los invencibles. "Los auténticos invencibles, como Don Quijote, no son los que ganan siempre. Son los derrotados, los vencidos que siempre caen y vuelven a ponerse en pie. Por ejemplo, los emigrantes de hoy día", comenta. "Yo no soy un ex algo, no puedo separarme de mi pasado, de mis elecciones... Escribir, así como leer, es una buena manera de hacerse compañía, pero por encima de eso está el amor, o el odio".

¿Ha odiado alguna vez? "He conocido el odio, civil y político. No he odiado mucho. No soy un sentimental, pese a ser de Nápoles. Aunque sí he experimentado el odio político que ha sufrido mi generación".

Erri de Luca, el jueves en Madrid.
Erri de Luca, el jueves en Madrid.BERNARDO PÉREZ
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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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