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Reportaje:

Las palabras conquistaron el atardecer

Las 350 actividades de la Segunda Noche de los Libros reúnen a miles de personas

A Manuel le ha caído un libro del cielo: La fortuna de los Rougan, de Emile Zola. "No me voy a quedar tres horas aquí a leerlo, pero me ha gustado el inicio, y me lo voy a comprar", dice. La lluvia de libros también le tocó a Kristin Gore. La hija del ex vicepresidente de los Estados Unidos participó anoche en la Segunda Noche de los Libros, y contemplaba entusiasmada los ejemplares colgantes de la calle de Fuencarral.

Letras, música y tertulias se mezclaron en más de 200 espacios abiertos al público
Sophie, hija del escritor Paul Auster, cautivó en su concierto en la Real Casa de Correos

"Me encantaría encontrar algo así en Estados Unidos, me estoy inspirando", comentaba mientras echaba un ojo a alguno de los libros, que colgaban de un hilo. Gore presentó ayer La colina de Sammy, un libro que, en clave de comedia, recorre las intrigas políticas de Washington.

Miles de personas acudieron ayer a los 350 encuentros con más de 600 escritores, músicos y artistas, organizados por la Consejería de Deporte y Cultura de la Comunidad de Madrid, para celebrar el Día del Libro. El presupuesto: 1,2 millones de euros.

Desde las cuatro de la tarde y hasta las dos de la madrugada, lectores y curiosos abarrotaron los cerca de 200 espacios -cafeterías, 120 librerías, teatros...- que participaron en el programa.

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El Café Comercial de la glorieta de Bilbao recordaba, a las cinco de la tarde, el ambiente de los históricos café-tertulia. La escritora uruguaya, Carmen Posadas, el escritor y guionista Fernando Marías y Espido Freire, hablaron de "las cosas que nunca se deberían decir en una mesa redonda". Por ejemplo, de esta provocación: "¿Qué pasaría si alguien pusiera una pastillita en el agua de Madrid que le hiciese crecer la nariz a todos los que hace dos años dijeron que habían leído El Quijote?", preguntó Marías.

Quien sí leyó El Quijote fue el premio Cervantes Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931), que por la mañana inició la lectura continuada de la obra. "Intentar cambiar el mundo con la poesía es loable, pero nunca ha pasado y creo que no pasará", aseguró por la tarde en un encuentro con estudiantes en el Círculo de Bellas Artes, en el que reconoció que su nieta Cecilia "ha sido una sorpresa a una edad en la que no se espera nada". Pero la edad, también le da a uno las tablas suficientes: "No sólo aceptaré preguntas, sino también reproches, críticas y, con un poco más de dificultad, halagos", dijo para abrir el acto el poeta asturiano.

Y a propósito de espera, ayer madrileños y turistas no tuvieron que aguardar, como otras veces, para asistir a los encuentros con sus autores favoritos. Sin embargo, decenas de personas, jóvenes y menos jóvenes, esperaban pacientemente a que Javier Marías les autografiara unos ejemplares en la librería Méndez. Una abarrotada sala de la Consejería de Cultura y Deportes escuchó en silencio y desafiando las altas temperaturas las palabras del noruego Jostein Gaarder. El autor de El mundo de Sofía defendió el cuento ante los videojuegos como un "virus contra el que no hay vacunas ni remedios". "Estoy seguro de que las historias, los relatos y los cuentos sobrevivirán mientras tengamos todos aliento para hablarnos los unos con los otros. Un ejemplo es Japón, la patria de la tecnología, donde se siguen leyendo libros", apuntó emocionado y con seguridad el novelista.

Y de narraciones, orales, escritas y musicales, parecían ayer empaparse los asistentes a la noche de los libros. Tras escuchar a la estadounidense Tess Gallagher, viuda de Raymond Carver, el mexicano Arturo Marcial apuntó: "Y ahora un poquito de jazz. Es lo bueno de Madrid. Tiene una oferta cultural amplia y barata". Satoru Yamada, estudiante japonés de doctorado de cine español, ayer quiso presenciar una charla entre la escritora Rosa Montero y la cineasta Icíar Bollaín. Las dos hablaron del nacimiento de los personajes, que pueden sorprender al narrador y contarles historias insospechadas y a la vez convertirse en una especie de espejo del autor.

Las más de 120 librerías de la región que participaron en la kermesse literaria permanecieron abiertas hasta las doce de la noche. Y, como la librería Paradox, en la calle Santa Teresa, se convirtieron, en horario poco habitual, en un punto de encuentro de amigos de la lectura. Javier Lasa, titular de la librería, explicó: "El año pasado esta iniciativa funcionó, aunque en realidad no aumentaron mucho las ventas. Fue más bien una ocasión para estar juntos", decía ayer por la tarde, al lado de un pequeño escenario en el que un cuarteto de música jazz se preparaba para ofrecer un concierto.

Los libros se convirtieron ayer también en una herramienta solidaria. En la Cuesta de Moyano el Ayuntamiento puso a disposición de los asistentes unos 4.000 ejemplares de 20 títulos distintos. Estos libros se adquirieron por un euro, que será destinado financiar a la ONG Solidarios para el Desarrollo.

Más engalanados iban, en cambio, los espectadores que anoche asistieron al concierto de otra hija del arte, en la Real Casa de Correos: la cantante Sophie Auster, hija del reconocido novelista estadounidense Paul. Con letras propias, y algunas de inspiración paterna, Sophie se presentó con el grupo One Ring Zero, ante un expectante público que llenó la improvisada sala. Tras superar los problemas con la acústica, con The last poim llegó el auge de la velada. Sophie se mostró encantada de "celebrar el día del libro en Madrid" y, con varias referencias a su padre, le convirtió en protagonista de una noche en la que las letras bailaron en sintonía con la música.

Una mujer lee uno de los libros de la instalación montada en la calle de Fuencarral con motivo del Día del Libro.
Una mujer lee uno de los libros de la instalación montada en la calle de Fuencarral con motivo del Día del Libro.ULY MARTÍN

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