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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Conthe debe dimitir ya

La extravagante decisión del presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Manuel Conthe, de dimitir con la condición de que pueda explicar sus motivos ante la Comisión de Economía del Congreso se está convirtiendo en una tragedia de daños incalculables para la marca internacional de España. Ayer, después de que el vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes, oficializase la evidente "pérdida de confianza" del Ejecutivo en el presidente del organismo regulador, el Consejo de la CNMV acusó a Conthe de arrastrar a la institución "a un régimen de interinidad que compromete su normal funcionamiento". Poco después, Conthe, ya en guerra abierta con su propio consejo, insistía en que el Congreso tiene que oírle, anunciaba que pedirá la dimisión de su vicepresidente, Carlos Arenillas, y defendía que la CNMV debe ser controlada por el Parlamento y no por el Gobierno (cosa que nadie ha planteado).

Hay instituciones, reguladores del mercado o bancos centrales que por su importancia para el buen funcionamiento de un país requieren de una especial capacidad técnica, gran discreción y excelente oficio. Sus funcionarios deben saber guardar las formas. Sus responsables, medir las palabras y administrar sus silencios. Resulta por ello inaudito y especialmente grave, por no decir grotesco, que el Consejo de la CNMV tenga que pronunciarse sobre una situación que desprestigia al organismo y que ha sido creada únicamente por su presidente, una situación impensable en ningún país serio de nuestro entorno. Tiene toda la razón el órgano colegiado cuando rechaza el empecinamiento de Conthe en una dimisión condicionada. Se trata de una grave manifestación pública que comienza a sentar los argumentos necesarios para demostrar la incapacidad de Conthe para dirigir la CNMV.

Se puede discutir si resultaría preferible que el presidente de la CNMV lo eligiera el Congreso o no. Pero una cosa bien distinta es que su discurso se convierta en audición obligada en el Parlamento. Dice Conthe que "cuando la política industrial del Gobierno entra en potencial conflicto con las normas del mercado de valores es comprensible que el punto de vista de la CNMV, de su presidente o de algunos miembros de su Consejo pueden no ser del agrado del Gobierno": no consta que tal cuestión esté sobre el tapete. Sí lo está el enfrentamiento de Conthe con su Consejo, causado por la cadena de arbitrariedades que ha permitido o propiciado al hilo de la larga batalla por Endesa.

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Conthe ha enredado tanto la madeja que si no dimite será obligatorio destituirlo. Ya ha dejado en ridículo al vicepresidente Solbes y se dispone a hacer lo mismo con el presidente de la Comisión de Economía, Antonio Gutiérrez. Y parece dispuesto a inmolarse entre invocaciones a grandes y solemnes principios para demostrar que sólo él es independiente y objetivo. Acometido por un ataque de fundamentalismo de sí mismo, no entra en sus previsiones reconocer equivocación alguna. Una actitud sumamente perniciosa en un alto funcionario. Ya ha dañado lo suficiente a la CNMV y a la imagen de este país en el exterior como para que siga haciéndolo un solo día más.

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