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Tribuna:DISCRIMINACIÓN E INCAPACIDAD
Tribuna
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Destruyendo mitos de la economía andaluza

Hace unos días se presentó en el Centro de Estudios Andaluces el libro 25 años de autonomía en Andalucía, en el que, entre otros, figura un capítulo elaborado por los profesores Atienza y Patiño, junto con el que suscribe, cuyo contenido puede resultar interesante para aclarar algunos de los mitos acuñados durante los últimos tiempos en relación con la economía andaluza.

Por ejemplo, es ya una leyenda archifamosa la presunta discriminación de Andalucía oriental respecto de Andalucía occidental. Como las serpientes de verano y en pos del descrédito de las instituciones autonómicas andaluzas, surge de cuando en cuando la cuestión del centralismo "sevillano" y de seguido la consecuencia de que ese centralismo autonómico produce una discriminación de los andaluces orientales, a la sazón los habitantes de Almería, Granada, Jaén y Málaga. Este ronroneo que apenas tiene incidencia sobre la ciudadanía, sin embargo deja siempre algún pozo en los sentimientos de esos andaluces, de ahí que sea importante también de cuando en cuando poner los datos encima de la mesa para acallar a los malintencionados.

Del mismo modo, también es recurrente la referencia al mito de la economía incapaz, que se resume en la afirmación de que "si bien la economía andaluza crece, no lo hace al ritmo necesario para acercarse a los niveles económicos medios nacionales y europeos". Este mito de la economía incapaz el la base de la crítica política cuando la economía está creciendo, se crea empleo y mejora el bienestar, es decir es el último recurso cuando no existe otra crítica posible que la comparación con otros.

Pues bien, en el capítulo del libro citado se encuentra la explicación de por qué debemos considerar ambas cuestiones como mitos o leyendas. Así, la presunta discriminación del oriente andaluz no soporta el test económico más simple como es el análisis de la evolución de la producción per cápita. De hecho, si allá por 1986 era muy escasa la distancia de producción per cápita entre el occidente y el oriente andaluz, 6,3 puntos porcentuales a favor de Andalucía occidental, en 2003, la diferencia había pasado a ser prácticamente insignificante, 1,4 puntos porcentuales, eso sí ahora a favor de Andalucía oriental (a fin de hacernos una idea comparativa téngase en cuenta que por ejemplo la diferencia en producción per cápita entre Madrid y Extremadura en 2003 era de 59 puntos porcentuales). Es decir, que la diferencia entre una y otra parte de Andalucía no puede tener otra base que la mera elucubración de quienes, sin el más mínimo conocimiento de la realidad o con objeto de manipularla, lanzan infundíos tendentes a producir la desunión entre los andaluces.

En realidad, la diferencia más destacable se encuentra no en la producción total sino en su composición, de forma que el mayor peso de la industria y el sector energético en Andalucía occidental tiene su compensación con el mayor peso de los servicios y la construcción en Andalucía oriental. Dicho de otro modo, que la disparidad que existe entre las economía de ambos territorios se encuentra en que para un residente en occidente es algo más fácil encontrar un empleo en la industria, mientras que para uno residente en la parte oriental lo es más en el turismo y la construcción, sin que a la postre esa diferencia redunde en una menor producción y renta.

Los datos resultan todavía más llamativos cuando se analiza la convergencia desde un punto de vista provincial. En este caso se pone claramente de manifiesto, que Andalucía tiene una economía sensiblemente igualitaria en relación a España o a Europa. En 2003, la desigualdad entre la producción de las provincias andaluzas, medida en índice de Gini (que es el índice más comúnmente utilizado por los economistas para medir la desigualdad) era del 3,6%, mientras que entre las Comunidades Autónomas que conforman el Estado español era del 10,5% y entre los Estados de la Unión Europea era del 9,27%. Es decir, que en Andalucía la desigualdad económica territorial es irrisoria en comparación con las de las economías española y europea, dándose además la circunstancia de que en Andalucía se reduce esa desigualdad a un ritmo mucho mayor que en España y Europa, donde apenas se ha reducido la desigualdad entre 1986 y 2003.

En definitiva, analizada desde el punto de vista comparado, la economía andaluza es muy igualitaria y garantiza que los ciudadanos disponen de unas oportunidades económicas muy similares, sin que su ubicación territorial predetermine sus posibilidades económicas.

Del mismo modo, cuando se analiza el segundo de los mitos, el de la economía incapaz, la realidad se muestra también tozuda en cuanto a su rechazo. La economía andaluza ha crecido de forma sistemática desde 1986, con la única excepción de la recesión de los años 93 y 94. Ese crecimiento que, como en el resto de España, se ha acelerado desde que se produjo la unión monetaria, ha dado lugar a un recorte, entre 1986 y 2005, de 14,3 puntos de la diferencia con la producción media europea, cuando en el mismo periodo la distancia entre España y esa media europea se ha reducido aproximadamente la mitad, 7,6 puntos porcentuales. Es decir, que la economía andaluza sí es capaz de reducir las diferencias a un ritmo razonable, sobre todo si tenemos en cuenta la rémora que el escaso capital humano del que partía la sociedad andaluza en el momento de creación de la Comunidad Autónoma, así como la escasa dotación de capital privado y público.

O sea, que, como en el caso anterior, la realidad desmiente el mito y las cifras corroboran una visión de la economía andaluza mucho más bondadosa que la que pretenden trasmitir los augures de la impotencia andaluza. Eso sí, tampoco es razonable echar las campanas al vuelo porque la economía es mucho más ecléctica de lo que aparenta y a largo plazo resulta mucho más lógica que lo que se puede deducir de sus vaivenes a corto plazo.

Luis Ángel Hierro es Profesor de Economía de la Universidad de Sevilla y Diputado socialista en el Congreso.

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