El nuevo Gobierno palestino pide el fin del bloqueo económico
El Parlamento respalda por amplia mayoría el Gobierno de unidad de Hamás y Al Fatah
Todo fueron ayer besos, manos unidas en alto y abrazos entre los feroces rivales políticos. Esperaban en el centro de convenciones de Gaza los discursos matutinos del presidente palestino, Mahmud Abbas, y del primer ministro, Ismail Haniya. Por la tarde, la inmensa mayoría de los diputados dio su confianza al nuevo Gobierno de unidad nacional: 83 lo respaldaron, 3 votaron en contra y 41 de los 128 legisladores no pudieron asistir porque permanecen en prisiones israelíes. Otros cuatro estaban ausentes, por enfermedad o porque son perseguidos por el Ejército hebreo.
Aunque el flamante Ejecutivo afronta un reto descomunal, tras un año de embargo económico que la comunidad internacional impuso en bloque al Gobierno del islamista Hamás después de su aplastante victoria en las elecciones de enero de 2006, ya puede apuntarse un tanto: Israel se queda cada vez más aislado en su postura de no mantener contacto alguno con una Administración a la que tacha de "terrorista".
Revés diplomático a Israel
El programa de gobierno deja patente que el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) se ha salido con la suya, pese a algunos malabarismos dialécticos sobre el respeto a los acuerdos firmados por la OLP -que reconocen la legitimidad del Estado judío- y a ciertas concesiones en el reparto de carteras. Y también que la estrategia de los fundamentalistas y la de Al Fatah, el partido de Abbas, están separadas por un abismo. Mientras Haniya insistió en que "la resistencia es totalmente legítima", Abbas abogó por reanudar el proceso de paz con Israel y a través de vías políticas.
El levantamiento del embargo financiero al Gobierno y el alivio de la brutal crisis económica que padecen los palestinos es una de las prioridades del nuevo Ejecutivo. Si los países árabes, encabezados por Arabia Saudí, ya han anunciado que desembolsarán cientos de millones de euros, ayer se sucedían las promesas de Estados europeos. Francia, Italia, Noruega, y Reino Unido señalaron que entablarán relaciones con la Administración palestina. Incluso EE UU apuntó que mantendrá relaciones oficiosas con el responsable de Hacienda, Salam Fayad.
Se trata, sin duda, de un varapalo diplomático para el Gobierno israelí, que lleva semanas pidiendo a la Unión Europea que rechace todo contacto con cualquier Ejecutivo del que formen parte dirigentes de Hamás. Incluso el ministro israelí de Ciencia, Cultura y Deportes, el árabe Raleb Majedele, reclamó al primer ministro Ehud Olmert que negocie con los ministros de Al Fatah.
En las calles prevaleció la calma, como si los palestinos no se fiaran de que el acuerdo forjado en La Meca, que el 8 de febrero puso punto final a las luchas a balazos que causaron más de 200 muertos en un año, vaya a perdurar. Entonces se desató una oleada de celebraciones en Cisjordania y Gaza. Ahora, la gente prefiere esperar y ver.
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