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Columna
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Una delación de película

Valerie Plame, 43 años, la ya agente más famosa de la CIA, aclaró ayer que cuando la Administración de Bush filtró su nombre para desacreditar a su marido, el ex diplomático Joseph Joe Wilson, ella seguía siendo una agente clandestina de la CIA. "Aun cuando los agentes secretos regresen temporalmente a trabajar a Washington siguen siendo secretos", explicó. El 14 de julio de 2003, cuando su nombre apareció en la prensa, ella esperaba un nuevo destino dentro de la agencia. La ahora ex agente secreta llegó a ser jefa del Grupo de Trabajo Conjunto sobre Irak en la División de Contraproliferación de Armas de Destrucción Masiva, una unidad de la dirección de operaciones clandestinas de la CIA, durante los meses que desembocaron en la guerra, en marzo de 2003. Por esa razón, precisó, viajó a varios países -sin el pasaporte diplomático, del que gozan los agentes oficiales- a fin de recoger información sensible sobre el régimen de Sadam. Si Plame destacó que había sido agente clandestina, ello se debe a una razón. Los medios de comunicación conservadores han impulsado una campaña contra ella con el argumento de que nunca ha quedado claro que era agente clandestina. En su primera declaración ante el Senado, pues, lo ha aclarado.

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En ciertos momentos de su testimonio, la ex agente, que acaba de abandonar Washington con su familia para mudarse a Santa Fe (Nuevo México), transmitió la sensación de que asistíamos a una película. "Ha sido una terrible ironía que funcionarios de la Administración fueran los que destruyeran mi cobertura", señaló la rubia, alta y delgada ex agente, no sin emoción. ¿Es éste el final del caso por el cual el fiscal especial, Patrick Fitzgerald, ya ha logrado el veredicto de culpable por cuatro delitos de falso testimonio y obstrucción a la justicia, para Lewis Scooter Libby, ex jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney? El fiscal no presentará nuevos cargos, pero hay otros dos frentes pendientes. Uno de ellos es la demanda civil presentada por Plame y Wilson contra Libby, Cheney, Ari Fleischer, ex jefe de prensa de la Casa Blanca, Karl Rove, asesor ejecutivo del presidente Bush y Richard Armitage, ex número dos en el Departamento de Estado, por violación de derechos fundamentales. Tras el proceso penal contra Libby, la pareja solicitará que la Administración entregue las actas de las declaraciones que prestaron Bush y Cheney ante el fiscal Fitzgerald sobre el caso. El segundo escenario es el de una investigación por parte del Senado. Ayer, los demócratas subrayaron que era necesario investigar la operación política de desacreditación impulsada por la Casa Blanca. Por último, Valerie Plame ha escrito un libro sobre los hechos, ya adquirido por Hollywood, a la espera de una autorización de la CIA que se retrasa. Nicole Kidman podría interpretar el papel de la agente secreta. Todo esto en un ambiente en el que Libby presiona a la Casa Blanca para que Bush le extienda el indulto.

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