Enseñanzas artísticas superiores: reto a contrarreloj
El año 2010, en el que va a tomar cuerpo el Espacio Europeo de Educación Superior, es un especial reto para las enseñanzas artísticas superiores. Deberán medirse con sus homólogos europeos y ganar o perder centralidades. Llegar tarde o en malas condiciones a la meta puede suponer un desfase difícil de superar.
Ocurre que, en España, las enseñanzas artísticas superiores añaden, a la dificultad inercial de toda adaptación, el grave inconveniente que comporta el retraso regulador y logístico del que adolecen, fruto de la paralización, en su día, del proceso abierto por la LOGSE y de la marcha atrás que supuso la LOCE.
Hace apenas un año, la aprobación de la LOE venía a enmendar el desaguisado, pero estamos justo en el inicio de su aplicación, que ha de dar lugar a las condiciones públicas -estatales y autonómicas- que van a permitir el pleno desarrollo de las enseñanzas artísticas superiores. Esas condiciones son seis:
Sería clave una estructura conjunta de departamentos que incrementara la potencia pedagógica e investigadora
1. Reforma del Grado, hoy felizmente en proceso.
2. Implantación del nuevo posgrado, con el lanzamiento de los nuevos másteres, en algunos de los cuales van a jugarse importantes centralidades europeas.
3. Regulación e impulso de la investigación relativa a las artes, que hoy carece de andaderas públicas y sin la cual no hay enseñanza superior que se precie.
4. Establecimiento de ayudas a alumnos y a su movilidad.
5. Organización de la formación del profesorado, particularmente en lo relativo a la metodología docente, en apoyo al tránsito de los "créditos-profesor" a los "créditos-alumno": de la enseñanza al aprendizaje.
6. Articulación del correspondiente sistema de financiación, a partir de los estándares de la educación superior y contemplando el incremento de docencia que comporta el nuevo posgrado.
Es éste un reto público a contrarreloj, del cual depende que las artes puedan avanzar hacia la meta del año 2010 con posibilidades de competir o bien a la pata coja. Un reto que debería tener respuestas plenamente operativas para el curso 2007-2008: es sabido que llegar a la cita con posibilidades exige anticiparse, como están haciendo las universidades desde hace ya un par de cursos.
El Ministerio de Educación está en ello. Hay que convenir que José Luis Pérez Iriarte y Juan López Martínez han realizado un gran trabajo. La ubicación de las enseñanzas artísticas superiores en la LOE es su primer y decisivo haber, reconociéndolas plenamente como integrantes del espacio de la educación superior, pero sin comprimirlas en los parámetros universitarios, sino permitiéndoles un marco organizativo específico, capaz de garantizar sus condiciones vitales. Parece que, en abril, va a crearse el Consejo Superior de Enseñanzas Artísticas, más o menos homólogo del Consejo de Coordinación Universitaria. Está culminando también un riguroso y participado proceso de elaboración (hablo por teatro y danza) de los nuevos diseños curriculares de Grado y de los correspondientes "decretos de mínimos", cosa que va a permitir su implantación en el curso 2008-2009.
Falta ahora que las comunidades autónomas realicen la segunda fase de la reforma del Grado. Y que tanto el ministerio como las comunidades hagan previsiones inmediatas para el resto de las cuestiones planteadas. Lo que queda del corriente curso es decisivo al respecto, para que 2007-2008 pueda ser realmente el curso del despegue, con el cual llegar a tiempo y en condiciones a la meta del curso 2009-2010.
En esa perspectiva, no estaría de más que las comunidades con mayor densidad de enseñanzas artísticas superiores tomaran en consideración esa idea-fuerza que anunciaba recientemente, entre sus compromisos, el presidente José Montilla: la Universidad de las Artes (o Instituto de las Artes, para distinguirlo del régimen universitario). Es decir, la articulación de las enseñanzas artísticas superiores -música, teatro, danza, artes pláticas-, en un mismo concepto, en unos parámetros comunes y en unas economías de escala compartidas, cosa que no es incompatible con la diversidad de adscripciones institucionales y de ubicaciones físicas.
Sería clave, por ejemplo, una estructura conjunta de departamentos, que incrementara su masa crítica y su potencia pedagógica e investigadora y que contemplara los terrenos intermedios por los que avanza buena parte de la creación. No es nuevo: el Institut del Teatre, de Barcelona, hace tiempo que dispone de departamentos comunes a sus escuelas superiores de teatro y de danza. Por otro lado, Aragón tomó la delantera y legisló ya un Instituto de las Artes, mientras que Andalucía y Galicia, según parece, andan en la misma dirección. El horizonte está cargado de posibilidades, pero pueden quedar en nada si perdemos el tren, si no se da una audaz apuesta pública para el curso 2007-2008, una apuesta que sitúe definitivamente a las enseñanzas artísticas superiores en los carriles donde se librará la carrera.
Jordi Font es director general del Institut del Teatre.
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