Ardiente Jennifer
Guapa y sensual, la volcánica Jennifer López es también la latina más rica, influyente y popular de Estados Unidos. Tras su matrimonio con Marc Anthony ha dado un giro a su carrera, produce películas y ha vuelto a sus raíces en su último disco cantando en español.
"En política no me manifiesto. Yo sólo ofrezco películas y discos"
"Si quieren conocer a la verdadera Jennifer, que me escuchen en español"
Jennifer López (Bronx, Nueva York, 1969) sabe maximizar los esfuerzos. En su último viaje promocional a España intentó matar dos pájaros de un tiro: publicitar su película Ciudad del silencio y su nuevo disco, Como ama una mujer. Vino escoltada por su marido, el vocalista Marc Anthony, y la pareja aprovechó para cenar con David Beckham, en una de esas raras relaciones interculturales que proporciona el pertenecer a la raza de las celebridades.
No me diga que Beckham es un salsero... “¡Todavía no! Pero eso lo arreglaremos cuando se instale en Los Ángeles [risas]”. Y suelta una embrollada historia sobre su amistad con Victoria Beckham, los consejos de Marc al futbolista y los guardaespaldas que ven amenazas en cada esquina. Al entrevistar a Jennifer se corre el riesgo de quedarse en lo que en Estados Unidos acotan como “estilos de vida de los ricos y los famosos”. Cierto que ella misma prefiere evitar temas espinosos: “En política no me manifiesto. Yo ofrezco películas y discos, no veo que nadie deba fiarse de mis opiniones. Que las tengo, pero no las hago públicas, aunque pueda sugerir algo en alguna película”. Y reconoce sin rubor que no sabía nada de la matanza de mujeres en Ciudad Juárez, que inspiró Ciudad del silencio. “¡Es que no tengo tiempo para leer periódicos! Gregory Nava, que me dirigió en Selena [1997], me trajo el guión y me quedé impresionada: más de quinientas mujeres violadas, torturadas y asesinadas. Teníamos que contar al mundo lo que estaba ocurriendo allí. Sabía que de algo tan triste iba a salir una película fuerte”.
Es por lo menos curioso que la trama siga las líneas generales de ‘He visto al diablo de frente’, de Maud Tabachnik (Artime Ediciones, 2005): periodista gringa que va a México y descubre demasiadas cosas. Sólo que su personaje se lía con Antonio Banderas, mientras que la reportera de la novela tiene una relación lésbica.
Eso suena demasiado provocador, hubiera quitado foco a los asesinatos. De todas formas, no sé nada de ese libro: déjeme decirle que el nuestro es un guión original.
¿Tiene alguna teoría sobre lo que algunos llaman ‘feminicidio’?
No creo que sea una sola banda. La corrupción crea impunidad: hay gente mala que termina allí, ya que sabe que puede hacer lo que quiera sin que ocurra nada. Y crece la maldad.
¿Filmaron en Ciudad Juárez?
No estamos locos. Hubiera sido muy peligroso, nos dijeron. Rodamos algo en Nogales, pero luego nos fuimos a Albuquerque, en Nuevo México.
Cuarenta y ocho horas después, Jennifer se enfrentó a otro peligro: los periodistas de cine europeos abuchearon Ciudad del silencio en el Festival de Berlín. Tal vez tenga más fortuna con El cantante: es una biografía del genio atormentado de la salsa Héctor Lavoe, interpretado por el propio Marc Anthony. Un proyecto de Nuyorican Productions, la empresa de Jennifer. Por una de esas malditas coincidencias, El cantante se enfrenta con The singer, otra película sobre Lavoe que promueve una ilustre cantante de origen puertorriqueño, La India. Altiva, López niega saber nada sobre la competencia.
“La viuda de Héctor, Nilda Román, más conocida como Puchi, decía que yo era la única que podía encarnarla; la pobre murió en un accidente, no pudo ver su deseo realizado. Me mandó un guión que había escrito alguien que trabajó con Héctor; no era muy profesional, pero despertó mi curiosidad. Según investigué, me enteré de lo que significaba musicalmente y me fui entusiasmando. De golpe, imaginé a Marc protagonizando la película y nos lanzamos”.
Todo queda en casa...
¡No le elegí por nuestra relación! Mucho antes vi a Marc en escena: cantaba y actuaba en The capeman, un musical de Broadway que escribió Paul Simon. Marc estaba sensacional, y entendí que podía hacer grandes papeles. Para nosotros ha sido una labor de amor. Marc ha cantado los temas de Héctor y ha quedado maravilloso.
Lavoe fue drogadicto, enfermo de sida, suicida frustrado. No parece un héroe típico.
En estos cinco años, muchas personas nos sugirieron que no era un personaje agradable, pero les respondíamos que lideró una etapa increíble. Pones ahora sus discos o le ves con Fania All-Stars y es como una explosión de ritmos, algo desbordante. Supuso algo más que un punto álgido de la música latina: tipos como Miles Davis iban a sus conciertos, sabían que aquello era lo más caliente del momento.
¿En qué se basaba el magnetismo de Héctor?
Como sonero [improvisador], nadie podía hacerle sombra. Muy listo, muy rápido..., ¡como Marc! Tenía mucho de jíbaro, un puertorriqueño que deja la vida sencilla de la isla para luchar en Nueva York. El público se identificaba con él y le perdonaba todo.
¿Qué le llevó a hundirse en las drogas?
El dolor. Tenía mucha pena dentro: se quedó sin mamá cuando era muy chiquito; se murió su hermano, y su padre se alejó de él. Luego perdió al hijo y se le quemó la casa. Si llevas tantas cargas encima, lo fácil es buscar cualquier sustancia que te alivie. Héctor comunicaba porque sabía de sufrimiento y se sacrificaba por el arte. Cantar con esa lágrima te pasa factura.
Su papel es el de Puchi, una mujer explosiva.
¡Era tremenda candela! Me pasaron horas y horas de grabaciones donde ella rememora lo que vivió con Héctor. Me parece asombroso que aguantaran veinte años juntos.
¿Aprendió algo que pueda aplicar a su matrimonio con un cantante de éxito?
Tú sabes, Héctor y ella tenían una relación de codependencia, muy insalubre para los dos. Eran criaturas imperfectas, y suponen un reto para unos actores. Para mí, Puchi hizo el milagro de que Héctor viviera casi cincuenta años: le sacaba de los desastres y le llevaba a casa, le lavaba, le recomponía humanamente.
¿Cree que Puchi es un arquetipo latino? La mujer fuerte que mantiene el hogar mientras el hombre dilapida su vida?
No sé si es únicamente un caso latino. En otro tiempo conocí a bastante gente del hip hop, y muchos venían de familias rotas, donde la mujer cuidaba de los hijos, y el hombre, bueno, no daba ni un centavo.
Jennifer suele referirse al mundillo del hip hop en pretérito, como si aquello fuera una etapa superada. Recordemos que tuvo que salir por piernas de ese ambiente tras un tiroteo a finales de 1999, en el que estuvo implicado su novio de entonces, Puff Daddy, magnate del rap.
¿Es cierto que Hollywood le hizo saber que su carrera cinematográfica sufriría si persistía en sus ‘amistades peligrosas’?
No, no. Todos me manifestaron su apoyo: era absurdo acusarme de llevar un arma de fuego, la policía de Nueva York estaba buscando publicidad y aprovecharon mi nombre. Lo pasé muy mal, sobre todo por mi familia; no les gustó saber que estaba en una discoteca donde había tantas pistolas. ¡Yo tampoco lo sabía!
¿Y la ruptura con Puff Daddy?
Bueno, nos lo pasábamos bien. Sabe divertirse, monta las fiestas más increíbles, conoce a todo el mundo. Y es inteligente, muy carismático. Pero yo intuía que no era el amor de su vida. Él mantenía una relación fluida con Kim [Porter], la madre de sus hijos. Al final volvió con ella.
Vino luego su historia de amor con el actor Ben Affleck. Durante esos años, usted fue la mujer más observada del mundo y...
No lo buscaba, reservaba mi vida privada.
Disculpe, en ‘This is me... then’ (2002) había una declaración de amor, ‘Dear Ben’, que suponía echar leña al fuego.
Bueno, digamos que esa canción ya no forma parte de mi repertorio.
¿Cómo soporta la atención constante sobre su persona?
Sé que atraigo a la prensa y vivo con ello. No es noticia contar que tengo una ética del trabajo muy sólida y que puedo estar muchas horas seguidas en un estudio o en un set de filmación. En los medios, para presumir de estar más informados que nadie, dan cabida a las historias más absurdas.
Es obsesivo ese rumor que reaparece cada poco: “Jennifer López está embarazada”.
Según mis cálculos, ya debería tener doce hijos...
Parece como si no se sintieran satisfechos hasta verla en estado.
Prefiero pensar que me quieren bien, se identifica tener hijos con la felicidad. También podría ser que simplemente deseen verme gorda [carcajada]. No, creo que entienden que fundar una familia es un signo de madurez.
¿Qué piensa de esa moda hollywoodiense de adoptar niños de orígenes más o menos exóticos?
No sé, cada una tendrá sus motivaciones. Se puede querer tanto a un niño adoptado como a uno que hayas tenido dentro. Estoy pensando mucho en ello, mi próxima película se llama Love and other imposible pursuits. Trata de una madre frustrada y su relación con un hijastro.
Jennifer López habla con deleite de su familia. De sus padres (“personas muy rectas y laboriosas”), que nacieron en Borinquen, pero que se conocieron en Nueva York. De la disciplina con que crecieron ella y sus hermanas (“son mis mejores amigas”).
Usted tuvo doce años de educación católica. ¿Conserva esas enseñanzas o las desechó?
No, me distancié algún tiempo, pero volví a lo que guardaba en mi corazón. Soy una católica practicante.
¿De verdad? ¿Va a misa todos los domingos?
Lo hacía cuando era chiquita, pero ahora no siempre puedo. Pero todos los días hablo con Dios. Me gusta leer la Biblia, y creo que rezar el santo rosario tiene propiedades terapéuticas. Mi fe ha sido muy importante, me ayuda en los momentos más difíciles de mi vida.
Se lo pregunto por esas declaraciones que hizo su primer marido, Ojani Noa, en las cuales aseguraba que usted practicaba la santería, incluso en su vertiente de magia negra.
Ojani habla basura. Me sacó mucho dinero con el divorcio y ahora quiere vender fantasías a la prensa sensacionalista. Yo no creo en brujerías.
Más que las maledicencias de antiguos compañeros, Jennifer tiene que lidiar con su fama de diva consentida. Son leyenda sus exigencias cuando viaja. Incluso en un negocio acostumbrado a las extravagancias, sus riders (listados de necesidades técnicas y personales) causaban pasmo. Las sábanas de su hotel debían tener tantos hilos, todo lo que hubiera en su camerino debía ser blanco. La tendencia alcanzó dimensiones sangrantes cuando colaboró en un disco benéfico, una versión colectiva de What’s going on, donde tenía que cantar un verso. Está documentado que junto al estudio de grabación de Miami se instaló un tráiler a modo de camerino, con comidas, bebidas, un televisor, un reproductor de CD y unos cincuenta discos específicos (desde Enrique Iglesias hasta Mary J. Blige). Todo quedó intacto: el trabajo se hizo en poco más de una hora. Hoy, Jennifer minimiza los divismos (“es más interesante inventarse fábulas que contar la verdad”), y finalmente echa balones fuera: “Yo no pido nada de eso. Debe de ser cosa de mi equipo, que sabe las cosas que me agradan y quiere que me sienta cómoda. En realidad, las flores de colores me gustan tanto como las blancas”.
Me deja boquiabierto. Creía que lo de los caprichos era algo simbólico. Una especie de pulso, un ejercicio de poder para que quede claro quién manda.
No, nada de eso. El poder se negocia en los despachos, cuando pides una cantidad de dinero o unos puntos porcentuales de los beneficios. Lo otro es trabajo, y se trata de que todo salga bien, sin conflictos. Estoy en una situación donde no necesito pelearme por ese tipo de respeto.
Ya. Dicen las revistas económicas que es la hispana más rica de Estados Unidos. Y la más influyente del mundo del espectáculo.
Déjeme decirle que no es verdad, ninguna de las dos afirmaciones. Si llevas mucho tiempo bajo los focos, aprendes a tomártelo todo con una pizquita de sal, cuando te dicen cumplidos o cuando te sueltan horrores. A veces son los mismos periodistas o los mismos medios, no puedes tomártelo en serio.
Sí que parece evidente que Jennifer López ha aprovechado su buena racha. Aunque haya llegado a cobrar 12 o 15 millones de dólares por película, el grueso de sus ingresos deriva de haber impulsado una franquicia: su nombre sirve para vender -con éxito- perfumería, ropa y accesorios. Ahora pretende invertir algo de sus ganancias en el cine: “Eso de que te consideren influyente es un espejismo. Vales lo que hayan ganado tus últimas películas. Cuando he movido El cantante, las distribuidoras han negociado muy duramente conmigo”.
Lo de interpretar dramas, ¿es una manera de reconducir su carrera cinematográfica?
Bueno, he hecho unos cuantos dramas seguidos, pero luego viene una comedia romántica, Bridge & tunnel. No voy a encasillarme yo misma.
¿Se ha planteado alguna vez tomarse un año sabático?
Resulta casi imposible, Marc y yo tendríamos que sincronizar nuestros calendarios para poder escaparnos. Lo hicimos cuando nos casamos: estar juntitos en casa, sin trabajar ni hacer vida social, oyendo a Billie Holiday. No fue un año entero, pero nos sirvió de mucho. Entre otras cosas, yo pude reflexionar sobre mi carrera y pensar lo que quería hacer en el futuro. Yo diría que todo lo que estoy haciendo, desde el disco en español hasta la película sobre Lavoe, es fruto de ese periodo sabático.
Hábleme de ‘Como ama una mujer’. Llevaba años anunciando que iba a grabar en español...
Fíjese qué cosas tiene la vida. Yo calculé que haría mi carrera de actriz en inglés, pero que sería una cantante en español. Me cuesta todavía expresarme, confundo los verbos y cada día aprendo palabras nuevas, pero siempre sentí que las canciones en español me llegaban más profundo.
“El español es la lengua del amor”, cantaba Bob Dylan.
¿Sí? ¡Qué lindo! Me parece que el español es un lenguaje más poético, más descriptivo de las emociones, que sirve mejor para las canciones románticas. Y yo soy esencialmente una persona romántica. Hace 10 años, cuando grabé mis primeras maquetas, eran en español. ¡Aunque lo hablaba muy mal! Cuando fui a ver a Tony Mottola [entonces máximo capo de Sony Records], me dijo que haría todo lo posible por establecerme como cantante. Pero, como favor personal, me pidió que empezara en inglés, aunque metiera alguna canción en español. Y estaba en lo cierto, el mercado esperaba oírme en inglés. Yo necesitaba madurar para hacer un disco entero en español, tenía que comunicar sentimientos muy profundos.
¿Se refiere a que la mayor parte de ‘Como ama una mujer’ sean canciones de ruptura? ¿Hay algo que debamos saber sobre su momento amoroso?
[Carcajadas]. Siempre me han encantado las canciones para cortarse las venas. Las que cuentan grandes fracasos amorosos, pero que retratan a una mujer fuerte; que tiene el corazón roto, pero que anuncia que va a seguir adelante...
Parece que estuviera hablando de La Lupe.
Siempre he sido bien fanática de La Lupe. Cuando empecé este álbum hablé con Marc y con los demás compositores, Estefano y Julio Reyes. Les dije que se olvidaran de mis discos pop; allí también canto baladas, aunque domina lo rítmico. Necesitaba que sacaran a la Jennifer López más profunda. Que me hicieran canciones clásicas de amor, pero con desgarro, con filo. Que pensaran en Rocío Jurado y en Juan Gabriel más que en Madonna.
¿Qué ha aprendido haciendo este disco?
Me he encontrado a mí misma, y ahora soy mejor artista. Después de haber sacado mi lado íntimo y vulnerable, me siento más segura en todo. Estoy convencida de que mi próximo disco en inglés será formidable: mezclará pop y dance, funk y rhythm and blues. Imagino que allí hay algo de personaje, la chica del Bronx que quiere conquistar Manhattan, la Jenny from the block. Ésa también soy yo; pero si quieren conocer a la verdadera Jennifer, que me escuchen en español.
‘Como ama una mujer’ será publicado por Sony-BMG el próximo 27 de marzo.
La película ‘El cantante’ se estrenará en Estados Unidos el próximo 27 de julio.
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