Cuatro tortillas con un solo huevo
Maritrini se zampa al mes lo mismo que pesa, 100 kilos de pienso compuesto, maíz, trigo y alfalfa, además de la hierba que trisca aquí y allá en los 200 metros cuadrados que son su territorio, pegadito a la acera de la calle del Cristo de la Victoria, sin número. Como también le encanta el pan, sus dueños han comprado una máquina para rallar todo el que sobra en el bar del centro sociocultural que comparte jardín con la Asociación La Cornisa, donde vive el bicho. Maritrini, además, traga tierra, ya que, sin dientes, necesita arena y piedrecitas para triturar en el estómago las semillas que ingiere.
Lo que come le sirve al avestruz para poner hasta dos huevos por semana. Son huevos descomunales, aunque de yema pequeña, y los que cuidan al avestruz dan buena cuenta de ellos. "Con uno se sacan cuatro tortillas", dice admirado Clemente Blázquez, encargado del bar. Blázquez también fabrica lámparas psicodélicas con las cáscaras.
Pilar Aznarte, la veterinaria que se ocupa de la salud de Maritrini, la vacuna anualmente contra una enfermedad vírica llamada Newcastle, común a muchas aves, aunque esta especie no tenga una cartilla de vacunas obligatorias. Aznarte, especialista en animales exóticos, asegura que el avestruz "es bastante sociable, aunque Obregón lo era aún más", puntualiza. Cuenta Blázquez que ciertos parroquianos le preguntan: "¿Qué, y cuándo la matamos?". "A ver si te vamos a matar a ti antes que al avestruz...", responde él. "Es que es la mascota del barrio, no te puedes imaginar", continúa el hombre para explicar el éxito de Maritrini.
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