La polémica prioridad de Enel
La eléctrica adelantó hace meses su intención de desembarcar en el mercado español
El desembarco de Enel en Endesa tiene historia, pese a que oficialmente la empresa asegure que lo decidieron la otra tarde. Hasta que el primer ministro italiano, Romano Prodi, y el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, hablaron de ello en Ibiza el 17 de febrero, otros protagonistas ya habían preparado el terreno. El pasado octubre el presidente de Enel, Fulvio Conti, visitó a Miguel Sebastián, entonces director de la Oficina Económica del Presidente, y le comunicó que la empresa italiana llevaba meses analizando el mercado español, al que considera prioritario para crecer. Además de estrechar relaciones, evitaba cualquier posible desajuste en las relaciones diplomáticas de los dos países, como había ocurrido con Alemania cuando E.ON desveló su interés por Endesa.
La firma italiana reconoció que Viesgo se le quedaba pequeña para operar en España
Las intenciones quedaban claras en La Moncloa, que debe analizar si Enel puede aspirar a más dada su condición de empresa pública. Pero hubo más. El 16 de febrero, un día antes del encuentro de Ibiza, Colti volvió a Madrid y con su asistente español Javier Anzola y el consejero delegado de la filial española Enel Viesgo, Miguel Antoñanzas, se reunieron con el ministro de Industria, Joan Clos, y, posteriormente, con David Taguas, sustituto de Sebastián. No es de extrañar que el martes Clos adelantase las declaraciones que a la postre desencadenaron los acontecimientos. Algunos iniciados sostienen que Enel quería esperar para una fecha más cercana a la junta de Endesa del 20 de marzo en la que se vota la supresión del blindaje. Otras fuentes mantienen, sin embargo, que Enel ya lo tenía decidido para esa tarde.
Los responsables de la empresa italiana han calificado de protocolarios los encuentros. Sin embargo, han podido sondear la posición del Gobierno ante su intención de elevar su participación del 9,9% al 25%. El Consejo de Ministros debe también aprobar, al ser una empresa pública, no sólo que pueda comprar más del 10%, si no también que pueda votar por más del 3%. Este tope lo fijó el Gobierno del PP para frenar el intento de la francesa EdF de entrar en Hidrocantábrico. Luego lo haría la portuguesa EDP, y no pasó nada. El Gobierno se enfrenta a una difícil tesitura, precisamente por esa condición de empresa pública.
Enel, que precisamente entró en España con la compra a Endesa de la filial cántabra Viesgo, siempre ha reconocido que sondeaba el mercado español y llegó a insinuarse para participar en Endesa. Colti también ha visitado durante este periodo a empresas del sector energético a las que ha reconocido que Viesgo se les quedaba pequeña para operar en España.
Su primera opción, en cualquier caso, había sido Endesa, pero la pelea entre E.ON y Gas Natural les había aconsejado esperar. Se abrieron posibilidades en Unión Fenosa, con la que comparte una empresa eólica, y llegó a negociar la compra del paquete del Banco Santander que finalmente compró ACS. También analizaron Iberdrola. La baraja se redujo drásticamente y el objetivo se volvió hacia la idea inicial. Y sólo hubo que esperar a que E.ON lanzase su oferta y quedase sin posibilidad de respuesta. Algunas fuentes, no obstante, sostienen que jurídicamente, la firma alemana podría reclamar la mejora de la OPA hasta siete días antes de que acabe el plazo toda vez que su competidor se retiró antes de presentar el sobre cerrado. La CNMV dijo, cuando Gas Natural tiró la toalla, que tenía que presentar el precio en sobre cerrado y que ese precio sería el definitivo.
Es todo caso, se cierne un nuevo lío que deja descolocado a E.ON. Ayer, fuentes cercanas al grupo declararon no entender la sucesión de acontecimientos, y recuerdan que todo parecía arreglado tras las negociaciones que hubo entre los Gobiernos alemán y español y la intermediación del ex ministro Carlos Solchaga con la compañía alemana.
La cuestión ahora es que si Enel alcanza el 25% de Endesa, el objetivo de E.ON de eliminar las cláusulas de blindaje (que no se pueda votar por más del 10%) y de alcanzar al menos el 50% del capital es prácticamente imposible, ya que hay que sumar el 21% de Acciona, con la que Enel asegura que no ha pactado nada. Ya con el 10% lograrlo es difícil. Caja Madrid, que tiene otro 10%, había mostrado su disposición de vender a E.ON. Y el grupo público SEPI, con casi el 3%, mantiene una neutralidad exquisita.
Por otra parte, los pequeños accionistas de Endesa ven que se abre otra vez un periodo de incertidumbre. Primero, las compras de Enel se hacen a los fondos (tienen un 40%) por lo que no se benefician directamente y, segundo, si E.ON fracasa se pierde la referencia de los 38,75 euros de la OPA y la acción queda libre. El problema es que se hunda. El presidente de Endesa, Manuel Pizarro, ya prepara de nuevo las baterías.
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