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Alianza hispano-italiana

Un gigante eléctrico lleno de paradojas

Enric González

Enel (Ente Nacional de la Energía Eléctrica) nació en 1962 como monopolio, tras la nacionalización y fusión del sector por parte del Gobierno italiano. Sigue controlada por el Estado, que mantiene en su poder más del 32% de las acciones, pero la liberalización del sector y la privatización de la empresa, en 1999, provocó una entrada en avalancha de pequeños inversores: presume de ser la sociedad europea con más accionistas, casi 2,3 millones. Su valor bursátil ronda los 50.000 millones de euros y en 2005 obtuvo un beneficio de 3.900 millones.

Se trata de una empresa abundante en paradojas. En un país como Italia, que no se caracteriza por la modernidad de los servicios, Enel ha alcanzado un nivel puntero en el uso de fuentes de energía alternativas y renovables. Eso se debe en parte al referéndum de 1987, que canceló las centrales nucleares, y sobre todo a la histórica escasez italiana en materia de recursos energéticos. Otra paradoja radica en la naturaleza de sus principales competidores en Italia: las sociedades eléctricas municipales, de propiedad pública, pequeñas pero difícilmente batibles en su territorio, fruto de un proceso de liberalización tortuoso y mal conseguido.

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El consejero delegado, Fulvio Conti, considera que el crecimiento de Enel debe basarse en tres principios: concentración en electricidad y distribución de gas (ha vendido casi todos los activos no relacionados con esos dos negocios), expansión internacional e inversión en nuevas tecnologías.

La expansión no ha sido fácil. Cuenta con una presencia importante en Bulgaria, Eslovaquia y Rumania y ha puesto un pie en Rusia, aliándose con el grupo local ESN Energo. En esos países compensa el déficit de experiencia nuclear provocado por la legislación italiana: acaba de firmar un contrato para construir el tercer y cuarto grupo de la central nuclear de Mochovce, en Eslovaquia.

Su marcha hacia el oeste ha resultado más complicada. Fracasó el año pasado en su intento de absorber la francesa Suez, propietaria de la belga Electrabel (auténtico objetivo de los italianos), y sus esfuerzos por incrementar su papel en España, donde está representada por Enel Viesgo y Enel Unión Fenosa Renovables, no habían prosperado hasta ahora. El interés de Enel por entrar en Endesa era ya antiguo y se había convertido en un rumor bursátil recurrente. En EE UU y Latinoamérica dispone de activos poco importantes.

La empresa italiana genera 19.000 megavatios anuales utilizando fuentes renovables, con centrales hidroeléctricas, geotérmicas, eólicas, solares y de biomasa. Proyecta multiplicar su posición en esos terrenos y en diciembre de 2006 puso en marcha un plan quinquenal, con una inversión prevista de 4.100 millones de euros, para adquirir nuevas centrales de energía renovable y para desarrollar su tecnología.

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