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El Ayuntamiento ha sustituido las 560 losetas

En estos casi diez años de vida útil del puente de Calatrava, como es conocido popularmente, los problemas se han sucedido, especialmente durante los meses invernales y con lluvia, debido a lo resbaladizo de su piso de losetas de vidrio. A ello se ha unido su fragilidad, que ha llevado a una progresiva sustitución de las placas. "Se han cambiado ya todas", aseguró ayer un portavoz municipal refiriéndose a las continuas labores de sustitución. La pasarela cuenta con un total de 560 losetas.

Los gastos acumulados no los ha cuantificado el consistorio, pero el precio de cada placa de vidrio ronda los 560 euros, por lo que la cifra global superaría los 200.000 euros. Sólo en los primeros cuatro años de vida del puente se reemplazaron 120 piezas, con un gasto de casi 48.000 euros.

La presencia de operarios municipales ha sido una estampa habitual en una pasarela que, desde el principio, se vio que no estaba adaptada a las condiciones meteorológicas de Bilbao y ha suscitado numerosas quejas de los vecinos. Las caídas por resbalones se han sucedido y las denuncias judiciales también.

Algunos arquitectos de Bilbao han apuntado que las piezas estallan fundamentalmente por dos razones. Una, por las presiones de las pletinas perimetrales producidas por la vibración de la estructura de la pasarela. La otra causa se atribuye a los bruscos cambios de temperatura que suelen ocurrir en pocas horas en determinadas épocas del año.

Durante varios años se intentó modificar la superficie de las placas, pero Calatrava se opuso frontalmente a esos cambios por estimar que alteraban la estética del puente. El consistorio tuvo que recurrir a aplicar una capa de resina sobre las losetas, pero esta fórmula no dio los resultados apetecidos

En diciembre pasado pareció haberse alcanzado la solución: se colocaron cintas de una material altamente antideslizante a lo largo del puente, así como en las escaleras y rampas de acceso al mismo. Las cintas están separadas con una distancia de 25 centímetros y su aspecto no interfiere con la estética de la pasarela.

Con los años, el puente de Calatrava se ha convertido en una imagen característica de Bilbao, al tiempo que un permanente quebradero de cabeza para el Ayuntamiento.

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