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Reportaje:

Despidos que hunden la bahía de Cádiz

El cierre de la factoría de Delphi sacude a una población ya castigada por una cadena de crisis industriales

Hace poco más de dos años, la bahía de Cádiz vibraba al grito de "Astilleros no se cierra". La enésima crisis que sufría la industria naval de la provincia se cerró entonces con 1.100 prejubilaciones y una reestructuración del trabajo entre las plantas de Puerto Real, San Fernando y Cádiz, que esquivaron la privatización.

Hoy las tres factorías de Navantia tienen carga de trabajo asegurada para los próximos cinco años, pero el grito no ha cesado. Sólo que ahora los trabajadores gaditanos gritan "Delphi no se cierra".

"Cierre inmediato. Esas palabras del director nunca las olvidaré", dice un empleado de Delphi
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La población (700.000 habitantes en 13 municipios) se muestra hastiada, cansada de tanta lucha laboral, ante la evidencia de que Delphi dejará en la calle a 1.600 personas. "¿Dónde vamos a ir ahora?", se preguntaba Josefa Gil, esposa de un trabajador de la factoría. Nadie sabe responderle. En Navantia, la plantilla ha pasado de los 12.000 empleados de finales de los setenta a apenas 2.500. En Altadis sólo quedan 325. Dragados, otra de las industrias punteras de la Bahía, sufre picos de ocupación según la carga de actividad: de los 250 trabajadores actuales, a plantillas que, sumando los empleados de la industria auxiliar, puede alcanzar las 4.000 personas.

La decisión de Delphi, que hace poco había garantizado la viabilidad de la planta hasta 2010, ha hundido los ánimos de los trabajadores. "Es puro terrorismo empresarial, porque terrorismo es provocar terror", sostiene Isidro Jiménez, empleado de Delphi. "La declaración del director fue tajante: cierre inmediato e irrevocable. Esas palabras nunca las olvidaré". Juan Antonio Moreno, otro trabajador de la factoría, se queja de la poca información que manejan. "Hay mucha incertidumbre, no sabemos nada, sólo que no hay tiempo: hay premura y los políticos van muy lentos".

El anuncio del cierre de la fábrica de automoción de Puerto Real ha sido un revés muy duro a las ilusiones que empezaban a nacer en el zarandeado sector industrial de la provincia. Cádiz ha abandonado la cola del desempleo (Córdoba y Badajoz la superan) y aunque la tasa es aún muy alta (13,8%), está a la mitad de la que se registraba a principios de los noventa, cuando el 26% de la población buscaba empleo. Incluso el sector industrial, reducido ahora a 54.000 empleados, había logrado eliminar un 10% de su cifra de parados (unos 8.000) en el último año. "Augurábamos un buen ciclo, la noticia de Delphi ha sido un golpe muy fuerte", dice Pedro Custodio, secretario provincial de UGT.

Entre toda esta inseguridad, el sector aeronáutico parecía el único puntal inquebrantable. Pero sólo lo parecía. En el último trimestre de 2006, los retrasos del consorcio Airbus en la entrega del modelo A-380 obligaron a acometer reajustes, y la empresa dejó de renovar los contratos que iban finalizando. Poco a poco, los empleados afectados han vuelto a reincorporarse, aunque las factorías de EADS en El Puerto, y la de Airbus en Puerto Real, están obligadas a una regulación temporal de empleo durante 2007 y 2008. La noticia de que el consorcio podría ceder la actividad de algunas de sus plantas europeas, entre ellas, la de Puerto Real, ha desempolvado los peores recuerdos de la última crisis de CASA.

El bache de Airbus, además, amenaza a buena parte de la industria auxiliar de la provincia que, en su huida de las crisis navales, apostó por la reconversión al sector aeronáutico. "Para las compañías más pequeñas será más difícil plantear medidas de regulación temporal de empleo, la Administración debería aprobar medidas de protección", pide Manuel Escalón, presidente de la Federación de Empresas del Metal.

Pese a las pesadillas que la industria ha traído al empleo de la Bahía, los agentes sociales señalan a este sector como única vía para generar empleos de calidad. "Pero debemos huir de las veleidades de las multinacionales, y reclamar al empresariado español y andaluz que cree empleo. Cuando los centros de decisión están tan alejados, como en el caso de Delphi, no tienen en cuenta la situación de la zona", explica el secretario provincial de CC OO, Manuel Ruiz.

El presidente de la Confederación de Empresarios de Cádiz (CEC), Miguel González, pone el acento en la necesidad de suelo industrial para acoger nuevas empresas. Pero no todas valen. "Tienen que ser de alta capacidad tecnológica y competitivas por su calidad. Lo de competir a costa de los salarios ya lo hemos perdido", señala el secretario de UGT.

La sensación de la población de la bahía de Cádiz la resume el delegado de Empleo de la Junta de Andalucía, Juan Bouza: "Ahora que habíamos logrado reflotar los astilleros, nos llevamos este varapalo". Varapalo, mazazo, puntilla. El fantasma del paro vuelve a pasearse por las factorías gaditanas.

Manifestación en Puerto Real en protesta por el cierre de la factoría de Delphi.
Manifestación en Puerto Real en protesta por el cierre de la factoría de Delphi.ROMÁN RÍOS

Rosario Benítez, empleada de Delphi: "Si nos echan y eliminan puestos de trabajo, ¿donde irá la juventud?"

"No quiero ningún acuerdo, quiero mi trabajo". Rosario Benítez, lo tiene claro: no le valen prejubilaciones, ni indemnizaciones por despido. Es joven, tiene dos hijos de 16 y 19 años a su cargo, y necesita su empleo en Delphi. Si se cumplen sus peores temores, tendrá que buscar fuera de Cádiz, "porque aquí no hay nada". "Me veo de camarera en Canarias o en una fábrica de azulejos de Castellón, como todos los gaditanos", lamenta esta operaria de 44 años.

Desde que a Rosario Benítez le anunciaron el cierre no puede centrarse en su trabajo: "Todo son rumores, y nos pasamos el día compartiendo las penas con los compañeros". Como el resto de la plantilla, Rosario Benítez ha seguido acudiendo a su puesto de trabajo pese al anuncio de Delphi, en un último intento desesperado de que la decisión de la multinacional no se haga efectiva.

Rosario sufre por ella, pero también por sus hijos: "Si nos echan, eliminan puestos de trabajo, ¿dónde va a ir la juventud?".

Francisco Fernández: "No quería jubilarme"

Vivió todos los procesos de reestructuración, estuvo en cada una de las manifestaciones, cortó carreteras, pero tras 37 años en astilleros abandonó su puesto con otros 1.100 compañeros prejubilados. Francisco Fernández, de 56 años, reconoce haberlo pasado muy mal los primeros meses, aunque poco a poco se acostumbra a su nueva situación y aprende a disfrutar de su tiempo libre. "Yo nunca quise prejubilarme, porque que una empresa tenga que desprenderse de personal nunca es bueno, es señal de que no tiene buen futuro". Sin embargo, ahora cree que el horizonte no es tan oscuro: "Ahora sí hay una apuesta por la actividad industrial, habrá un futuro más halagüeño".

Ascensión Rodríguez, ex empleada de Altadis: "Con las prejubilaciones se pierde empleo en nuestra tierra"

Cuando su empresa anunció un proceso de prejubilaciones voluntarias hace dos años, Ascensión Rodríguez no se lo pensó. "Cuando me prejubilé, me dio mucha pena, porque sé que se pierde empleo en nuestra tierra, pero tenía que pensar en mi salvación".

Ascensión Rodríguez, de 52 años, ya se vio una vez entre la espada y la pared, cuando Altadis, la tabacalera hispanofrancesa la propuso para un traslado geográfico en 2001: la oferta garantizaba su puesto de trabajo, pero para conservarlo tenía que mudarse a Logroño. Finalmente, la presión sindical paró aquella decisión de la empresa. "Entonces estaba dispuesta a trasladarme, me negaba a que me echaran de la empresa; pero ahora que podía escoger, no quería volver a exponerme a ese riesgo", explica.

El pacto con los sindicatos le garantizó suficiente dinero para disfrutar ahora de su familia, pero insiste en que no es la solución. "Ahora no me tengo que levantar a las cinco de la mañana", ironiza.

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