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Reportaje:

El cambio climático jubila a Edison

Australia prohibirá por razones ecológicas la tradicional bombilla de filamento

El Gobierno de Australia la ha emprendido con la bombilla de filamento. El Ejecutivo conservador de John Howard, tras años de oposición al Protocolo de Kioto, ha anunciado que sustituirá por bombillas de bajo consumo todas las del país en los próximos tres años, salvo las imprescindibles, como las usadas en medicina. Con la medida, Australia se convierte en el primer país del mundo que jubila la bombilla que inventó Thomas Edison en 1879 y que revolucionó el mundo. Todo por ahorrar energía y gases de efecto invernadero.

Cambiar los 350 millones de bombillas que hay en España ahorraría 6,5 millones de toneladas de CO 2

El mecanismo de la bombilla clásica es tan sencillo como poco eficiente. Una corriente eléctrica atraviesa un filamento metálico. Éste se calienta tanto que finalmente produce luz. Así que el 90% de la energía que consume la bombilla se emite en forma de calor. Mal negocio en tiempos de ahorro energético. Peor en tiempos de cambio climático.

Por eso, los Gobiernos de medio mundo han impulsado medidas para pasarse a bombillas fluorescentes, que consumen un 80% menos de energía. Pero ninguno había ido tan lejos como el australiano. Su ministro de Medio Ambiente, Malcolm Turnbull, anunció el martes en su web: "¡Los primeros del mundo! Usamos bombillas de hace 125 años que son muy ineficientes. Emiten toneladas de CO2 a la atmósfera de forma innecesaria y las apagaremos de forma gradual antes de 2010".

El argumento es un informe de la Agencia Internacional de la Energía que afirma que "si la mitad de las bombillas del mundo fueran sustituidas por lámparas de bajo consumo en 2030, se ahorraría cada año cinco veces el consumo anual de Asutralia". "El cambio climático es un desafío global. Animo a otros países a que se pasen a las bombillas fluorescentes", concluye Turnbull, quien anuncia ayudas a los productores de bombillas, principalmente en China.

La medida tiene mucho de cosmética al proceder de un país que no ha ratificado el Protocolo de Kioto, pero su impacto no es desdeñable. "Es muy radical, pero claro que tendría efecto; en España se ahorraría mucha electricidad", explica Fernando García, técnico del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), del Ministerio de Industria.

García hace unos números rápidos: "En España hay unos 350 millones de bombillas, unas 25 por hogar. El 20% de la factura doméstica de electricidad la consumen las bombillas, así que sustituyendo todas las bombillas se ahorrarían unos 10.000 gigavatios-hora cada año, un 3% de la electricidad que se produce en España al año, una barbaridad, que equivale a 6,5 millones de toneladas de dióxido de carbono al año", lo mismo que emiten 650.000 españoles al año. La calculadora de García funciona deprisa y no para: cada bombilla de bajo consumo cuesta unos 10 euros, por lo que sustituir el parque de bombillas costaría unos 3.500 millones de euros. Según el IDAE, cada una de estas bombillas de bajo consumo se amortiza en un año.

Pero los cálculos no salen del papel. En España, el Gobierno no tiene ningún plan para prohibir las bombillas tradicionales. La Estretegia Española de Cambio Climático prevé una norma para reducir el consumo del alumbrado público y se limita a "fomentar la utilización de bombillas de bajo consumo". Nada de prohibiciones.

La guerra a la bombilla es hoy muy popular. Incluso la General Electric, la compañía fundada por Edison para fabricar bombillas y hoy convertida en gigante multinacional, ha pedido al Gobierno de EE UU medidas para ahorrar energía. California, el Estado díscolo para Bush en cambio climático, tramita una ley similar a la australiana. La llaman: "Cuántos legisladores hacen falta para cambiar una bombilla".

Una instalación del colectivo canadiense Artificiel, basada en un conjunto de bombillas.
Una instalación del colectivo canadiense Artificiel, basada en un conjunto de bombillas.

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