La moda española busca su talla
Ocáriz, Pernas, Montesinos y Schlesser presentan las propuestas para otoño-invierno
"Nunca se está demasiado delgada ni se es demasiado rico". Por segunda vez, la Pasarela Cibeles se muestra en desacuerdo con esta frase atribuida a la mítica duquesa de Windsor. La delgadez en Madrid tiene un límite y no lo marcan los diseñadores, sino el Gobierno regional. "En todas las facetas, poco a poco nos van haciendo perder libertad. Hay niñas flacas que no están enfermas y la diferencia entre una talla y otra no se nota tanto", aseguraba el diseñador Elio Berhanyer, que abrirá hoy la segunda jornada de Cibeles.
Todas las modelos que hasta el viernes desfilan por los 25 metros de pasarela instalados en una carpa en el parque del Retiro tienen un índice de masa corporal de 18 o por encima. Cinco chicas preseleccionadas se quedaron fuera dos días antes de que la Pasarela arrancase. Entre las que pasaron la prueba no hay consenso. La maniquí rusa Anna Eyrich aprueba la nueva medida: "De alguna manera, esto está bien. Hay que marcar un límite. Se nota inmediatamente si alguien está o no sano". Su compatriota Elena piensa que es injusto: "Hay gente delgada y sana. Es muy difícil que una modelo de 14 años cumpla con este requisito, y sin embargo eso no significa que esté anoréxica".
Dos de las modelos descartadas por Cibeles iban a participar en el desfile inaugural de la Pasarela, el de Miriam Ocáriz. "Yo soy la primera que estoy delgada y no enferma. La anorexia es un tema social que abarca un montón de cosas". La diseñadora bilbaína apostó por superposiciones, plisados, mangas con volumen, discretos estampados y un solo color de ruptura: el amarillo. Las modelos, flacas y altas, a pesar de su masa corporal, desfilaron a ras del público que escudriñaba las prendas, quizá en busca de un atisbo de grasa que les reconfortara.
El peso de los chicos
Con Antonio Pernas salieron los primeros chicos, cuyo peso a nadie preocupa. Lucieron líneas rectas y abrigos con capucha. Rojo y negro, bermudas, gabardinas, chaquetas de aviador y ceñidas faldas tubo fueron la propuesta para ellas. El largo, a la rodilla. Lemoniez puso fin a los desfiles de la mañana y cambió el color de la alfombra. Tonos otoñales, vestidos de seda estampada al estilo de antiguos pañuelos y práctica ausencia de cuellos formaban su repertorio. La rodilla siguió marcando la frontera de las faldas.
Con Francis Montesinos llegaron la copla, los volantes y el todo corazón. Miguel Bosé, Antonio Canales y Ana García Obregón -cuyo novio desfiló- animaron el lado rosa de un desfile en el que se pasó del look Conan el Bárbaro al traje largo de terciopelo negro. La bailaora Lola Greco añadió toque folclórico y una novia con aspecto de viuda negra cerró.
Ángel Schlesser retomó el tono sobrio con vestidos túnica y escuetos colores. Los flases del corazón siguieron disparando, esta vez a Ana Botella, el alcalde Ruiz-Gallardón y la infanta Elena. Ágatha Ruiz de la Prada cerró la jornada con música clásica, colorida ropa de esquí y mucho corazón.
Babelia
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