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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ciclo electoral

La campaña para el referéndum andaluz del 18 de febrero ha abierto este pasado fin de semana un ciclo electoral que se extenderá hasta las elecciones generales del primer trimestre del año próximo y cuya siguiente cita serán las autonómicas y municipales de mayo. Un calendario lo suficientemente apretado como para considerar básicamente concluida a efectos prácticos la legislatura iniciada en 2004, con los partidos volcados en poner a punto sus estrategias para lanzar a sus candidatos.

Eso es lo que hizo el partido socialista el sábado pasado en Leganés, unas horas antes de que se iniciase en Madrid la marcha contra el terrorismo convocada por el Foro de Ermua y en la que participó la plana mayor del Partido Popular. En la batalla por imponer una determinada agenda que se anuncia entre los dos grandes partidos, Zapatero quiso dejar clara su apuesta. Tras los graves escándalos urbanísticos que han aflorado en los últimos meses (con incidencia en ambas formaciones), Zapatero puso el mayor énfasis en la voluntad de su partido para combatir la corrupción. En lugar de entrar en una puja sobre qué partido está más marcado por la corrupción, tuvo interés en resaltar la distinta actitud ante los casos aparecidos: el PP se limita a negarla en nombre de una supuesta incompatibilidad de su partido con la corrupción; los socialistas prefieren ofrecer garantías de su voluntad de combatirla.

Zapatero abordó también el problema del acceso a la vivienda, aprovechando para desgranar algunos de los logros de su gestión en esta materia, y habló de políticas sociales, con una mención especial para la Ley de Dependencia; y del fuerte crecimiento de la economía y el empleo. Su afirmación en este contexto de que España "merece la pena" fue algo más que el sonoro colofón de un mitin celebrado con la mirada puesta en las elecciones de mayo; fue una respuesta a las acusaciones de desmembrar España que le dirige el Partido Popular y, a la vez, un nuevo intento de reconducir la agenda política que ha presidido esta legislatura.

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Sabiendo que pocas horas después el primer partido de la oposición le reprocharía en la calle su forma de conducir la lucha antiterrorista, Zapatero no se refirió a ella en ningún momento. Con este silencio venía a expresar que el ciclo electoral que ahora se abre no sólo se dirimirá ofreciendo las alternativas más convincentes para los ciudadanos, sino también imponiendo la agenda política para la que se ofrecen.

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