Más de 200.000 personas se manifiestan en Madrid contra el diálogo con ETA
El PP convirtió la marcha en una protesta contra el Gobierno.- El grito más coreado fue "Zapatero, dimisión".- La concentración superó a la del 13 de enero.- El acto terminó con el himno nacional
El PP en pleno, con dirigentes y militantes de toda España, salió ayer a la calle para hacer su propia manifestación tras el atentado de ETA en Barajas y reivindicar su decisión de no acudir a la anterior, del día 13, convocada por las asociaciones de ecuatorianos y los sindicatos. El PP logró superar las cifras de esa última marcha, su principal objetivo. Los cálculos de EL PAÍS alcanzan la cifra de 210.000, (en la anterior se quedaron en 171.000). La delegación del Gobierno habló de 181.210 (el 13 de enero la cifró en 174.824). La Comunidad de Madrid -como siempre, sin aportar su método de cálculo- dijo: "Los técnicos de la Dirección de la Seguridad del Estado cifran en torno al millón y medio" la asistencia. En la anterior hablaron de 210.000 personas.
En principio, la organización convocante, el Foro Ermua, había mostrado su voluntad de que la marcha no se transformara en una protesta contra el Gobierno sino contra el diálogo con ETA. Pero pronto se vio que era inútil. Un solitario miembro de la organización se afanaba en la cabecera con su megáfono para arrastrar a las masas hacia lemas más suaves. "Zapatero, las víctimas primero", gritaba con entusiasmo. Pero prácticamente nadie le seguía. El "Zapatero, embustero", triunfaba mucho más. Algunos, los más jóvenes, preferían otra rima: "Zapatero, coge la maleta, y vete con la ETA", gritaban sonrientes. Otros, enfervorecidos, insultaban a los periodistas: "¡Manipuladores!".
Mikel Buesa, del Foro Ermua, había prometido que el servicio de orden se encargaría de parar cualquier insulto al presidente del Gobierno. Pero muy cerca de la cabecera, por donde deambulaban todos los políticos y algunas víctimas, había carteles muy duros contra el líder del PSOE que no desaparecieron en toda la marcha, e incluso eran jaleados por los manifestantes. Varios señalaban: "Zapatero, entraste por Atocha [por el atentado del 11-M], saldrás por Barajas". Y sobre todo había una pancarta muy visible que, en medio de las más moderadas puestas por la organización, destacaba: "Z-ETA-P, traidor".
El movimiento de quienes defienden la teoría conspirativa sobre el atentado del 11-M estuvo, como en las seis protestas anteriores contra la política antiterrorista del PSOE, muy presente. Suyos eran los carteles más ofensivos: "ETA, PSOE, Zapatero, ¿quién está detrás del 11-M?".
Había muchas pancartas contra ETA y algunas por la unidad de los dos grandes partidos, que había repartido la organización, pero apenas se escucharon cánticos contra la banda. Cuando gobernaba el PP, en estas concentraciones de repulsa se gritaba "ETA, dispara, aquí tienes mi nuca", o "sin pistolas, no sois nada". Ayer sólo hubo algún fugaz "ETA, canalla, España no se calla", pero los ciudadanos mostraban mucho más entusiasmo por los ataques a Zapatero.
De todos los gritos, sólo uno logró abrir y cerrar la marcha y a la vez conquistar la unanimidad del público: el ya clásico "¡Zapatero, dimisión!". También hubo algún esporádico "España se merece, otro presidente".
El PP llamó a rebato a los suyos y no faltó prácticamente nadie. Desde el presidente fundador, Manuel Fraga, y el de honor, José María Aznar, pasando por el líder, Mariano Rajoy, el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre -muy criticados por su ausencia en la anterior convocatoria-, y varios barones regionales, incluido el catalán Josep Piqué. Aznar le robó bastante protagonismo a su teórico jefe, porque se colocó por delante de la pancarta, cerca de la gente, que se empujaba para darle la mano. "Aznar, por siempre, serás mi presidente", le gritaban unos jóvenes entusiastas que arrastraban a los demás. Una militante les recriminó: "¿Y Rajoy?". "Bueno, cuando sea presidente ya veremos, de momento Aznar es el más grande", le respondió su compañero.
Rajoy resumió el espíritu de la protesta: "Si el Gobierno rectifica y dice que no va a negociar con ETA, nosotros estaremos detrás. España es una gran nación, con más de 500 años de historia, la octava potencia económica del mundo y por ello no puede negociar con una banda que intenta privar a las personas de su vida".
Los dirigentes del Foro Ermua tenían mucho interés en que la manifestación no se asociara sólo con el PP. Por eso insistían en contar que estaba allí Rosa Díez, militante del PSE muy crítica con Zapatero. Además, el manifiesto lo leyó Antonio Aguirre, militante de ese partido con un expediente de expulsión abierto. Le presentaron en la tribuna como "un socialista que sabe lo que es la izquierda".
También hubo una representación ecuatoriana -de la ignota Federación de Ecuatorianos de Madrid, que no está registrada oficialmente y ha aparecido en escena sólo para apoyar las tesis del PP- y un recuerdo para los dos inmigrantes asesinados por ETA en Barajas. Pero en toda la marcha no se vio a ningún grupo de ecuatorianos manifestándose, al contrario de lo que sucedió el día 13. De hecho, ni en el Paseo de Recoletos ni en la calle de Alcalá podía verse a ningún ciudadano identificable claramente como inmigrante.
No había extranjeros, pero sí ciudadanos venidos de toda España, con sus banderas autonómicas a cuestas. Esta es una de las diferencias con la otra manifestación, que tuvo el mismo recorrido pero estaba apoyada por el Gobierno. Entonces se convocaron protestas contra ETA en varias ciudades españolas, y de hecho hubo 80.000 personas en la calle en Bilbao, y otras 40.000 en Zaragoza. Ayer la consigna del PP -el gran movilizador con su estructura capilar en todo el país- y otras organizaciones más pequeñas era acudir a Madrid. Hasta 300 autobuses quedaron aparcados en las inmediaciones de la estación de Atocha. Sólo hubo otra pequeña concentración de un millar de personas en Barcelona, informa Amanda Mars.
Después de dos horas de gritos contra Zapatero, la gente se animó con el pasodoble "Que viva España", coreó el futbolero "a por ellos, oé", y concluyó escuchando el himno nacional al grito de "España, unida, jamás será vencida". Fuentes del Gobierno criticaron la decisión de hacer sonar al himno, algo, según el Ejecutivo, contrario al decreto de 1997 que regula su utilización.
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