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Reportaje:

Ruy el conquistador

EL PAÍS presenta mañana, por 2,95 euros, 'El Cid', tercer volumen de la colección de clásicos adaptados para niños de 5 a 12 años

Su historia corrió de boca en boca. Las versiones sobre las proezas del valiente caballero Rodrigo Díaz de Vivar han inspirado cantares, poemas, un drama, una ópera y hasta una película en la que Charlton Heston y Sofía Loren dieron nueva vida al héroe castellano y a su esposa Jimena.

A lomos de su caballo Babieca y armado con su espada Colada, El Cid y sus hombres desafiaron a reyes y ejércitos invasores. Ocurrió en el reino de Castilla, en Valencia y en Zaragoza, en un tiempo en el que moros y cristianos peleaban por tierras segmentadas. Su fama pronto cautivó a poetas y juglares, que cantaron su hazañas en las cortes medievales. Los versos fueron transcritos a papel en el siglo XIII. Y así pasaron los años, tantos que están a punto de cumplirse 800 desde que se escribió la copia más antigua del Cantar de Mío Cid.

Sobre esta obra épica, de autor desconocido, y sobre las hazañas del héroe recogidas en Historia de Roderici se basa la versión infantil de este clásico de las letras españolas. Una historia, la suya, llena de espadas, amores y peleas entre reyes. Cristina Picazo ilustra la adaptación de Nuria Ochoa que se presenta mañana con EL PAÍS por 2,95 euros.

Leal, justiciero, valiente y feroz batallador, Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como Ruy, nació en Burgos en el siglo XI. Cuando su fama se propagó por los divididos reinos, se le apodó El Cid, es decir, "el primer señor, el más grande". Rodrigo creció junto a Sancho, hijo del rey Fernando. El Cid se mantuvo fiel a su amigo, heredero de la Corona de Castilla, en las luchas que le enfrentaron con Alfonso, hermano de Sancho y rey de León. Su fidelidad le costó innumerables luchas y traiciones. A la muerte de Sancho, El Cid se casó con Jimena, pero esto no impidió que sufriera las envidias de los nobles leoneses. Las intrigas acabaron en destierro y Ruy tuvo que abandonar su querida Castilla y partir a Zaragoza para servir a Almuqtadir. El Cid regresó a Castilla y sufrió un nuevo destierro. Perdió a su hijo Diego en el campo de batalla y asedió durante meses la ciudad de Valencia, que finalmente conquistó. Su historia es la de un invencible luchador y, según cuenta la leyenda, incluso en el lecho de muerte, ante la inminente invasión de Valencia, no dudó en subirse al caballo. Su sola imagen espantó a las tropas enemigas.

Ilustraciones de Cristina Picazo en <i>El Cid,</i> tercer volumen de la colección Mis Primeros Clásicos.
Ilustraciones de Cristina Picazo en El Cid, tercer volumen de la colección Mis Primeros Clásicos.
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