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La investigación de los vuelos secretos de la CIA

Orden de captura contra 13 agentes de la CIA por el secuestro de El Masri

La fiscalía de Múnich ha cursado la demanda, basada en información de la policía española

La fiscalía de Múnich emitió ayer una orden detención contra 13 presuntos miembros de la CIA, 11 hombres y dos mujeres, implicados en el secuestro del ciudadano alemán de origen libanés Jaled el Masri. Los delitos en que se basa la orden son secuestro y lesiones graves. Las informaciones de la policía española a la fiscalía de Múnich sobre el grupo de la CIA, que actuaba desde Palma de Mallorca, han resultado decisivas para poder emitir ayer la orden detención.

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A El Masri lo secuestraron el día de Nochevieja de 2004 en la frontera entre Serbia y Macedonia y lo trasladaron a un hotel en Skopje, la capital de Macedonia, donde permaneció detenido 23 días. El 23 de enero de 2005 un avión de la CIA que salió de Palma de Mallorca transportó al secuestrado a la capital de Afganistán, Kabul, donde lo interrogaron y torturaron. Unos tres meses después, el 28 de mayo, lo dejaron libre en Albania.

A paso de tortuga y a regañadientes, la justicia alemana se mueve y parece dispuesta a actuar en el caso el Masri. Tras meses de intentos frustrados del Gobierno alemán y sus diversos servicios secretos de obtener información de EE UU sobre el secuestro de El Masri, comisiones parlamentarias de investigación del Parlamento Federal en Berlín y del Consejo de Europa en Estrasburgo, por fin la justicia alemana parece haber tomado cartas en el asunto.

Buena parte de las informaciones sobre las que se basa la orden de detención proceden de España, de investigaciones de la Policía y de la Guardia Civil. El fiscal de Múnich Martin Hofmann viajó a España junto con un policía criminal alemán y el pasado 27 de septiembre recibió la lista de los agentes de la CIA e información sobre sus actividades en Palma de Mallorca. Las autoridades españolas disponían de copias de los pasaportes de las 13 personas, entre agentes y tripulantes que embarcaron en el Boeing 737, número N313P, y volaron de Palma de Mallorca a Skopje y de allí a Kabul con el secuestrado a bordo.

Todo indica que los nombres de los agentes implicados James Ohale, Erich Fair, Hector Lorenzo y otros 10 son falsos. No obstante, las falsificaciones de las fechas de nacimiento parece que no son una obra de arte y se han limitado a bailar los números e, incluso, ni se molestaron en alterar las fechas de las revisiones médicas regulares a que se someten los pilotos.

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El programa de la primera cadena de la televisión pública alemana (ARD) Panorama descubrió a tres de estos agentes que trabajan para la empresa Aereo Contractors en el pueblo de Smitfield, en el estado norteamericano de Carolina del Norte. Todo indica que esta empresa trabaja para la CIA y es la continuadora de Air America, que en los años setenta, durante la guerra de Vietnam, se dedicaba a cometidos similares. Con la contratación de una empresa privada, la CIA evita los trámites que supondría utilizar un avión de la fuerza aérea que dejaría muchas más huellas en los aeropuertos de escala. Una llamada telefónica del agente que respondía al nombre de Erich Fair a su casa en Carolina del Norte llevó a los periodistas a localizarlo, pero se negó a efectuar declaraciones. Los intentos de los reporteros de Panorama de conseguir declaraciones de los agentes que viven en Smitfield resultaron también infructuosos.

El problema para la investigación de la fiscalía de Múnich estriba ahora en encontrar las identidades reales de los nombres de los agentes que recibió de la policía española. No obstante, según algunas informaciones, dispone de los nombres de algunos agentes. Esto no serviría de gran cosa, porque EE UU se negaría a conceder la extradición de cualquier agente. Todas las instancias de la administración de ese país, desde el FBI a la secretaría de Estado o la CIA, se han negado a responder, o han dado la callada por respuesta, a múltiples requerimientos de información relacionados con el caso de diversas autoridades alemanas, desde la embajada en Washington a los servicios secretos.

La secretaria de Estado Condoleeza Rice reconoció en Berlín en su entrevista con la canciller Angela Merkel que con El Masri se había cometido un error. Horas después de abandonar Berlín, desmintió haber reconocido el error. El que era embajador de EE UU en Alemania Daniel R. Coats informó el 31 de mayo de 2004, de forma confidencial, al entonces ministro federal del Interior, el socialdemócrata Otto Schily (SPD), sin dar el nombre, del secuestro de El Masri, que tres días antes había sido liberado en Albania. Schily no difundió esta información hasta que estalló el escándalo.

El Masri declaró que durante su detención en Kabul lo interrogó un alemán que se hacía llamar Sam, pero no consiguió identificarlo cuando la policía alemana le presentó fotos de posibles interrogadores. También dijo El Masri que los interrogadores norteamericanos poseían informaciones muy detalladas sobre los islamistas de Neu Ulm. El Masri se movía en círculos islamistas de su ciudad Neu Ulm, en el estado libre de Baviera al sur de Alemania. Nunca ha quedado del todo claro qué lo llevó el día de Nochevieja hasta la frontera entre Serbia y Macedonia, uno de los lugares menos atractivos del planeta, para celebrar el año nuevo. Él declaró que había discutido con su mujer y había querido irse de casa.

Todo parece indicar que los agentes de la CIA que secuestraron a El Masri actuaron por error. Se baraja la hipótesis de que un terrorista del mismo nombre hubiese provocado la detención y secuestro de El Masri. El Gobierno federal alemán quiere mantenerse al margen de las actuaciones de la fiscalía de Múnich para no deteriorar las relaciones con EE UU.

Una portavoz del Ministerio federal de Justicia declaró ayer en Berlín: "Éste no es un asunto del Gobierno federal, sino de la fiscalía encargada del caso". Y sólo actuaría a petición de la fiscalía. El portavoz gubernamental Ulrich Wilhelm no cree que esta orden perjudique las relaciones entre los servicios secretos de Alemania y EE UU que sabe que la justicia actúa con independencia.

Disculpa de EE UU

El Masri mostró ayer su satisfacción y añadió que ahora espera una disculpa por parte del Gobierno de EE UU. Su abogado Manfred Gnjidich destacó que la fiscalía le ha mostrado al servicio secreto estadounidense sus límites y que la decisión contribuye a la rehabilitación de su mandante. Sobre los efectos de la orden de detención en EE UU se mostró escéptico. Sostiene Gnjidich que sí debe dar una explicación y excusarse ante su mandante. Y pide que el Gobierno alemán apoye esta petición.

La actuación de la fiscalía de Múnich se produce cuando está abierta en Alemania la polémica en torno al llamado talibán de Bremen, el joven turco Murat Kurnaz, de 24 años, nacido en Alemania, al que las autoridades alemanas dejaron cuatro años en Guantánamo a sabiendas de que era inocente. Ambos casos ponen de manifiesto que el Gobierno de coalición de centro-izquierda entre socialdemócratas y Verdes practicó a fondo una doble moral: hacia afuera oposición a la política de EE UU en Irak y al mismo tiempo cooperación entre los servicios secretos en operaciones que eran un atentado contra los derechos humanos.

Jaled el Masri, ciudadano alemán de origen libanés  secuestrado en 2004.
Jaled el Masri, ciudadano alemán de origen libanés secuestrado en 2004.AP

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