El derecho a una muerte digna
El derecho a una muerte digna ha de pasar de ser considerado ilícito a lo que realmente es: un derecho fundamental y, por lo tanto, inalienable de la persona que quiera ejercerlo libremente y en pleno uso de sus facultades mentales.
De ahí que se deba regular legalmente, con todas las garantías, la figura del testamento vital y se establezcan protocolos médicos de actuación. Garantías tanto para el enfermo incurable y dependiente, que padece terribles sufrimientos físicos y/o psicológicos con una sustancial merma en su calidad de vida, como para el personal sanitario que facilite con sus conocimientos dicho derecho de tránsito sereno e indoloro.
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