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Conflictos urbanísticos
Columna
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¡Vaya día para el PP!

A Martín Serón y Guerra Gil -alcalde y concejal de urbanismo de Alhaurín el Grande- que compartieron mesa y mantel de almuerzo con tan ilustres personajes de su partido, entre otros: Rajoy, Arenas, De la Torre, Esperanza Oña, Celia Villalobos, Ángeles Muñoz... el gozo les debió llegar al pozo cuando escasas horas después, y ya tomando café con el hoy vocal de la gestora del PP y antaño ex subdelegado de Aznar, Carlos Rubio, la policía procedió, no a un "cachondeíto" sino a proporcionarles el gran susto mayúsculo de la detención por orden judicial. La detención, aunque fue en Marbella, esta vez la noble ciudad no tuvo culpa alguna. ¡Que tendrá Marbella... ! decía la sesentona canción. Pues que es muy ambicionada, le contestaría cualquiera.

Tanto, que fue villa elegida por Rajoy para dar sustanciales mensajes extraídos de su colección monográfica, dirigidos a tiros y troyanos, es decir contra el Congreso de los Diputados y el Gobierno. A la mayoría de la soberanía popular que el pueblo español se dotó en su aún no asumida derrota electoral del 14 M, la tachó de estalinista. ¿Qué representaría para don Mariano el franquismo al que en reiteradas ocasiones se ha negado a condenar? Asimismo, en esa oposición frontal que mantiene su partido contra el Gobierno, con la atenta mirada de Martín Serón en primera línea del mitin, rechazó la oferta de pacto ofrecido por Zapatero contra los delitos urbanísticos. Rajoy consideró que "hay leyes, pero que no se aplican", exigiendo su cumplimiento, para lo cual "los jueces deben ser diligentes, la policía eficaz y el fiscal defender el interés general y por tanto ir claramente contra la corrupción". Como coronario, don Mariano, mayor de edad, registrador de la propiedad y, según el extremeño Rodríguez Ibarra, "no elegido presidente por los españoles, y ni tan siquiera como candidato por los militantes del PP, sino ungido por el dedo del guerrero Aznar", manifestó que "sólo el PP garantiza honestidad", pidiendo "que se le dé su oportunidad en Marbella", a lo que el alcalde del referido Alhaurín, junto a los demás comensales, irrumpió en fuertes aplausos.

De esas solemnes y contundentes palabras de Rajoy se deducía que la justicia tenía que ser diligente si había razones fundadas sobre cohecho y prevaricación urbanística, aunque fuera para dictar la detención del alcalde y concejal de Alhaurín, y por tanto no había que posponerla a que su estancia en Marbella quedara en el olvido, por lo que si algún militante del PP incurría en algún presunto delito no debía entenderse su detención como una persecución política contra el PP, sino derivado de la eficacia policial. De ahí que los vehementes gritos del presunto escoltado por la policía en la noche de los registros -"no van a por mí, van por el PP"-, solo pueden ser interpretados no en clave política, sino en el subjetivo aprieto que en ese instante, con la justicia pisándole los talones, sufre quién la pronuncia. Si lo anterior no merece justificación alguna, menos que un alcalde de un ayuntamiento, saliendo bajo libertad provisional y con una sustanciosa fianza, descalifique los mecanismos judiciales de nuestro Estado de Derecho tachándolos de "república bananera de Zapatero". Y para colmo, que el presunto se refiera a que este mismo Estado democrático "mantiene a las personas honradas en la cárcel y a los etarras en la calle", como mínimo debería de haber producido en el PP, por su condición de intolerables en alguien que se proclame demócrata, el sonrojo de haberlo tenido entre sus filas procediendo a la inmediata expulsión. Por ello, ¿qué pintaba pues la dirección provincial del PP rodeándole y respaldándolo en ese momento?

Más, cuando todo el mundo debería ser prudente con estos delicados temas, ya que, más temprano que tarde los sumarios secretos acaban haciéndose públicos, y las declaraciones realizadas quedan en las hemerotecas para vergüenza de sus autores.

Por si fuera poco lo anterior, el día antes de esta detención, Javier Arenas -el de la despolitización de las cajas de ahorros- pretendió que los euros de Unicaja estuvieran buenamente salvaguardados por sus nuevos consejeros: el diputado del PP, el nada apolítico señor Atencia, en sustitución no consensuada con el otro Mariano, Vergara, así como por un nada boquerón -qué pensará Celia Villalobos de su malagueñismo- dirigente del PP de Cádiz, relevando al edil malagueño Juan Ramón Casero, y por el primer edil de Alhaurín el Grande que fuera detenido horas después. Menudo escándalo financiero si la operación del PP sobre la malagueña entidad se hubiera consumado.

En la frustrada elevación del señor Martín Serón a la categoría de consejero de la entidad, llevada a cabo gracias a la votación democrática de su asamblea general, el máximo del PP de Málaga, Joaquín Ramírez, arremetía, la misma mañana en que horas más tarde se produjo la citada detención, contra el resultado habido porque la votación se había hecho a "cara de perro" -¿figuraría algún can en el reverso de la papeleta del voto?- a la vez que Antonio Sanz, secretario general del PP-A, descalificaba públicamente al presidente de Unicaja, Braulio Medel. De ahí que esa misma noche de autos alhaurinos, mientras la policía judicial, en su búsqueda de papeles urbanísticos y otros colaterales, se dedicaba a registrar diversos inmuebles de Alhaurín el Grande, cundiera, procedente de las viperinas lenguas de la sátira, el chascarrillo de que la sombra alargada de don Braulio era el autor intelectual de la operación que se estaba desarrollando por la UDYCO (Unidad de Delincuencia y Crimen Organizado).

¡Vaya día para el PP! Pero lamentablemente no sólo para el PP, de ahí que su tragicómica incongruencia simultáneamente se convierta políticamente en desastre para todos, cuando de cara a la ciudadanía el ejemplo que en este fatídico día han dado los citados dirigentes del PP, cae como destructiva bomba de neutrones sobre el noble quehacer de la política y el generoso trabajo que la mayoría de los alcaldes y concejales -incluidos lógicamente los del PP- hacen por el interés general.

Ignacio Trillo Huertas es delegado de la Consejería de Medio Ambiente en Málaga.

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