Una mujer en busca de su medida
Una excursión por una zona comercial de Madrid demuestra que una misma persona puede vestir prendas entre la 36 y la 42
Para comprobar el maremagno de tallas en el que se mueve una mujer que salga a comprarse ropa, el pasado año, en plena primavera del mes de abril, una redactora de EL PAÍS aplicó el método empírico para probar la premisa de que las tallas, en España, distan mucho de estar unificadas. Es decir, se pasó una tarde entrando y saliendo de distintas tiendas y grandes almacenes de la zona centro de Madrid y probándose ella misma la ropa. Su meta: encontrar unos pantalones y una camisa -como los que llevaba puestos- y averiguar cuál era su talla.
La experiencia le condujo a la más profunda confusión. Ella era la misma cada vez que entraba en el probador, pero las tallas cambiaban de forma completamente aleatoria. En una cadena de ropa para mujeres que son o se sienten jóvenes, se probó pantalones de tres modelos diferentes. Ninguna de las tallas coincidió: pasó de la 36 a la 40. Cuando lo intentó con las camisas, de un mismo modelo, la que venía como talla 40 le quedaba más ajustada que la marcada como 38... Además, comprar en las cadenas más populares de ropa se parece a dar la vuelta al mundo en una tarde. De los tres pantalones citados, dos estaban hechos en Marruecos y otro en Vietnam. Las blusas venían de India.
Las tiendas de ropa más moderna son las que mayor variedad de tallas ofrecen, lo que obliga a pasarse un buen rato en los probadores hasta que algo quede bien. En orto cubículos se oyen frases deprimentes: "Voy a adelgazar, porque ¿desde cuándo no entro yo en una 38?".
En las tiendas más clásicas, o en las plantas más clásicas de los grandes almacenes, la cosa se normaliza un poco... Pero pasas a ser una 42.
Por probar, también visitó una tienda de ropa juvenil de una cadena francesa. En Francia, las tallas están unificadas desde los años ochenta. Y, vaya, bingo: por fin todo coincidía. En este establecimiento, todo lo que le quedaba bien era de la talla 38. La 40 le quedaba grande, la 36 no le entraba. Luego es posible tener una sola talla para una sola mujer. Por cierto, aquí la ropa venía de Bangladesh.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.