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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Zen galés

Diego A. Manrique

Tiene un currículo apabullante, pero John Cale también se merece nuestra simpatía por su comportamiento cotidiano. Si en el rock existieran equivalentes a las medallas militares, debería reconocerse su heroísmo: lleva más de 40 años soportando resignadamente los desplantes y las mezquindades de ese monstruo llamado Lou Reed. A Lou, ya se sabe, siguen atribuyéndole todos los méritos de The Velvet Underground, cuando parece evidente que el galés diseñó sus rupturas sonoras.

John Cale es un genuino caballero: continúa cantando a Leonard Cohen aunque el canadiense le ganó por la mano cuando ambos competían por la misma mujer. Posee una formación académica, experiencias en la música repetitiva neoyorquina y con orquestas sinfónicas, pero no alardea de ello: juega en el campo del rock y reconoce su esencia ruda. Sirvió de interlocutor eficaz entre la calle y los despachos: fue el productor-para-proyectos-difíciles de Elektra e Island Records, cuando aquellas discográficas eran modelo de valentía.

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"Me mueve la cólera"

Le protege su aplomo europeo. Viene de los valles mineros de Gales y pertenece a una de esas familias proletarias que creen en la superación por la educación. Fue reconocido por la BBC como niño prodigio, ganó una beca Leonard Bernstein para estudiar en Estados Unidos, esquivó las manos ansiosas de Aaron Copland. Sin embargo, nunca perdió las mañas callejeras, que le permitieron sobrevivir en los antros del downtown neoyorquino o en la zona decadente de Los Ángeles.

Sin darse aires de genio, Cale explora sentimientos complejos con una paleta musical que va desde las orquestaciones suntuosas (Paris 1919) a los fondos ásperos (Helen of Troy). No se le conocen grandes concesiones al mercado; para mantener viva su carrera, sabe manejarse con compañías grandes y pequeñas, editando -excepto en tiempos de turbulencia personal- un disco por año. Le ayuda una decisión trascendental: dejó las drogas y, en compensación, se convirtió en un fanático de la moda. En su pragmática opinión, "es igual de caro pero al menos terminas con los armarios llenos de ropa agradable".

Sí, Cale puede dar hasta miedo: durante la época punk, parecía un psicópata con aquella máscara de portero de hockey; hasta se fotografió con una camisa de fuerza. Pero se trataba de imposiciones del guión. La prueba es que, como productor, demostró una extraordinaria cintura a la hora de lidiar con artistas problemáticos. Alguien tan aparentemente cerebral logró encauzar los primeros ímpetus de The Stooges, Jonathan Richman & The Modern Lovers o el Patti Smith Group.

En el estudio, rechazaba el modelo bonapartista: contratado por un grupo español de los ochenta, vio desechadas sus opiniones y, en vez de discutir o conspirar, se lavó las manos. "La vida es demasiado corta para pasarla peleando", resumió luego. Deberíamos preguntarnos, igual que en el título de su autobiografía: "¿Cómo se dice zen en galés?".

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