Embriones híbridos
Una nueva prueba de que los avances en biomedicina nos plantean preguntas que requieren repensar nuestros puntos de vista es la suscitada en torno a la petición de crear embriones híbridos entre humano y animal para investigar las posibilidades terapéuticas de las células madre.
Se trata de transferir el núcleo de una célula adulta humana a un óvulo animal al que previamente se le ha extraído su propio núcleo. El resultado es un pre-embrión "predominantemente" humano, ya que la inmensa mayoría de la carga genética, la contenida en el núcleo, proviene de la célula humana. Este pre-embrión serviría, tras dividirse durante algunos días, como fuente de células madre. En ningún caso se implantaría ni podría prosperar más allá de esta fase preliminar.
Varios grupos de investigadores ingleses han solicitado la autorización de la Autoridad en Fertilización Humana y Embriología para utilizar esta técnica y resolver así el problema de la escasez de pre-embriones humanos para investigación en células madre. La autoridad inglesa, tras una serie de consultas preliminares, ha decidido posponer su decisión hasta el próximo otoño en vista de la controversia generada. Es una decisión prudente. Por un lado, los científicos argumentan el interés médico de avanzar en este camino; y es verosímil que, en las condiciones de autorización y supervisión previstas en la legislación de la mayoría de los países avanzados, nunca esos pre-embriones se desarrollarán más allá de los plazos autorizados.
La Ley de Reproducción Asistida en España, por su parte, prohíbe expresamente la práctica solicitada por los investigadores ingleses, aunque podría modificarse en el futuro si la investigación médica proporcionase nuevos datos a considerar. Las ventajas están claras, pero el vértigo de las posibles consecuencias de la pérdida de control sobre este tipo de técnicas debe hacernos meditar con más detenimiento sobre sus pros y sus contras. No todo lo que se puede hacer se debe hacer.
En una sociedad democrática las leyes están para marcar límites, y una actividad como la investigación aplicada a cuestiones tan sensibles debe también ajustarse a normas. Quizá sea ésta también la ocasión de aprovechar a fondo las posibilidades que para este tipo de investigaciones ofrecen los embriones desechados de las fertilizaciones in vitro, mantenidos, en algunos casos, en un limbo de muchos años y para los que la única salida realista es la destrucción.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.