Tres días para llegar a los campos de fresas
Los primeros jornaleros contratados esta campaña en Rumania ya trabajan en Huelva
Junto a las fábricas del polo industrial de Huelva se abren interminables mares de plástico blanco. Son las cubiertas de los macrotúneles que protegen los cultivos de fresas. Bajo ellos, doblarán sus espaldas durante cuatro o cinco meses miles de trabajadores en la campaña de recolección que comenzará en febrero.
Una campaña que, este año, se ha visto afectada por la falta de contratos de mano de obra, especialmente rumana. De los 10.000 trabajadores que los agricultores de Huelva esperaban contratar en Rumania faltarán 7.000 por las trabas administrativas de ese país. La carencia se suplirá con un aumento del cupo de jornaleros de Marruecos, Bulgaria o Polonia.
Junto con Bulgaria, Rumania es socio de la Unión Europea desde el 1 de enero. Pero debido a una moratoria firmada por el Gobierno español, los ciudadanos de ambos países todavía no pueden ser contratados libremente por cuenta ajena. Deben viajar a España con contratos cerrados en sus países.
Es el caso del grupo de ocho mujeres rumanas que, contratadas a través de la asociación agraria COAG, se instalaron ayer en la finca Alto del Coladero, propiedad del agricultor José Joaquín Gómez, en Palos de la Frontera. Las trabajadoras forman parte del primer contingente de 350 rumanos, en su inmensa mayoría mujeres, que esta asociación ha traído a Huelva para la campaña.
Midela Maria Mineta, rumana de 25 años, seguía arreglando sus cosas ayer por la tarde en la vivienda en la que va a residir con sus siete compañeras de cuadrilla. A las seis de la mañana, todavía de noche, llegó a Palos de la frontera tras haber salido en autobús de Bucarest hace tres días. ¿El viaje? "¡Grohznic!
", afirma divertida. Midela Maria, como sus compañeras, ya han trabajado antes en Huelva. La mayoría, una, tres o cuatro campañas.
Los jornaleros cobrarán 33,60 euros por día trabajado, en turnos de seis horas y media. Del sueldo se descuenta un 2% del IRPF y lo correspondiente al pago de la Seguridad Social. En Rumania, según las trabajadoras, ganan ocho euros. Todos los trabajadores de la fresa cuentan con viviendas en la misma finca, con cocina y cuarto de baño, donde se reparten las cuadrillas. Las casas, la luz, el agua y la calefacción corren a cargo de los agricultores. La alimentación sale del bolsillo de los propios trabajadores.
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