"Muchos creen que manipulamos la naturaleza"
El cultivo convencional e intensivo consume una serie de productos agroquímicos (fitosanitarios) que coinciden en un alto porcentaje con los de los cultivos biológicos y los integrados. Para empezar, toda semilla que se planta ha de recibir sales minerales disueltas. El agua con nutrientes o abono es el primer y más elemental producto. Los más usados son el nitrato potásico 13-0-46 (13 partes de nitrógeno, 0 de fósforo y 46 de potasio) y el nitrato de calcio.
También se usa el fosfato monopotásico, el ácido fosfórico y el ácido nítrico. Este último es el responsable de que el pH de las plantas se sitúe entre el 5,5 y el 6,5 para que puedan absorber los nutrientes. La mata cultivada también requiere, aunque en dosis mucho menores pero igual de necesarias, hierro, cobre, manganeso, cinc, boro y molibdeno. El ácido fólico y aminoácidos como la cistina también se utilizan para propiciar que la planta se desarrolle mucho más vigorosa.
"La gente está muy confundida y muchos creen que manipulamos la naturaleza. Yo, para que lo entiendan, siempre digo que ahora un embarazo se controla mejor que antes. Ahora las mujeres toman ácido fólico, hierro, se hacen ecografías y análisis. Esto es lo mismo. No se trata de tener niños rubios y con ojos azules, sino niños sanos. Con los pimientos o tomates pasa igual", reflexiona la empresaria agrícola Lola Gómez Ferrón.
Siguiendo el proceso de crecimiento de la planta, en la agricultura convencional también se requiere el uso de fungicidas que pueden ser sustituidos por productos naturales. En un cultivo hidropónico (sin suelo, sujeto en fibra de coco) de control biológico como el que utiliza Gómez Ferrón se requieren, además de los abonos señalados, la Trichoderma harzianum, un hongo simbiótico con la planta, no patógeno, que evita que otros hongos invadan la raíz y las hojas.
Los agricultores hacen uso de extractos de algas, un abono orgánico con aminoácidos para estimular la planta y del peróxido de hidrógeno, que no es otra cosa que oxígeno para el agua. En lo que respecta a las plagas y la manera de combatirlas destacan los fungicidas y los insecticidas, como el mancozeb, que crea resistencias contra la pudrición, y el triadimenol, para combatir la plaga de la ceniza, entre otros.
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