Miniuniversidades

"No es operativo ni es práctico", admite la vicerrectora de Docencia de la Universidad de Extremadura, María José Martín. El Atlas de la España Universitaria, un estudio presentado el pasado miércoles, puso de manifiesto que tres cuartas partes de las 2.200 titulaciones que ofrecen las universidades públicas españolas (excluyendo las privadas y la UNED) tiene menos de 125 alumnos de nuevo ingreso, la cifra que los expertos señalan como mínima para su viabilidad.

Al margen de matizaciones -la universidad extremeña dice que en 2004-2005 tuvieron 15 alumnos nuevos en Matemáticas y 31 en Química, en lugar de cero como dice el Atlas, y en La Rioja suben levemente el número de matrículas nuevas-, muchos campus que reciben cada año apenas un puñado de alumnos en algunas titulaciones admiten que hay un problema y que se hace cada vez más necesaria una visión estatal para programar la oferta.

"Quizá ese estándar de viabilidad de 125 alumnos es muy alto, pero es evidente que hay que replantearse las carreras que tienen menos de 10 alumnos nuevos", asegura Martín. Según el Atlas, redactado por la Universidad de Cantabria, son más de un centenar las titulaciones con menos de 10 estudiantes y alrededor de 700 con menos de 70. "El problema es la enorme repetición de carreras y la falta de especialización. Todos no podemos tener todas las filologías, por ejemplo", asegura Juan Hernández Armenteros, gerente de la Universidad de Jaén. "Pero estamos a tiempo de arreglarlo y ahora es un momento muy bueno", añade refiriéndose al proceso de adaptación a Europa, que pretende que todos los títulos superiores de la UE sean homologables en 2010.

Decisiones políticas

Muchos de los responsables universitarios achacan la situación a decisiones políticas. "Las universidades no tenemos tanta autonomía como se cree. Proponemos la oferta de titulaciones, pero son las comunidades y el Gobierno los que la aprueban". Lo mismo opina Antonio Viedma, vicerretor de la Politécnica de Cartagena: "Cada comunidad hace las cosas en función de sus intereses. El que se plantea es un problema político difícil". En esta universidad, donde sólo seis de 19 titulaciones tuvo más de 60 alumnos de nuevo ingreso hace tres cursos, según el Atlas, "los alumnos comparten muchas clases y, además, especialidades de la misma carrera se clasifican como titulaciones diferentes, aunque compartan contenidos", añade.

Ante todos estos datos, el consejero catalán de Universidades, Josep Huguet, aseguró ayer en la televisión autonómica que el Atlas "permitirá reflexionar sobre la posibilidad de que alguna titulación se tenga que concentrar o que, si hay poca demanda, se reoriente al profesorado" hacia la investigación".

Pero de momento, esos profesores y alumnos creen que las clases en esas aulas vacías son más personalizadas y, por tanto, mejores. "Tienes menos que corregir y en clase puedes seguir el trabajo de cada alumno", asegura Francisca Aramburu, responsable de Filología Alemana y Francesa de la Universidad de Valladolid. En estas carreras, "aunque haya a veces 10 alumnos en primera matrícula, entre repetidores y alumnos de libre configuración suman por lo menos 20 o 22", asegura. El diagnóstico de la enseñanza personalizada lo confirma uno de sus alumnos de tercer curso, Rodrigo Seco (23 años), pero advierte: "Demasiado pocos tampoco es bueno. Yo he llegado a estar sólo con otro compañero y así no se puede hacer nada".

"Es cierto que la tendencia es a tener menos alumnos por profesor, pero hay que buscar el equilibrio", asegura el vicerrector de Ordenación Académica de la Universidad de La Rioja y profesor de matemáticas. En esta carrera sólo 10 alumnos se matricularon en 2004-2005 en La Rioja.