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Reportaje:CINE DE ORO

Una parodia inteligente y sádica

EL PAÍS presenta mañana, sábado, por 8,95 euros, 'Sed de mal', el peculiar homenaje de Orson Welles al cine negro

Sed de mal no gustó demasiado a la crítica de la época. Cahiers du Cinéma la tachó de fascista. Los soviéticos consideraron que la película era un elogio de la decadencia, y la despreciaron. Sus propios productores la mutilaron, tiraron 20 minutos a la papelera y volvieron a rodar varias secuencias... todos coincidían en que Sed de mal no era exactamente una buena película de género.

Una buena película de cine negro, debe tener, entre otras cosas: una trama oscura, abigarrada, en la que nada es lo que parece; un héroe con carácter, cínico, inteligente, con un pasado turbio; una mujer misteriosa con una fuerte carga sexual, fumadora; quizás un final violento, en el que el malvado muere horriblemente.

En Sed de mal está todo al revés. La trama es inexistente. Hay un enrevesado asesinato al principio de la película, pero a nadie le importa quién es el culpable. El héroe, Charlton Heston, es un mexicano de moreno pintado, un imbécil sin carácter que sonríe con demasiados dientes. La mujer, Janet Leigh es una asustadiza chica de clase alta, con pinta de profesora de BUP, virgen. El final sí es efectivamente violento y terrible, pero sobre todo es de un cinismo salvaje. Sobre esas últimas secuencias, François Truffaut escribió: "El chivato y la mediocridad triunfan sobre la intuición y la justicia". ¿Cómo va a ser esto un clásico del cine negro?

Para mí, Sed de mal no es una película de género en el sentido estricto, ni es del todo cine negro, ni es exactamente una serie B... Yo creo que Sed de mal es una parodia. Una parodia inteligente, sádica. Una carcajada en la cara de sus productores. Como la definió un crítico cubano, "es el más valiente suicidio del cine estadounidense".

En una secuencia, Janet Leigh está encerrada en el dormitorio de un motel, aterrorizada porque en la habitación de al lado se han reunido una pandilla de gánsteres con el terrible propósito de... hacer una fiesta. Me da la impresión de que Welles estaba más bien en esa fiesta que junto a la pobre Janet.

Como Valle-Inclán, Gutiérrez Solana, Buñuel, Velázquez, Fellini, Goya, Berlanga, Ferreri... Welles deforma el relato hasta la demencia para poder retratar lo que a él de verdad le interesa... los gordos borrachos, las viejas putas, los chulos drogadictos, los matones con peluquín.

En una entrevista, Orson Welles le contó a Peter Bodgdanovich que aquellos 20 minutos que los productores cortaron a la versión original eran lo más parecido a una comedia negra. Quiero creer que hacían de Sed de mal una película más extraña, más excesiva, más grotesca. 20 minutos de presidiarios miopes, de sobrinas de gánsteres con problemas de autoestima, de tugurios fronterizos cerrados por sanidad. Veinte minutos de personajes secundarios.

Aunque puede ser que no. Puede que en esos 20 minutos estuviera la clave de una película perfecta, con una trama abigarrada en la que nada es lo que parece, con unos protagonistas más definidos, con un final violento y sorprendente... Una película que sí hubieran disfrutado los críticos de la época...

Una película que a mí no me interesaría demasiado.

Parece ser que en este DVD se recuperan parte de esos minutos, intentando rescatar el montaje original de Welles... ¿no les da curiosidad?

Orson Welles, a la derecha, en <i>Sed de mal.</i>
Orson Welles, a la derecha, en Sed de mal.

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