"El amor es hoy más pudoroso"
El veterano Adamo sigue fiel a sus canciones aunque señala que el romanticismo ha cambiado de forma
En el verano de 1964, prácticamente toda Europa, España incluida, desafiaba a los elementos: millones de jóvenes miraban por la ventana y veían caer la nieve. El responsable era un joven italo-belga que en pocos meses había vendido más de un millón de discos: Adamo. Seguirían Mis manos en tu cintura, Un mechón de tu cabello, La noche, En bandolera o Inch'Allah, un puñado de canciones que no sólo dejaron huella sino que se quedaron en nuestra memoria de forma indeleble. Cuarenta años después siguen ahí: Adamo, a pesar de no haber editado ningún disco en el mercado español en la última década, actuará esta noche en el Palau de la Música barcelonés con todas las entradas agotadas.
"Las canciones de los años sesenta se han vuelto a poner de moda en Francia"
Martín Pérez, director del Festival del Mil.leni, afirma que podrían haber llenado tres palaus con la demanda de entradas. Salvatore Adamo sonríe como queriéndole quitar importancia al dato. Prefiere recordar la última vez que actuó en ese recinto hace ya cuarenta años. "Mis músicos se quedaron atrapados en el aeropuerto de Bruselas y tuve que cantar acompañándome a la guitarra".
Salvatore Adamo, siciliano de nacimiento (Comiso, 1943) pero belga de adopción, ha entrado en la historia de la música como el gran valedor de la canción romántica. Él prefiere matizar el cumplido mil veces oído. "El amor es la única cosa que puede unir a la gente de todo el mundo", afirma en un castellano italianizado pero fluido.
Adamo es desde 1993 embajador de la Unicef. "La canción puede, a veces, hacer reflexionar a la gente", prosigue; "puede expresar un pensamiento utópico, aunque sea algo cándido, y la gente, al oírlo, podrá pensar en todo ello. El cantante debe hacer reflexionar a su público". Adamo, que se considera a sí mismo "un hombre de izquierdas pero huyendo de todos los extremismos", ha incluido siempre entre sus cientos de canciones románticas otras de tono social. Inch'Allah, por ejemplo, sigue en su repertorio. "No la canto con placer porque veo que los problemas de los que yo hablaba en 1966 siguen vigentes en Oriente Medio. Hace unos años escribí otra sobre ese tema: Mi doloroso Oriente".
Esos dos temas sonarán esta noche en el escenario del Palau barcelonés; en cambio, no cantará Manuel. "Los músicos no la conocen y, además, son malos recuerdos que nadie quiere recordar. La escribí en tiempos de Franco: había conocido a un periodista, que no se llamaba Manuel, que había estado en la cárcel por sus escritos y eso me impresionó".
A pesar de esos toques de concienciación, el amor sigue siendo su arma más efectiva y duradera a través del tiempo, de las modas y de los cambios sociales. "El romanticismo no se ha perdido, simplemente ha cambiado de forma. Tengo tres hijos y su manera de expresar el romanticismo es más pudorosa, más interiorizada. Hoy es difícil ser romántico con problemas como el sida. Yo lo viviría muy mal si fuera joven. Las canciones de los años sesenta se han vuelto a poner de moda en Francia porque expresan sentimientos que hoy los jóvenes no pueden expresar".
Salvatore Adamo afirma no tener problemas para cantar las mismas canciones desde hace cuarenta años. "Tengo mucho que agradecerles a esas canciones, se lo debo todo y las sigo cantando pero no lo siento como una rutina. Probablemente mi preferida sea Cae la nieve porque era la canción que les gustaba a mis padres y cuando la canto pienso en ellos. Realmente no sé qué sucedería si hoy alguien saliera con una canción como esa. Tal vez triunfaría porque sería la excepción y rompería con el estilo de música que se hace hoy. En realidad ya sucedió así en 1963: era la época yeyé y yo aparecí con una canción romántica".
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