_
_
_
_
LOURDES FERNÁNDEZ

La tercera mujer Arco

Debuta en febrero como directora de Arco, la Feria de Arte Contemporáneo. Sucede en el cargo a otras dos mujeres que han llevado este certamen a un puesto de prestigio. Lourdes Fernández tiene ante sí el reto de gestionar un buen legado y hacer crecer una feria en tiempos inciertos

Lourdes Fernández fue escogida por una empresa de cazatalentos.
Lourdes Fernández fue escogida por una empresa de cazatalentos.ANA NANCE

Detesta la palabra revolución, prefiere evolución. Piensa que lo suyo es el maratón, no los 100 metros lisos. Así que Lourdes Fernández (San Sebastián, 1961), nueva directora de Arco, la Feria de Arte Contemporáneo, ahora en capilla, evitará el desgaste inicial que suele producir la euforia del cargo. Dentro de un mes y medio abrirá la 26ª edición de un certamen que ha estado siempre en manos de mujeres. Sucede a dos pesos pesados del mercado del arte: Juana de Aizpuru y Rosina Gómez-Baeza, esta última al frente de la feria durante los últimos veinte años. Con Lourdes Fernández, vasca cosmopolita, entran en acción los profesionales de la "generación Arco", el término acuñado por el director del Macba, Manuel Borja-Villel, y que alude a los jóvenes criados en democracia que han presenciado a lo largo de un cuarto de siglo el espectáculo de un país paleto en arte contemporáneo que asistía con la boca abierta a las modernidades que las galerías extranjeras mostraban en la Feria de Madrid. Historiadora del arte -estudió en Salamanca y Barcelona-, su trabajo se ha desarrollado entre galerías y bienales. En 1985 se fogueó en la apertura del nuevo museo de arte contemporáneo de París, el Museo d'Orsay ("Fue muy estimulante… parece que siempre estoy metida en la puesta en marcha de las cosas"). Receptiva a los cambios, el pintor Lucio Muñoz, su padrino artístico, le dio el mejor consejo de su vida: "Lourdes, vete a Madrid". Le hizo caso. Trabajó en la Marlborough, dirigió la galería DV, una iniciativa del Diario Vasco en San Sebastián, y estuvo al frente de Manifesta 5, la bienal europea de arte contemporáneo creada en Amsterdam para impulsar nuevas formas de expresión artística. Casada y con dos hijos, un chico de trece años y una niña de nueve, reparte su vida entre Madrid y Donostia. Muy cauta, acorazada ante lo que se le viene encima, Lourdes Fernández se resiste a mostrar sus cartas. Asegura que es por justicia, por respeto a Rosina Gómez-Baeza, la mujer que, contra viento y marea, apostó por la continuidad de Arco y lo ha llevado hasta donde está. Como una crisálida, echará a volar en la edición de 2008. Hasta entonces, Lourdes Fernández no quiere cambios, despeja balones y huye como del diablo de dar una sola pista de sus planes para el futuro.

Más información
Arco 2007 intentará potenciar el coleccionismo de las empresas e instituciones

Fue escogida para el puesto que ocupa por una empresa de cazatalentos.

Yo llegué aquí como llegué. Me llamaron de una empresa, de un head hunter; me dijeron que estaban haciendo una selección, y eso fue todo.

Dicen que en la lista había nombres muy importantes, de directores de museos en activo, y que usted los derrotó a todos.

Yo eso no lo sé. Y tampoco quiero saberlo. La cuestión es que se hizo por un proceso de selección y me nombraron a mí.

Su currículo muestra que usted se decantó hacia el arte contemporáneo muy pronto.

Sí. La verdad es que sí. Se lo debo a Juan Antonio Ramírez, catedrático de arte de la Universidad Autónoma de Madrid. Fue profesor mío en Salamanca, y él me animó a seguir el camino del arte contemporáneo. Así que me fui a Barcelona y de allí a Italia, a Florencia, a cursar un posgrado de museología, y después a París, al Museo d'Orsay, donde estuve año y medio.

Todo apuntaba a que podía acabar como conservadora en un museo.

Pero me volví a San Sebastián, a casa. Y empecé a trabajar en una galería de allí. Era algo más lateral. Es ese momento en el que tú estás dibujando un poco tu futuro. Yo me encontraba más metida en el arte contemporáneo, pero también más relacionada con los museos. En San Sebastián conocí a Lucio Muñoz, muy amigo de Eduardo Chillida. Trabajaban juntos en el santuario de Aránzazu, en Guipúzcoa. En una cena, me acuerdo todavía hasta del sitio, Lucio me dijo: "Pero ¿por qué no te vienes a Madrid?". Y yo pensé: "¿A Madrid, qué voy a hacer allí?". Personalmente me encontraba bien en mi casa, no quería volver a salir. Luego me he arrepentido de no haber seguido más tiempo fuera. Mis padres ya me lo decían, "vete a Nueva York", pero necesitaba mi casa, mi tierra. Ya eran muchos años de estar fuera de casa, yendo y viniendo, y no sé si erróneamente o no, necesitaba ubicarme. Pero cuando Lucio Muñoz me dijo por qué no vas a Madrid, pensé: ¿por qué no? En aquel momento, la galería Marlborough, que dirigía Mari Cruz Bilbao, y en la que trabajaba María López, la hija del pintor Antonio López, buscaba gente. Me decidí y me instalé.

¿Cuántos años estuvo en Marlborough?

Cinco. Porque además a mí me tocó la etapa de refundación. El primer año estuve todavía en el piso de Claudio Coello donde funcionaba entonces la galería, pero luego ya me tocó la etapa de buscar un local, de acompañar al arquitecto Richard Gluckman y organizar todo el principio de la galería en su nueva ubicación. Inauguramos con una exposición de Francis Bacon, en septiembre de 1992. Bacon se murió meses antes, en mayo. Una pena, porque yo no llegué a conocerlo, pero tuve que encargarme de algunas cosas cuando murió; por ejemplo, de ir al Ruber, donde falleció, a recoger su maleta.

Conoció entonces el esplendor de las nuevas galerías en Madrid.

Claro. Aquél era el momento. Marlborough era una galería con mucho prestigio internacional. Y entraron entonces varios artistas muy esperados, como Lucio Muñoz y Luis Gordillo. Marlborough era una galería muy interesante. Yo estuve allí encantada y aprendí un montón de cosas con ellos. Aprendes latín, además de inglés, pero también lidias con una estructura muy potente, muy pesada.

¿Y por qué decidió volver al País Vasco?

Coincidieron varias cosas. En el verano de 1993 nació mi hijo mayor, Martín; yo tenía otras inquietudes y el Diario Vasco me llamó para abrir una galería. A mí aquello me pareció una idea peregrina. ¡Una galería de arte y en San Sebastián! Fernando Berridi, director general del Diario Vasco, fue quien me convenció para cambiar de rumbo. Tenía un entusiasmo desbordante y creía en lo que podría ser una galería de arte que activara la vida, no sólo la artística, sino la vida en general, de una ciudad como San Sebastián. Que diera salidas a la gente, porque San Sebastián es un sitio muy pequeño donde tienes que pelearlo todo.

El cambio sería radical.

Fue brutal. Pasar de una galería donde los coleccionistas venían a buscar obras de muchos millones a otra donde tenías que hacer mucho esfuerzo para vender. Pero fue bien.

¿Y en qué artistas pensó?

Quise empezar con un artista potente y que además no fuera vasco. Apostar por la internacionalización, aunque fuera desde un lugar muy pequeño. En todas las conversaciones que manteníamos, yo siempre decía que si sólo exponemos obras de gente joven, nunca vamos a estar en un sitio destacado. Además, a la gente joven hay que contextualizarla, mostrarles lo que está pasando en el panorama internacional, para que así se comprenda por qué los jóvenes hacen un tipo de trabajo y no otro.

Empezamos con Sean Scully, después seguimos con una colectiva con José Ramón Amondarain y Manu Muniateguiandikoetxea, entre otros. Me apoyé mucho en Arteleku [un centro público de arte de la Diputación Foral de Guipúzcoa] porque es un foco de creación donde se podía encontrar gente joven y ver qué estaban haciendo, lo cual no quitó para que en 1995 expusiéramos a Eduardo Chillida. Todavía me acuerdo de cuando fui a contarle que abríamos una galería y que inaugurar con él era demasiado obvio. Lo entendió. Fue generoso porque podía gustarle o no, pero nos apoyó en todo. Y se volcó.

¿Y qué hizo a Manifesta elegir San Sebastián como sede de la bienal en 2004?

Yo creo que la ciudad fue una elección del patronato de la Fundación Manifesta, en concreto de Vicent Todolí [director de la Tate Modern de Londres y miembro del patronato]. Manifesta es una bienal nómada, se celebra cada dos años en una ciudad europea distinta y siempre ha intentado buscar como sedes lugares laterales. [Manifesta, la Bienal Europea de Arte Contemporáneo, fue una iniciativa que surgió de comisarios independientes en Amsterdam para establecer un diálogo entre situaciones culturales y artísticas. Se inauguró en 1996 en Rotterdam]. Manifesta busca para sus sedes recuperar lugares conflictivos (con lo cual, en nuestro caso, el tema estaba servido) y lugares fronterizos que justifiquen la idea en la que se basa la bienal de una Europa sin fronteras.

Pertenece usted todavía al patronato de Manifesta.

Cuando me nombraron directora de Arco mandé mi renuncia. Era una contradicción estar en él porque Manifesta y Arco son antagónicas. Manifesta es una bienal sin ánimo de lucro, no se plantea un objetivo de mercado, sino que se dirige a la producción artística, a apoyarla. De hecho, nuestro presupuesto en 2004 era de 1.300.000 euros, de los cuales 650.000 estaban destinados exclusivamente a la producción de los artistas, y 56 de ellos recibían fondos directamente para la producción de sus obras. Ésa es la riqueza de Manifesta.

Ahora tiene ante sí un reto importante. Llega a Arco cuando se cumplen 25 años y tras haber pasado por la dirección de la feria dos mujeres, Juana de Aizpuru y Rosina Gómez-Baeza. ¿Qué ocurre? ¿Las mujeres le van bien a Arco?

A esa pregunta siempre contesto que eso no es un signo de femineidad. Si en Arco empezó Juana de Aizpuru, fue porque en su día era una de las pocas mujeres galeristas que había. En Ifema (la Feria de Madrid), la verdad es que las mujeres somos mayoría. Quiero decir que no es algo inherente al arte, sino que está ahí. Porque de 12 directores de certámenes, 10 son mujeres.

Será por buenas gestoras.

Claro. Es lo que creo. Somos muy organizadas, tenemos la cabeza muy bien amueblada, y con eso no quiero decir que los hombres no la tengan, pero en el ámbito organizativo, aquí se constata una realidad: una gran mayoría de mujeres. Y en el caso de Arco, Juana de Aizpuru es quien lo impulsó. Y Rosina Gómez-Baeza ha estado dirigiéndolo durante 20 años y es quien lo ha llevado a donde está.

¿Y dónde está Arco?

Yo quiero ser justa ante todo. Una cosa es dónde está hoy, Arco 2007, que es la edición que yo voy a hacer, y otra cosa es dónde ha llegado a estar hasta el año 2003-2004. El panorama del arte internacional en ferias ha cambiado radicalmente a partir del año 2002, sobre todo porque ha surgido Art Basel en Miami y el Frieze en Londres. Y digo lo de ser justa porque yo creo que Arco está en lo más alto, en una posición que ha conseguido después de 20 años en un país que históricamente no tenía ninguna relación con el mercado del arte contemporáneo, que no contaba con una estructura de centros dedicados al arte. No tenía colecciones institucionales, tenía pocas colecciones privadas, menos corporativas y, sobre todo, no tenía una feria. Poner todo eso en marcha con crisis muy gordas, como la de 1993, en un país que todavía no se había ni consolidado económicamente, a mí me parece la gran hazaña de Arco, de Ifema, pero sobre todo de Rosina Gómez-Baeza. Todo eso ha enriquecido no sólo a Arco, sino al país; ahora, España tiene económicamente una situación muy diferente en cuanto a galerías, coleccionistas y posición en el mercado europeo y en el del arte contemporáneo. A pesar de eso, hay que ser conscientes de que existen otras ferias que están ahí y, aunque no me gusta decir que nos hacen daño, además se hacen en lugares con los que el propio Madrid no puede competir. Una feria selectiva como Frieze se hace en Londres. Londres es el gran centro financiero de este momento, incluso desde los atentados del 11-S ha tomado una posición de protagonista en el mundo del arte muchísimo mucho mayor que la que tenía antes.

París no le hace la competencia.

Tiene mucha menos importancia. Están intentando darle impulso ahora, pero se halla muy distanciada de nosotros. Después de Basilea, Arco era la segunda feria. Lo que pasa, y no lo oculto, es que el panorama ha cambiado. Ahora, Art Basel Miami es muy fuerte, está despuntando de una forma impresionante, y Frieze es muy fuerte también.

También han cambiado las circunstancias del arte contemporáneo en cuanto a inversión. En los ochenta se invertía mucho en arte, quizá ahora se invierta menos.

Yo no creo que eso haya cambiado así. Al contrario. En los ochenta se invirtió mucho, como se invirtió en muchos otros sectores de la economía en España porque era un momento óptimo. El boom económico tuvo una respuesta en una mayor inversión, que luego decayó con la crisis de 1993, que fue muy fuerte. Ahora se está volviendo a vender arte, y las casas de subastas son la referencia, no hay más que ver cómo están funcionando en Nueva York, en Londres, en Hong Kong; eso significa que el arte está otra vez en alza, y en concreto en España, respecto, por ejemplo, a Francia o incluso a Alemania. Yo creo que parte del éxito de Arco es que el mercado local funciona muy bien.

Pero a veces se ha calificado a Arco de feria de vanidades, de ser un 'boom' cultural sin una buena base.

Cuando se hacen esas críticas, yo siempre digo lo mismo. Hay que ser justos. Hay que tener perspectiva histórica para saber lo que ha pasado. A mí me hace gracia cuando dicen que Arco ha tenido mucho espectáculo. Arco ha necesitado eso. Que nadie se equivoque. Para mantener una feria desde 1982 hasta 2000, que es cuando realmente cambia el panorama, con una crisis que empezó en 1992 y duró hasta 1994, tres años en que había que mantenerse y la propia institución ferial, Ifema, la mantuvo, es que tienes que hacer alrededor de eso lo que haga falta. Y por supuesto que hizo falta. Hizo falta algo como el Foro de Expertos en Arte Contemporáneo, que luego otras ferias han copiado de una forma más discreta, pero que ha sido una referencia. Hizo falta traer a coleccionistas invitados, 250 coleccionistas que vienen de todo el mundo y a los que hay que traer porque aquí (por eso decía que nuestro objetivo es también el mercado local) no había coleccionistas. Yo admito esas críticas, pero eso se ha hecho porque Arco lo ha necesitado. No hay que olvidar cuál era la situación en este país. Yo ahí defiendo lo que se ha hecho a ultranza. Toda esa parafernalia es lo que ha ayudado a la feria. Otra cosa es que, visto el panorama que tenemos, y ése es también otro de los objetivos que me marco, debamos profesionalizar la feria.

¿Cómo?

Debemos convertirnos en la gran plataforma de mercado y pelear y tratar de que a través de Arco se canalice todo ese mercado de arte que en España alguien pueda pensar que no existe todavía. ¡Qué va! Existe. Arco tiene que ser esa plataforma y ha de conseguir que las grandes galerías extranjeras, y también las emergentes, acudan porque tenemos un coleccionismo local, corporativo e individual, muy potente. En España hay mucho dinero y mucho interés por el arte.

Y son las galerías las que tienen que fomentar el mercado del arte.

Las galerías son el mercado del arte. Arco está al servicio de esas galerías.

¿De todas?

De las que participen.

¿Se van a modificar los estatutos y van a poder participar más galerías, o continuarán los 'númerus clausus', con un criterio muy restrictivo?

Una cosa es cómo nosotros, como plataforma de mercado internacional, conseguimos que Arco funcione y crezca. Y otra cosa es qué es Arco. ¿Esa plataforma de mercado ha de dar cabida a cualquier galería? Pues no, claro que no. Arco es una feria fundamentalmente de selección, que tiene un comité de selección de reconocido prestigio. Creemos que Arco tiene que velar por la excelencia.

¿Qué criterios se les exige a las galerías para participar?

Pues una buena selección de artistas, una proyección internacional, con participación en otras ferias, de colaboración con museos, con instituciones del arte, promoción de sus artistas y, por supuesto, con todos los criterios normativos de funcionamiento de cualquier empresa. Tener un espacio abierto de una manera continuada, con un mínimo de cuatro exposiciones al año, es fundamental, porque nosotros no damos cabida a los dealers [marchantes], no abrimos la puerta a galerías que parece que lo son, pero luego no hacen una apuesta clara. Esa parte normativa sí que es importante.

¿Hacia dónde se encamina Arco, hacia la fotografía, el videoarte…?

Ésta es la pregunta del millón. Creo que una de las riquezas de Arco es que es una feria plural. Arco tiene dos pabellones, el 9 y el 7; en el 7 se expone la vanguardia histórica, y en el 9, contemporáneo. En este último pabellón está situado el espacio The Black Box, dedicado a audiovisual y a las nuevas tecnologías. La vanguardia histórica ocupa un lugar importante en Arco con galerías impresionantes. En esta edición va a participar, después de muchos años, otra vez Pace Wildenstein Gallery, una galería de muchísimo prestigio. Esta área es importantísima porque la vanguardia histórica es lo que ha dado a Arco el prestigio y un cierto coleccionismo. Cuando tratas con coleccionistas que empiezan, que no saben mucho de arte contemporáneo, optan por lo consolidado, quizá porque les parece mejor inversión. El pabellón 9 ha funcionado muchísimo, y creo que es una de las grandes riquezas de Arco que no debe perder. Este año hemos hecho la conexión entre los dos pabellones con el país invitado, Corea, y hemos dado más espacio a galerías que no son la vanguardia histórica. Arco es una feria plural y hay que buscar la riqueza de esa pluralidad, sin olvidar, por supuesto, el arte emergente, una de las áreas que debemos reforzar en ediciones sucesivas.

¿Cuál es su apuesta, mayor número de visitantes o vender más?

Vender más. Pero sin cerrar las puertas a los visitantes. De hecho, en Arco 07 hemos reservado dos días y medio para profesionales y tres para el público en general.

Los visitantes ¿qué aportan a esta feria?

El arte también es conocimiento. El visitante de Arco puede ser un futuro coleccionista y se enriquece con lo que pueda ver, conocer. Me parece una gran ocasión para crear interés por el arte contemporáneo, ya que solamente la pasión por el arte y el conocimiento llevan un día a querer comprar una obra.

¿Es mejor venir a Arco que visitar un museo?

Es distinto. Se tiene que visitar Arco con la conciencia de que esto no es un museo, pero no es ni mejor ni peor, es diferente. Un museo es una colección permanente con un discurso muy diferente al de una feria. En Arco se pueden ver las tendencias que marca el mercado, que luego tienen también una repercusión en las bienales y en los museos.

Ya que ha hablado de tendencias, ¿por dónde va el arte?

Por mi experiencia en Manifesta, se está transformando. Esa transformación no afecta solamente a nuevos medios, sino también a nuevos conceptos. El arte se está introduciendo en la vida cotidiana totalmente. Ya no se distingue lo que es una acción de una performance, o de lo que es una instalación… todo es arte contemporáneo. Es la manera de crear de un artista, su posición también respecto a la realidad y respecto a la sociedad.

Como las obras de esos artistas que trabajan con cadáveres o excrementos enlatados…

Por ejemplo. Como lo que hace Teresa Margolles, la artista mexicana que trabaja con el olor a cadáver, que es todavía más sorprendente… Yo puedo decir, humildemente, porque no soy una comisaria de exposiciones, que desde mi experiencia te das cuenta de que eso va a incidir también en el mercado de alguna manera, porque es una forma de crear a la que no estamos acostumbrados, y éste es un trabajo que deben hacer las galerías -yo trabajo para ellas-, ver cómo esto se canaliza.

Y ese coleccionista que algunos dicen que está apareciendo en España, joven y con posibilidades económicas, ¿qué es lo que compra?

Los canales de información se han modificado radicalmente, y eso ya está cambiando hasta las formas de venta. Tú ya no eres el galerista que le va a contar al coleccionista lo que está pasando en Hong Kong, porque él ya lo sabe, y cuando elige, es una elección desde el conocimiento. Antes era una elección muy guiada por el galerista, la moda o lo que veía, pero eso ha cambiado muchísimo. Por eso compra lo que le gusta, porque el arte es una pasión. Compran ya por estética, por lo que les gusta o porque tienen unos canales de información que les indican que ese arte les interesa, y no hace falta que sean artistas consagrados o que hayan visto sus obras en un museo.

Usted ha comentado que una de sus prioridades es abrir Arco al arte latinoamericano.

Es verdad que una de las vías de trabajo en las que queremos profundizar es Latinoamérica. Es obvio que Latinoamérica tiene una relación lingüística y cultural con España y que esa relación es mucho mejor que hace unos años. Tienen unos artistas impresionantes y buenas galerías y un gran coleccionismo; sin embargo, no tienen una feria como Arco.

Se van a Miami.

Sí. Pero aunque es verdad que Miami ha absorbido ese mercado americano, nosotros estamos en Europa, y eso es importantísimo para Latinoamérica. Hablamos su misma lengua y podemos ser la puerta hacia Europa y Asia de toda esa zona. Competimos más con Frieze de Londres que con Art Basel de Miami. Art Basel está ahí y absorbe el mercado latinoamericano, pero seguimos pensando que nosotros tenemos con Latinoamérica un camino por recorrer que está totalmente abierto.

Ya piensa entonces en hacer público lo que será su programa para sucesivas ediciones de Arco.

Quiero hacer primero Arco 2007 por varias razones. Siempre pongo la excusa de los nuevos pabellones, pero es algo fundamental. Ifema está construyendo dos pabellones nuevos que están asignados a Arco y se inaugurarán en 2008. No es que no quiera avanzar mi programa, simplemente lo estamos trabajando. La feria tiene que tener, incluso estructuralmente, una nueva posición tanto física como de secciones, de estructura propia, que le va a dar personalidad, y eso es lo que me guardo hasta tenerlo realmente bien armado, pero no por secretismo, sino porque soy muy realista. Yo no voy a hacer la revolución en Arco, no soy nada revolucionaria. Soy corredora de maratón, no de 100 metros lisos.

O sea, que hasta dentro de un año, de programa nada.

Tampoco es eso, pero nos hace falta a todos una transición, y esa transición es el 2007, que físicamente, estructuralmente, está en los mismos pabellones, con los mismos objetivos, pero que se va trabajando ya para 2008 con esa nueva estructura.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_