Bush refuerza la presión militar sobre Irán
EE UU aumenta su despliegue naval en el golfo Pérsico como advertencia al régimen de Teherán
Estados Unidos va a enviar más barcos de guerra y aviones de combate al golfo Pérsico, informó ayer el diario The New York Times, que cita fuentes del Pentágono. El objetivo es doble: prepararse para aplicar las sanciones que el Consejo de Seguridad de la ONU tiene previsto aprobar, posiblemente hoy, en respuesta al desafío nuclear iraní y lanzar un mensaje al régimen de Teherán. El hecho de que Estados Unidos tenga decenas de miles de soldados desplegados en Irak no le impide mantener la vigilancia en Irán. Se espera que el nuevo jefe del Pentágono, Robert Gates, apruebe la próxima semana el envío de un segundo portaaviones con su correspondiente grupo de combate, que podría llegar a la zona a primeros de año.
Los rumores de un eventual reforzamiento del operativo naval estadounidense en la región empezaron a circular tras el encuentro del presidente George W. Bush con el primer ministro británico, Tony Blair. Y cobraron forma la pasada madrugada. El Pentágono, según precisan varios medios, quiere incrementar la "flexibilidad" de sus efectivos en la zona, a la vez que refuerza su capacidad disuasoria. El Departamento de Defensa estaría revisando ahora la propuesta para determinar la manera de realizar estos movimientos.
El segundo portaaviones estaría estacionado lo suficientemente cerca del Golfo como para responder con rapidez ante cualquier provocación. El Reino Unido estaría considerando movilizar más efectivos, según The New York Times, que cita fuentes militares del Pentágono. El rotativo precisa que estos movimientos no deben verse como preparativos de una intervención militar. Y diplomáticos occidentales en la ONU aseguran que esta decisión está totalmente desvinculada de las decisiones que adopte el Consejo de Seguridad para castigar a Irán por sus ambiciones nucleares.
Estados Unidos cuenta ya en la zona con el portaaviones Eisenhower, que está escoltado por varios buques de ataque y un submarino. Estos navíos suelen transportar hasta 80 cazabombarderos y también son utilizados para operaciones que no son de combate. Los estrategas creen que este reforzamiento de efectivos navales será útil también para apoyar o proteger a los contingentes desplegados en Irak y Afganistán. Aunque el mensaje va dirigido directamente a Teherán y Damasco.
El último informe del Pentágono presentado ante el Congreso acusa directamente a Irán y Siria de estar minando el proceso de conciliación política en Irak, "dando apoyo a las fuerzas que están contra el Gobierno y la coalición". El reforzamiento de la presencia militar en la región del golfo Pérsico permitirá en paralelo controlar el flujo de materiales que puedan ser utilizados por las milicias en Irak y aplicar el régimen de sanciones que se decida en la ONU contra el programa nuclear de Irán.
La Fuerza Naval británica precisa que mandará dos buques para reforzar las actividades de desminado en las aguas patrulladas por la coalición. Al Eisenhower, que estará en la zona hasta mayo, se le sumaría previsiblemente el Stennis, que podría salir hacia la región en enero.
Antes estuvo el Enterprise, que dejó las cálidas aguas del golfo Pérsico en julio. El Mando Central de las fuerzas navales, según The New York Times, considera que el tono y la retórica iraní está creando "un clima de intimidación y miedo", aunque precisa que EE UU será "cuidadoso" en los movimientos para "no contribuir a una escalada". Y concluye diciendo que se trata de una estrategia a largo plazo para desmostrar que el Pentágono está comprometido en garantizar la seguridad y la estabilidad en la zona.
El rotativo neoyorquino explica que al doblar el número de portaaviones, los comandantes dispondrán de la flexibilidad necesaria para mantener un grupo de ataque cerca de Irán y otro fuera del golfo Pérsico para hacer patrullas en Afganistán. La orden para el despliegue debe darla el nuevo secretario de Defensa, Robert Gates, que esta semana se encontraba de viaje oficial en Irak, visitando a las tropas desplegadas en el país árabe.
Los estrategas militares pretenden que el segundo portaaviones esté en la zona para final de marzo. Este calendario coincide con el plazo de 60 días que daría el Consejo de Seguridad a Irán para que cumpla con las exigencias que dé la comunidad internacional. Sin embargo, la resolución que estaría a punto de adoptarse en la ONU excluye cualquier referencia al uso de la fuerza, recogido en el Capítulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas, y limita la reprimenda al ámbito económico y diplomático.
Estados Unidos acusa a Irán de estar dando apoyo a los insurgentes en Irak y de desarrollar el arma atómica de forma clandestina. Bush dijo el miércoles que no se sentará con Irán mientras su régimen no decida suspender el programa nuclear "de una forma verificable". Es lo que le exigen el Consejo de Seguridad de la ONU y el Organismo Internacional de la Energía Atómica, mientras Bush acusa a Teherán de querer aislarse en la escena internacional "en contra de su pueblo". "Hay otra vía mejor", remachó.
La dureza del mensaje utilizado por la Casa Blanca preocupa en Siria y Damasco, que ya se han mostrado dispuestos a sentarse a discutir con Washington cuestiones relacionadas con la crisis en Oriente Próximo y la espiral de violencia en Irak. Pero algunos analistas creen que la negativa expresada por Bush puede acabar minando cualquier esperanza para solucionar el conflicto entre Israel y Palestina, hacia donde tiene previsto viajar la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, en enero para intentar relanzar el proceso de paz.
Entretanto, el representante iraní ante la ONU, Javad Zarif, pide al Consejo de Seguridad que no utilice un doble rasero y que también condene a Israel por desarrollar el arma atómica de forma "clandestina". Además, quiere que se obligue a los israelíes a que abran sus instalaciones a los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica. Zarif insiste en que Israel es el único obstáculo para el establecimiento de una zona libre de armas nucleares en Oriente Próximo. Cualquier acción contra Tel Aviv está supeditada al veto de Washington.
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