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La Casa Blanca y los jefes militares discrepan sobre la necesidad de enviar más soldados al país árabe

La Administración de George W. Bush está dividida ante la propuesta de aumentar el número de tropas estadounidenses en Irak. Mientras la Casa Blanca la apoya de manera extremadamente activa, la Junta de Jefes de Estado Mayor la rechaza por unanimidad. El envío de 15.000 a 30.000 soldados de refuerzo para seis u ocho meses es la idea central de un plan destinado a revertir el caos que se vive en Irak y permitir después una eventual retirada de la totalidad de las tropas, según fuentes próximas a las discusiones que han pedido el anonimato.

Después de un mes de reuniones, la Junta de Jefes de Estado Mayor cree que la Casa Blanca no tiene definida la misión que desea y que ha lanzado la idea tan sólo porque carece de otras, a pesar de las advertencias de un potencial desastre militar. Los jefes militares se han mantenido firmes en su negativa y piensan que la revisión de la estrategia es la decisión más importante que se va a tomar después de la de invadir Irak en marzo de 2003 y, por ello, no desean que se repitan los errores.

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En una reunión ordinaria la semana pasada con el presidente Bush, a la que acudieron representantes de varias agencias y ministerios, el Pentágono advirtió de que cualquier misión pensada a corto plazo lo único que logrará es incrementar los problemas cuando finalice. Los generales creen que enviar refuerzos por seis u ocho meses sería un acicate para la insurgencia -tanto la nacional como la auspiciada por Al Qaeda- para atacar. El aumento de blancos potenciales facilitaría los atentados e incrementaría las bajas.

Los expertos del Pentágono tampoco creen que las tropas de refuerzo sirvan para acabar con la violencia sectaria, pues las milicias chiíes esconderían sus armas y se camuflarían entre la población civil en espera del final de la misión reforzada.

La idea está de momento aparcada, más por razones logísticas que por las políticas. Cualquier incremento en Irak obligaría a sacar soldados de otros escenarios y prolongar la estancia en Irak de unidades que ya están agotadas.

Robert Gates, que esta semana asumió el cargo de secretario de Defensa, desempeñará un papel esencial en estas discusiones, que se reanudarán la próxima semana. En enero se inaugura el nuevo Congreso controlado en sus dos cámaras por el Partido Demócrata.

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