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Reportaje:

Una trama para quedarse con Rafael

Un juez condena a dos parejas de Motril por pactar la adopción ilegal de un bebé

Reyes Rincón

La casa de Juana Fernández en el barrio Huerto de Carrasco, en Motril (Granada), es un santuario repleto de fotografías de los seis primeros meses de vida de Rafael. El crío recién nacido durmiendo plácidamente. En brazos de Juana con un mes, con dos, con tres. Refrescándose en la playa, rollizo y sonriente, durante el verano de 2005. "Es mi hijo, que nadie diga que no lo es porque para mí es mi hijo", insiste ella, aunque sabe que un juez acaba de certificar lo contrario y la ha condenado a un año y nueve meses de prisión por pactar, junto a su marido y los padres biológicos del niño, una adopción sin trámites. La sentencia inhabilita también a los cuatro implicados para ejercer el derecho de patria potestad durante cuatro años. "Si hay que esperar, se espera lo que haga falta. Pero no voy a parar hasta que me lo devuelvan", sostiene Juana.

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La sentencia de un Juzgado de Motril desbarata la versión que Juana y su marido, Rafael Amador, han mantenido desde que salió a la luz el caso, en diciembre del año pasado. Y que siguen manteniendo ambos y los padres biológicos del crío, Mercedes Bejar y Juan Carlos Camacho, también condenados a penas de entre uno y dos años de cárcel. "Yo me enteré de que mi marido se acostaba con Mercedes, que era mi amiga. Y me fui a hablar con ella y con ganas de pegarle y ella me dijo que no lo hiciera porque estaba embarazada de él", contaba ayer Juana en un parque de Motril. Según su versión, Mercedes le confesó que no podría mantener al bebé y acordaron que lo criarían Juana y Rafael.

Sin embargo, la historia que da por probada el juez habla de una "trama" en la que los cuatro implicados "actuaron en connivencia". Según la sentencia, Rafael y Juana, que tenían problemas de fertilidad, contactaron entre diciembre de 2004 y enero de 2005 con Juan Carlos y Mercedes y "les propusieron, eludiendo el procedimiento legal de adopción, quedarse como propio el hijo que estos esperaban". Los padres biológicos aceptaron a cambio de que Mercedes, que había roto su relación con Juan Carlos y no tenía empleo ni vivienda, se fuera a vivir con Rafael y Juana. El matrimonio, según el juez, se comprometió a atender todas sus necesidades económicas y a hacer frente a a los gastos del embarazo, el parto y el posparto.

La sentencia se dictó el pasado día 1 de diciembre en conformidad con todos los implicados, aunque Juana insiste en mantener en público su relato de los hechos: "Yo no he comprado al niño. ¿Un niño se vende?". También niega que, como afirma el juez, ella, durante los primeros meses, fingiera en su entorno vecinal y familiar estar embarazada. Y que llegado el día del parto, el 14 de mayo de 2005, "evitando en todo momento que se pudiera desvelar el engaño, eludieron ser atendidos en un centro médico de Motril" y se desplazaron a Granada. "Nació en Granada porque su madre trabajaba allí y estaba más cerca, pero no para esconder nada", insiste Juana.

Juana y Rafael han sido también condenados a un delito de falsedad porque, según el juez, falsificaron los datos en el hospital para que Mercedes, la madre biológica, figurara con el nombre de Juana. Ya en Motril, el matrimonio registró al niño con sus apellidos y lo criaron como hijo. Mercedes "era como su tía", explica Juana, mientras abre y cierra cajones repletos de ropa del niño. Abrigos, pijamas, unas minúsculas zapatillas Nike sin estrenar, el vestido con el que lo bautizaron y un diminuto traje de chaqueta blanco que le pusieron después de la ceremonia. En un pequeño trastero, cuatro coches de paseo, un tacataca, un caballo balancín, más ropa y hasta una moto eléctrica que ya sería osada para un niño de seis o siete años y que resulta desproporcionada en el repertorio de juguetes de un bebé de seis meses. Juana quiere enseñarlo para que quede claro que ella y su marido tenían medios para mantener al crío. "Se ha dicho que nosotros no podíamos cuidarlo, que dormía en un neumático. Es mentira. Al niño no le iba a faltar nada", cuenta. Rafael trabaja en el campo y como ferrallista y, gana, según su mujer, para mantenerlos a todos. Ella ahora está empleada en un locutorio. "Si me quedo en casa me pongo muy mala. Pero en cuanto me den al niño, dejo el trabajo para cuidarlo".

Juana y Rafael no han vuelto a ver al crío desde que la Junta de Andalucía se hizo cargo de él, hace ya un año, después de que se descubriera el caso por un comentario que hizo un familiar de los implicados cuando estaba siendo interrogado judicialmente por otro asunto. Ella está convencida de que acabarán devolviéndole al niño, a pesar de que las pruebas de ADN también han desmontado su versión de que el crío era fruto de una infidelidad de su marido. "A mí no me importa quién sea el padre. El querer que yo le tengo es lo que hace que sea mi hijo", sostiene.

Juana, la mujer acusada de "comprar" el hijo de una amiga.
Juana, la mujer acusada de "comprar" el hijo de una amiga.M. ZARZA

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Sobre la firma

Reyes Rincón
Redactora que cubre la información del Tribunal Supremo, el CGPJ y otras áreas de la justicia. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora de información local en Sevilla, corresponsal en Granada y se ha ocupado de diversas carteras sociales. Es licenciada en Periodismo y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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