La Iglesia se ofrece a mediar entre Chávez y la oposición para superar la división social

La Iglesia católica venezolana se manifestó dispuesta a ejercer sus buenos oficios para que el Gobierno de Hugo Chávez y la oposición negocien una vía de entendimiento que haga posible la pacífica convivencia y el juego de los contrapesos políticos, en un país abiertamente polarizado y con el poder en manos del oficialismo después de su victoria en las presidenciales del domingo. Chávez, que ayer fue proclamado presidente reelecto, saludó a la "oposición responsable y seria, a sus dirigentes, que asumieron con seriedad, al fin, la actitud que debe tener un verdadero demócrata". El clima, al menos en este arranque postelectoral, se ha distendido sustancialmente.

El diálogo entre el Ejecutivo y la oposición quedó prácticamente roto después del golpe de abril de 2002, el paro petrolero de finales de aquel año, el desconocimiento de la victoria de Chávez en el referendo revocatorio de agosto del año 2004 y la abstención opositora en las legislativas del diciembre del pasado año, en las que el Gobierno copó los 169 escaños de la unicameral Asamblea Nacional (Parlamento). "Vivimos en una misma nación y debemos reencontrarnos como un pueblo y una patria", declaró monseñor Ovidio Pérez, presidente de la Comisión para la Aplicación del Concilio Plenario. La Conferencia Episcopal Venezolana, preocupada por la posibilidad de nuevas directrices oficiales en materia educativa, siempre insistió en la necesidad de buscar puntos en común.

Escrutado oficialmente el 90,96% de los votos de las elecciones del domingo, Chávez fue reelegido presidente hasta el año 2013 con el 62,57% de los sufragios (6.857.485), contra el 37,18% (4.074.871) de Manuel Rosales. El 74,97% de los 15.921.937 electores registrados acudió a las urnas. El gobernante ganó en Caracas y en 23 de los 24 Estados venezolanos.

[Rosales arrasó, en cambio, entre los venezolanos residentes en España, al conseguir 4.265 votos frente a los 492 obtenidos por Chávez, informa Europa Press].

Votos en contra

Portavoces eclesiales precisaron que el hecho de que Chávez haya sumado la mayoría de los votos no significa que todo el país secunde sus políticas, como lo demuestran los más de cuatro millones de pronunciamientos en contra. El Gobierno, de todas formas, agradeció que la oposición reconociera su derrota.

La inicial distensión puede facilitar algún acercamiento entre Chávez, a quien la oposición pide que modere su tendencia a gobernar como un autócrata, y las fuerzas antigubernamentales dirigidas por Rosales, que han abierto un proceso de reflexión sobre la estrategia a seguir. "Si en algún momento Venezuela necesita un esfuerzo enorme para la unidad es en este poselectoral", señaló Ovidio Pérez. El cardenal Jorge Urosa, arzobispo de Caracas, también instó al diálogo, en una postura que aleja a la Conferencia Episcopal de las posiciones más radicales enarboladas por la Iglesia contra los planes centralistas de la Administración y los amagos de incursión de Gobierno en la educación privada.

"Garantizo que Venezuela seguirá gozando ahora, en esta nueva era de gobierno revolucionario, de las más amplias libertades de participación, de opinión, de pensamiento y de expresión", prometió ayer el presidente ante el Consejo Nacional Electoral que le declaró reelecto. Chávez convocó al diálogo, pero José Vicente Carrasqueño, director de campaña de Manuel Rosales, subrayó: "Si yo convoco a alguien es porque quiero oír a la otra persona".

La oposición está dispuesta a debatir sobre el contenido del "socialismo del siglo XXI" abrazado por Chávez. Hasta ahora sólo existe "una variedad de ideas revueltas", agregó Rosales, quien abogó por la participación opositora en la comisión que prepara enmiendas constitucionales, entre ellas la que aprobará reelección presidencial. También los empresarios quieren hablar. José Luis Betancourt, presidente de Fedecámaras, pidió un acuerdo de prioridades entre Gobierno, empresas privadas y trabajadores. La patronal está dispuesta a secundar toda iniciativa que vaya dirigida hacia la inversión productiva, algo fundamental en un país que depende de los vaivenes del precio de las exportaciones de crudo del monopolio público Petróleos de Venezuela (PVDSA).