Esmoquin para un alma rota
Si el biquini de Ursula Andress emergiendo de las aguas proporcionó a Agente 007 contra el Dr. No (1962) su imagen más icónica, en esta refundación de la franquicia Martin Campbell propone una malintencionada rima con el origen: ahora es el cuerpo musculado de Daniel Craig, emergiendo de las aguas con minúsculo bañador lo que recibe tratamiento de pin-up. No se trata de un reciclaje feminista, ni de una concesión al público gay: lo que se está diciendo es que, ahora, el foco cae sobre Bond y eso implica, entre otras cosas, la evaluación de sus contradicciones y claroscuros.
Ian Fleming escribió Casino Royale en 1952 para "olvidar la trascendental y terrible decisión de casarse", según decía con una muy británica ironía. Nacía ahí James Bond, quizás uno de los personajes más poderosos de la cultura popular del siglo XX, una mala bestia vestida de esmoquin con un pie asentado en la tradición pulp y otro tanteando esa ciencia-ficción que empezaba a conjugarse en presente. Dos años después, la novela tendría su primera adaptación: una entrega del programa televisivo Climax Mystery Theatre, grabado en directo, que contó con un Peter Lorre enfrentado a Barry Nelson, el proto-Bond (o el Stuart Sutcliffe de la bondmanía). Fue la existencia de esta adaptación previa lo que provocó que Saltzman y Broccoli, impulsores de la saga cinematográfica, se quedasen en su momento sin los derechos de la primera aventura literaria del personaje. Y de esa grieta surgió, precisamente, el irreverente Casino Royale (1967) producido por Charles K. Feldman: una lisérgica, demencial y elefantiásica comedia con cinco directores -entre ellos, John Huston-, reparto propio de una película de catástrofes diseñada en la Luna -de Woody Allen a Orson Welles, pasando por David Niven, Peter Sellers y George Raft- y la estimable idea de considerar el concepto jamesbond como arbitrariedad multiusos, casi como un esmoquin de alquiler.
CASINO ROYALE
Dirección: Martin Campbell. Intérpretes: Daniel Craig, Eva Green, Mads Mikkelsen, Caterina Murino, Judi Dench, Giancarlo Giannini, Jeffrey Wright. Género: Acción. Reino Unido-EE UU-República Checa, 2006. Duración: 144 minutos.
Después de algo más de 40 años y unos cuantos rostros, la serie cinematográfica propone poner su contador a cero con este Casino Royale que adapta con conocimiento de causa el original, aunque le sume acción y frenesí para que el trauma del espectador no sea irreversible. Al personaje le sienta muy bien la dureza de Daniel Craig: en su día, Sean Connery ya había marcado un punto y aparte demostrando que un héroe cinematográfico podía ser sádico y carente de toda sensibilidad que no fuese genital. Tras una larga etapa en que el personaje parecía condenado al double entendre de un galán de variedades, resulta gratificante escuchar a Craig disparando líneas de diálogo que no suenan menos contundentes que sus puñetazos.
Casino Royale narra el trauma fundacional de Bond: su única historia de amor, una relación que empieza en clave de comedia sofisticada de guerra de sexos (con Eva Green dando espléndidas réplicas) y termina con tonos de tragedia romántica. Por el camino hay un villano notable (Mads Mikkelsen), una intensa partida de cartas, una sórdida escena de tortura y momentos de acción que parecen esquivar toda tentación digital. Campbell aporta al conjunto más oficio que genio, pero sabe dejar en el aire la sensación de que éste es un más que respetable punto y aparte. Aunque lo mejor es Craig: gracias a él podemos creer que bajo el esmoquin hay un alma rota.
Babelia
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