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Holanda investiga si un grupo de sus militares torturó a presos iraquíes

Isabel Ferrer

La posibilidad de que un grupo de militares holandeses torturara en el año 2003 a 15 prisioneros iraquíes durante unos interrogatorios efectuados en la provincia de Al Mutanna, al sur del país, cogió ayer por sorpresa al Gobierno holandés. Sólo el ministro de Defensa, Henk Kamp, estaba al tanto de lo ocurrido. Una situación muy desairada para el primer ministro, el democristiano Jan Peter Balkenende, y su titular de Asuntos Exteriores, Ben Bot, forzados a admitir en público que ignoraban unos hechos "sorprendentes y reprobables de confirmarse". Los detenidos habrían sido empapados en agua, privados del sueño y sometidos a ruidos y luces intensas antes de ser entregados al Ejército británico.

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El contingente holandés destacado en Irak está al mando de las tropas británicas, de ahí que después de interrogar a los prisioneros los oficiales holandeses les remitieran a dicho destacamento. El jefe de las Fuerzas Armadas de Holanda, Luuk Kroon, fue puesto en su día al corriente de lo ocurrido. Al no considerar que se tratara de un caso de torturas, no informó de ello a la Fiscalía General del Estado. Sin embargo, según el rotativo De Volkskrant, que desveló ayer la noticia, el general de división Kees Neisingh, al frente hace tres años de la Policía Militar, le aconsejó que reportara el informe al fiscal para que decidieran los tribunales.

Carácter delictivo

"Ya estoy jubilado y no puedo recordarlo todo", declaró Kroon al ser preguntado por su actuación. La fiscalía insistió anoche en que el carácter delictivo de un hecho lo decide ella y no la policía.

"Es un hecho sorprendente", dijo el primer ministro al conocer ayer la noticia. "Este tipo de cosas no tiene cabida entre nosotros", añadió el ministro de Exteriores. En plena campaña electoral para las legislativas del próximo miércoles, ambos tuvieron que dejar a un lado las promesas de mejoras sociales y económicas y tratar de despejar el ambiente. Una tarea dificultada por la oposición en pleno, desde los socialdemócratas a los socialistas más radicales, que recordaron los traumáticos efectos de la negación de la retirada de los cascos azules holandeses poco antes de la matanza de la ciudad bosnia de Srebrenica, en 1995.

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"Es una cortina de humo como la de entonces. Están tratando de taparlo todo", dijo Wouter Bos, líder socialdemócrata que se afana por ganar los comicios del 22 de noviembre. También pidió, junto con el resto de la oposición, un debate parlamentario y un informe independiente.

Para el ministro de Defensa, la situación no pudo ser más embarazosa. Sí sabía que los soldados que su departamento envió a Irak tras el acuerdo del Parlamento habían vejado a sus prisioneros "de una forma que no encaja con las instrucciones recibidas". Pero no lo comunicó al resto del Gabinete, porque la policía militar concluyó que no se trataba de torturas propiamente dichas.

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