Zapatero propone
Zapatero ha encontrado el apoyo del presidente francés Chirac y del primer ministro italiano Prodi para impulsar en el Consejo Europeo de diciembre una iniciativa de paz para Oriente Próximo. La propuesta, avanzada el lunes por el jefe del Gobierno en Estambul y explicitada por él mismo durante la cumbre hispano-francesa de ayer en Girona, consta de cinco puntos -algunos de ellos complicados de aceptar por los israelíes, como el despliegue de una misión militar en Gaza- más un sexto que hace de colofón: una conferencia internacional a medio plazo. El paso es loable. No se le puede negar buena intención y voluntad para frenar la escalada de violencia entre palestinos e israelíes. "No podemos permanecer impasibles ante el horror", dijo ayer justamente Zapatero. Pero tiene un inconveniente: ha sido urdida sin sondear a las dos partes ni contactar con EE UU, sin cuya colaboración ningún plan en la región saldrá adelante.
La iniciativa es más modesta que la actual hoja de ruta, elaborada por EE UU, la UE, Rusia y el secretario general de la ONU, que se halla paralizada. Tal vez por ello resulte en algunos puntos relativamente más sencilla de lograr, como, por ejemplo, sugerir una cumbre palestino-israelí. Zapatero propone un alto el fuego inmediato; favorecer un Gobierno de unidad nacional palestino; el canje de prisioneros, incluidos el soldado israelí secuestrado en Gaza desde hace meses y las de los ministros y diputados palestinos detenidos por Israel; una reunión entre el primer ministro israelí Olmert y el presidente de la Autoridad Palestina, Abu Mazen; el despliegue de una misión militar de observación del alto el fuego en Gaza, algo muy complicado de ser aceptado por Israel; y finalmente, una conferencia internacional de paz a medio plazo a semejanza de la que se celebró en Madrid en 1991.
Es sensato que Zapatero haya buscado y logrado el copatrocinio de Francia e Italia, socios euromediterráneos y claves en la región, y que esté tanteando el apoyo de Alemania y Reino Unido para dar más solidez a la misma y facilitar el respaldo de los demás miembros de la UE. Pero los ministros de Exteriores de los tres países copatrocinadores y el alto representante de la Unión, Javier Solana, tendrán que hacer labor diplomática con EE UU y desde luego con israelíes y palestinos si se quiere lograr algún avance. Enfangada en Irak y en sus horas más bajas tras el revés electoral en las legislativas, la Administración de Bush nunca ha puesto mucho interés en propiciar una solución equitativa al conflicto palestino-israelí. Es hora, pues, de que la UE asuma un mayor protagonismo como árbitro influyente en la solución de la crisis de Oriente Próximo.
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