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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Folletinesco borrón

Javier Ocaña

Una de las señas de identidad del folletín decimonónico fue la repetida desviación del árbol genealógico familiar. Padres que desaparecían durante décadas para regresar desde tierra de nadie y reencontrarse con vástagos desconocidos; reconocimiento público de la paternidad tras una lucha interior dilatada en el tiempo a través de páginas y más páginas; adulterios que acarreaban hijos abandonados en instituciones religiosas, para que luego el libro de registro ejerciera de elemento clave para la resolución del enigma. El padre era mostrado así como un antihéroe que movía con sus poco edificantes actos los resortes un tanto moralizantes de la trama.

Que en pleno siglo XXI los veteranos Milos Forman, desde la dirección y la escritura, y Jean-Claude Carrière, como coguionista, hayan recurrido al folletinesco recurso de la filiación desconocida para alimentar Los fantasmas de Goya no tiene por qué ser, en principio, ni sorprendente ni negativo. Al fin y al cabo, estamos ante una historia ambientada en el arco temporal de su eclosión. Sin embargo, asunto bien distinto es que la técnica esté empleada de forma persuasiva. Y aquí comienzan los problemas de una película tópica hasta la desesperación, formalmente deshilvanada y absolutamente desdibujada respecto del tercero de sus protagonistas, Francisco de Goya, secundario que pulula alrededor de los elementos del culebrón, pero del que poco se acaba sabiendo respecto de sus supuestos espectros.

LOS FANTASMAS DE GOYA

Dirección: Milos Forman. Intérpretes: Javier Bardem, Natalie Portman, Stellan Skarsgard, José Luis Gómez. Género: drama. España-EE UU, 2006. Duración: 118 minutos.

Más información
Tráiler de 'Los fantasmas de Goya'
El gran inquisidor

En inglés

Rodada en nuestro país con una importante aportación no sólo de capital español sino también de profesionales artísticos y técnicos, Los fantasmas de Goya está filmada en inglés, lo que tampoco chocaría en demasía (hay cientos de grandes películas de época en este idioma ambientadas en los lugares más recónditos) si no fuera porque cada vez que hay una secuencia coral se puede escuchar a los protagonistas hablando en el idioma de Shakespeare mientras el murmullo y las entrecortadas frases del conjunto de extras suenan en la lengua de Cervantes. Además, de forma sorprendente, el autor de Amadeus muestra mayúsculos problemas con la credibilidad de las escenas de acción, sobre todo por culpa de un montaje nada convincente, antiguo en el peor sentido de la palabra. Detalles de todos modos superables si se comparan con la sensación de sonrojo que producen las escenas en las que los elementos folletinescos se subrayan aún más con el recurso del alargamiento del conflicto justo en el momento en el que parece que éste va a ser finalmente superado. De modo que todo ello provoca que las imágenes más impactantes sean las sobreimpresiones en la pantalla de los grabados y pinturas de Goya.

Lo que no dice demasiado de una película tan borrosa como complaciente.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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