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Entrevista:HELEN MIRREN | Actriz

"No he imitado a Isabel II de Inglaterra, sólo la he imaginado"

Elsa Fernández-Santos

The Queen es la historia de un matrimonio de conveniencia, el que se establece entre una mujer elegida para reinar "por la gracia de Dios" y un hombre elegido para gobernar por los votos del pueblo. El cineasta Stephen Frears centra el filme -que se estrena hoy en Madrid y el viernes en el resto de España- en los días que siguieron a la muerte de Diana Spencer: el terremoto mediático que provocó aquel fatídico accidente bajo un túnel de París, la frialdad con la que reaccionó la familia real británica -refugiada en su castillo de Balmoral, en Escocia-, y la astuta reacción del entonces recién elegido primer ministro laborista, Tony Blair. La actriz Helen Mirren carga con la responsabilidad de dar vida a Elizabeth Alexandra Mary Windsor, una mujer que fue coronada como Isabel II de Inglaterra cuando sólo tenía 26 años. Mirren (Londres, 1945) logró la copa Volpi del festival de Venecia por su trabajo. En una entrevista telefónica, la actriz responde con seriedad y distancia. Interpretar a Isabel II no ha sido una mera "imitación", dice, sino un trabajo "desde la psicología y la imaginación".

"Mi mayor fuente de inspiración no han sido los vídeos ni las fotografías, sino los cuadros que hay de la reina"
"Ahora no sólo tengo cierta comprensión hacia ella, sino también un profundo respeto. Incluso diría que un gran amor"
"Es el sacrificio de toda aquella generación de la posguerra lo que se está perdiendo. Pero la vida cambia, continúa y nadie puede impedirlo"
Más información
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Pregunta. ¿Recuerda cuál fue su primera impresión cuando le ofrecieron interpretar a Isabel II?

Respuesta. Me ofrecieron este papel cuando sólo era una idea, sin guión, sin director y sin nada. Sólo una idea. Desde el principio me intrigó y me inquietó. Me sentí nerviosa. No quería participar en una película que fuera meramente expositiva. No quería una historia fácil. Dije que no aceptaría la propuesta hasta leer el guión. Cuando lo tuve en mi mano me pareció sencillamente extraordinario. No podía rechazarlo. Así que dije sí, pero lo hice con miedo, con mucho miedo.

P. ¿Y ese miedo desapareció luego?

R. No, el miedo no desapareció en el rodaje. El trabajo de un actor está en manos de mucha gente: del director; del montador... Estaba muy intranquila. Sólo dejé de estarlo cuando por fin vi la película. Reflejaba a la perfección el humanismo y la inteligencia que había leído en el guión. En ese momento perdí el miedo...

P. Pero, ¿miedo a qué?

R. A participar en algo insustancial. Quería hacer una película seria e inteligente.

P. ¿Cómo se prepara una actriz para interpretar un personaje real y, además, vivo?

R. Con mucho esfuerzo. No soy buena imitadora. Es una habilidad que nunca he tenido, no sé imitar voces o gestos, me cuesta mucho trabajo. Así que trabajé el personaje desde la imaginación y la psicología. Vi muchos vídeos y fotografías, pero no podía limitarme a hacer un trabajo puramente visual. Quizá es importante subrayar que lo que he querido hacer es mi retrato de la reina de Inglaterra, mi visión de ella. Yo he querido dejar mi visión como artista. Y, curiosamente, mi mayor fuente de inspiración no han sido los vídeos ni las fotografías sino los cuadros que hay de ella. En esos retratos está la intención de los artistas, su perspectiva de la reina. Esta película se acerca más a un retrato que a una fotografía. Quería comprender al personaje, entenderle...

P. ¿Ha conocido personalmente a la reina de Inglaterra?

R. Sí, hace años, brevemente.

P. ¿Sabe si ha visto la película?

R. No tengo idea.

P. ¿Qué cree que opinará?

R. Tampoco lo sé.

P. Su visión de Isabel II, ¿ha cambiado después de interpretarla?

R. Creo que sí ha cambiado con este trabajo. Ahora no sólo tengo cierta comprensión hacia ella sino también un profundo respeto. Incluso le diría que un gran amor.

P. Pero The Queen es, ante todo, una película política. ¿Qué opina usted de las monarquías? Tengo entendido que proviene de una aristócrata familia rusa...

R. No, no, nada de familia aristocrática. Sólo tengo una tía abuela condesa, parientes muy lejanos. Para mí, las monarquías son algo del pasado. Quizá en España resulta algo menos anacrónico, más moderno y más acorde con los tiempos. Pero no creo que sea así en el resto de Europa...

P. Yo creo que en España sería impensable una película como The Queen.

R. Me sorprende que diga eso. Quizá la historia de España es diferente. Allí la monarquía se perdió durante demasiados años y a lo mejor eso ha creado cierto temor a atacarla o dañarla. No lo sé. No digo que sea una monarquía más precaria, pero quizá su base es en cierto sentido más delicada.

P. The Queen es irónica y muy autocrítica, ¿algo muy británico?

R. Creo que la autocrítica existe en muchos países. Las películas de Michael Moore son una visión muy crítica de su país. El autoexamen de los artistas es algo frecuente en muchos países. Quizá es verdad que los británicos tenemos una fuerte capacidad de autocrítica, pero también creo que esta película jamás se hubiese hecho en los años sesenta, setenta o incluso ochenta. Respecto de la monarquía hemos entrado en una nueva era. Aunque yo nunca hubiese participado en una película que hubiera sido un ataque injusto a la reina, esta película no lo es porque busca el lado humano.

P. La intimidad de la familia real se retrata con muchísimo sentido del humor. La relación con la reina madre, con el Duque de Edimburgo... ¿Hubo improvisaciones?

R. No, la película se ajusta al guión original.

P. ¿Cómo recuerda usted la conmoción que provocó la muerte de Diana Spencer?

R. No estaba en Inglaterra cuando murió y no viví aquella semana. Pero no me parece exagerado calificar todo aquello de histeria colectiva.

P. La película trata también el poder de los medios de comunicación.

R. Creo que Rupert Murdoch cambió radicalmente la relación de los medios con la monarquía. No me gusta lo que Murdoch hizo con los medios de comunicación. Sin embargo, creo que, paradójicamente, propició algo beneficioso para la monarquía porque la obligó a enfrentarse a una realidad que hoy no puede obviarse. Ésa fue la batalla que Diana Spencer ganó a la familia real.

P. En la película la reina se ve a sí misma como una especie en peligro de extinción, como el hermoso ciervo que los cazadores matan cerca de su casa de Balmoral...

R. Efectivamente, así se contempla ella. Y ese sentimiento de extinción es el de toda una generación. Yo tengo 20 años menos que la reina de Inglaterra; ella es de la edad de mi madre y toda la gente de esa edad vive con esa sensación de inmensa pérdida. Y es que realmente estamos en un mundo diferente... Las teteras que se estropean ya no se arreglan, se tiran. Y la ropa no se cose, sino que compramos un vestido nuevo en Zara...

P. ¿Zara?

R. Sí, yo misma soy una gran compradora de Zara. Me encanta, pero pertenece a un mundo de usar y tirar, en el que la palabra sacrificio ha perdido todo su sentido. Es el sacrificio de toda aquella generación de la posguerra lo que se está perdiendo. Pero la vida cambia, continúa, y nadie puede impedirlo.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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