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Reportaje:

Una 'tercera vía' para la Religión

El Gobierno permite que se estudie la asignatura confesional, una aconfesional o nada

J. A. Aunión

La asignatura de Religión es una de las materias de la educación obligatoria y lo va a seguir siendo. Así lo establecen los acuerdos entre el Estado español y el Vaticano y no parece que ningún Gobierno, ni del PSOE ni del PP, tenga intención de cambiarlo. La pelea en los últimos meses ha estado en torno a si habría una materia alternativa obligatoria para los que no eligieran la Religión. La regulación actual, un real decreto aprobado en 1994 durante el Gobierno del PSOE, establece como alternativa actividades de estudio en lugar de una asignatura. El Gobierno del PP diseñó con su Ley de Calidad (que no llegó a entrar en vigor salvo en algunos detalles) una asignatura alternativa obligatoria, aconfesional, que repasaba la historia de todas la religiones.

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Ahora, tras meses de negociaciones (sin acuerdo aún) entre el Ministerio de Educación y los obispos, y después de una gran manifestación apoyada por la Iglesia católica contra la nueva ley de enseñanza (LOE), el PSOE acaba de encontrar una salomónica tercera vía en el decreto de enseñanzas mínimas de secundaria obligatoria (ESO, de 12 a 16 años). El alumno que quiera estudiará religión confesional (católica, en su mayoría) y el resto, si lo desean, historia de las religiones. Ambas contarán para repetir curso aunque no harán media para Selectividad ni para solicitar becas. Quien prefiera no estudiar ninguna de esas asignaturas recibirá la "adecuada a tención educativa" que establezca cada instituto. Por ejemplo, estar con un profesor estudiando en la biblioteca o jugando en el patio o, incluso, irse a casa.

Los laicos, en contra

Las organizaciones laicas se han mostrado inmediata y tajantemente en contra de esta fórmula, que han tachado de "grave error político", de "vuelta a la Ley de Calidad del PP" o "alternativa encubierta".

La presidenta de la Confederación Laica de Padres (Ceapa), Lola Abelló, sostiene que lo primordial para ellos es que la Religión salga del horario lectivo y que se rompan los acuerdos con la Santa Sede para que España sea por fin un Estado aconfesional, "como dice la Constitución". Su organización está dentro de una plataforma, junto al sindicato STES o IU, entre otros, que reclama esos dos puntos. STES, además de recordar que el Consejo Escolar del Estado ha pedido que la Religión no sea una asignatura escolar, señala que si actualmente no hay alternativa a la Religión es porque una sentencia del Tribunal Supremo dijo que era discriminatorio. La diferencia es que en la nueva propuesta que mañana discute el Ministerio de Educación con las comunidades autónomas, esa alternativa no es obligatoria.

"Se trata de un tema muy sensible, todavía nos crea mucha crispación que los obispos sigan presionando al Gobierno y a la sociedad", se queja Lola Abelló. En un terreno más práctico, respecto a la nueva propuesta, la presidenta de Ceapa apuesta por la fórmula que desde hace años se sigue en Cataluña, esto es, a partir de 2º de ESO la Religión es una asignatura optativa más, que se puede elegir junto a informática o segunda lengua extranjera. "La reducción de 70 horas de las clases de Religión en toda la ESO permite perfectamente hacerlo", asegura Abelló.

Por su parte, los obispos, tal y como hicieron cuando se conoció el borrador de real decreto de enseñanzas mínimas de primaria (en esta etapa no habrá alternativa aconfesional), han dicho que no opinan sobre borradores. Sin embargo, la Conferencia Nacional Católica de Padres (Concapa), una de las principales organizadoras de las manifestaciones contra la LOE, considera la propuesta del Gobierno "muy positiva". Su presidente, Luis Carbonel, se congratuló de que los alumnos que no elijan la asignatura confesional puedan conocer la importancia de las religiones en la historia y el pensamiento.

FERE-CECA, la patronal católica que reune más del 80% de la educación concertada cree que esta opción "respeta el derecho de todo el mundo", dice Manuel de Castro, su secretario general, quien lamentó la reducción de 70 horas en el horario de Religión.

Hasta aquí, el debate teórico, pero lo que ocurrirá en las aulas con la Religión tiene otros matices. Para empezar, más de un cuarto del alumnado, excluida la enseñanza privada, estudia en centros concertados, la inmensa mayoría de los cuales es católico. Casi todos estos alumnos de la concertada, alrededor de 1,7 millones, seguirán dando Religión independientemente de las otras opciones.

El día a día

Otra historia son los centros públicos, que acogen al otro 73% del alumnado (sin contar los totalmente privados). En éstos, se ha producido un vertiginoso descenso en el porcentaje de alumnos que cursan Religión en secundaria: si en 1996 era el 60,1%, el curso pasado se quedó en un 51,4%. En Madrid, sólo tres de cada 10 alumnos de ESO la estudiaban en 2003, según CC OO.

Para José Antonio Martínez, presidente nacional de la federación de directores de centros públicos, Fedadi, la clave va a estar en si serán los colegios e institutos, como dice ahora el proyecto, o las comunidades autónomas, como han pedido las patronales de la concertada quienes regulen la atención educativa para los que rechacen las asignaturas confesional y aconfesional. "Algunas comunidades podrían evitar que los chicos se fueran a casa durante la hora de Religión", explica. Y eso beneficiaría a la Iglesia, porque, puestos a matricularse en algo, mejor en Religión. No se conocen muchos suspensos en esa asignatura.

"Lo que es seguro es que va a representar una complejidad organizativa tremenda. Por ejemplo, un instituto en Almería donde haya alumnos que quieran religión católica, otros, musulmana, algunos, historia de las religiones y otros nada, es decir, horas de estudio, ¿cómo vamos a organizar eso? O en un instituto donde haya seis grupos de 1º de ESO, ¿cómo hacemos para ponerles a todos Religión a primera o última hora para que puedan los demás entrar más tarde o salir antes?"

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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