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Reportaje:

Habermas y Fest, en el laberinto del revisionismo histórico

El actual debate reproduce viejas disputas en torno a las distintas miradas sobre el nazismo

La reciente polémica que acusa al filósofo alemán Jürgen Habermas por su vinculación con el nazismo, que se produjo a la edad de 14 años, y que insinúa la autobiografía de Joachim Fest Yo, no, ha recuperado otro viejo debate histórico que dividió Alemania en los años ochenta. Se trata del revisionismo de la historia que entonces afrontó la derecha alemana, a la que Fest ofreció una excelente plataforma para divulfgar sus tesis como director de Cultura del Franfurter Allgemeine Zeitung y que fue duramente criticada por Habermas. Se habló entonces de la polémica de los historiadores.

La autobiografía del historiador Joachim Fest, que falleció en septiembre pocos días antes de la publicación del libro, cuenta la ejemplar resistencia de su familia al nacionalsocialismo. A partir de hoy se vende una versión censurada del libro, que no incluye un párrafo en el que trata de la "liquidación de lo siniestro" y en el que denuncia a una persona por la destrucción de las huellas de su pasado nazi y por haber sido un dirigente de las Juventudes Hitlerianas. Ese párrafo, tal como falló un tribunal de Hamburgo hace unos días, se refiere a Habermas, y lo difama. Un artículo del filósofo, publicado en los años ochenta, se tituló precisamente Liquidación de lo siniestro, y, por tanto, según su abogado, las palabras de Fest se refieren a él.

Se dijo que Auschwitz fue una reacción a las fuerzas destructoras de la revolución rusa

El conflicto empezó cuando la revista mensual Cicero publicó un artículo que preguntaba si Habermas en verdad "se tragó la verdad", y rescataba el antiguo rumor de que el filósofo se había tragado un papel que contenía una "apasionada declaración de ser partidario del Führer y la firme convicción de la victoria final".

Esta nueva edición del conflicto entre Habermas y el fallecido Fest remite a la polémica de los historiadores que dividió Alemania en los años ochenta y que amenazó entonces al igual que ahora a la libertad de expresión.

El debate se desencadenó cuando el historiador conservador Erich Nolte revisó el nacionalsocialismo en un texto que publicó el Frankfurter Allgemeine Zeitung en 1986. Fest dirigía entonces la sección de Cultura del periódico. Nolte dijo entonces que "Auschwitz no fue consecuencia del antisemitismo tradicional, sino que se trató, sobre todo, de una reacción fundada en el temor a las fuerzas destructoras de la revolución rusa". El historiador argumentaba que el "hecho del exterminio de los judíos durante el Tercer Reich fue una reacción o una copia, un poco cambiada, y no una primera acción o el original". Habermas respondió al revisionismo de Nolte unas semanas después en el semanario Die Zeit criticándolo por reducir "Auschwitz al formato de una renovación tecnológica". Es decir, redujo los más de 2.000 campos de exterminio a un simple perfeccionamiento de los campos de trabajo soviéticos, aclaró el filósofo.

Nolte reivindicaba una identidad alemana que admitiera el nacionalismo y el patriotismo alemán. Habermas, por su parte, proyectó entonces una alternativa. Dijo que "el único patriotismo podía ser el que defendiera la Constitución".

La polémica en torno a la figura de Habermas y el libro de Fest demuestra que aquel debate de los historiadores no ha concluido, y que la polémica ha convertido a quienes fueron acusadores en acusados. Y que ahora se critica a pensadores que influyeron en los derroteros de la izquierda política alemana, recordándoles lo que hicieron de adolescentes durante la II Guerra Mundial, y acusándoles de haber ocultado durante décadas sus vínculos con el nazismo.

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