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Reportaje:

Santa Claus visita el Kremlin

Moscú exhibe una selección de 500 regalos que recibieron desde Lenin a Gorbachov

Pilar Bonet

¿Qué tipo de relaciones se plasman en los objetos que los ciudadanos soviéticos y los extranjeros regalaron a los líderes de la URSS, desde Vladímir Lenin a Mijaíl Gorbachov? En torno a esta intriga discurre la exposición Regalos a los Dirigentes, inaugurada esta semana en la sala del Nuevo Manezh de Moscú. La organizan los museos del Kremlin y Yelena Gagárina, la directora, ha subrayado que la tradición de regalos del siglo XX apenas ha sido estudiada hasta ahora.

La imaginación desplegada en la búsqueda de un regalo para los poderosos de la URSS va desde una bombilla conteniendo la silueta de Lenin a maquetas de grúas, trenes e instalaciones petroleras, pasando por una radio en forma de torre del Kremlin; hay pipas (sobre todo para Stalin), jarrones, muñecas y trajes regionales y estandartes y tapices con representaciones de Lenin y Stalin, así como los rostros de estos dirigentes en ganchillo y punto de cruz. Para inmortalizar a Lenin se han utilizado materiales como hojas de tabaco, cereales, plumas de distintas aves, peletería surtida y sellos de correos. Hay incluso un Lenin diminuto, pintado sobre una lenteja, que fue ejecutado por un habitante de Calcuta en 1976 y que puede contemplarse con ayuda de una lupa. A Stalin se le ve en una versión metálica, realizada con pernos y tuercas de aviación, y a Bréznev en un bajorrelieve esculpido en un bloque de azúcar, así como en varios retratos estilizados como iconos ortodoxos.

Detrás de este extraño conjunto "está el amor y también el miedo", afirma el comisario de la muestra

La exposición, de unos 500 objetos, quiere ser una invitación a reflexionar sobre la naturaleza del regalo como medio de establecer una relación y, también, de pedir una contrapartida. En 1933, el peluquero Gregori Borújov envió al Kremlin un retrato de Lenin confeccionado con cabello humano y se declaró orgulloso de ser el primer ciudadano soviético que utilizaba esa técnica. Borújov pidió "un pisito para trabajar" y un puesto de peluquero en el Kremlin.

El concepto de la exposición, plasmado por su comisario, el arquitecto Yevgueni Ass, se desarrolla físicamente en tres escenarios, hilvanados entre sí por una placa metálica ondulada que aspira a "enfriar" al espectador. El primer escenario, en forma de espiral, simboliza la historia de la Revolución y toma el pulso al tiempo en la vida del líder y la sociedad. La espiral culmina en una balanza para pesar bebés, que le fue regalada a Stalin por una fábrica de Kazajistán. Además de los aparatos que reflejan el culto a la electricidad y a la industrialización, hay aquí también un estuche confeccionado por prisioneros de guerra alemanes para Stalin y dibujos de prisioneros de guerra japoneses, así como un juego de objetos de escritorio que una minusválida realizó con los pies.

El segundo escenario, en forma de ágora griega, trata sobre el espacio y la interrelación con el mundo exterior. Los sujetos entregan al líder de turno regalos como tableros de ajedrez, con figuras de burgueses y proletarios, escopetas, sables, espadas y puñales y vestimentas regionales.

La muestra culmina con el espacio privado o "la casa del líder", un recinto donde están las babuchas y botas regaladas a Stalin, juegos de tocador, un frasco de colonia, gorros y ropa de abrigo, un butacón, almohadones y muebles. El espacio privado se contempla de forma fragmentaria a través de rendijas, por las que asoma un teléfono de diseño polaco que representa un globo terráqueo con un auricular en forma de martillo y un soporte en forma de hoz. Este objeto le fue regalado a Stalin en 1949 con motivo de su 70º aniversario. Para aquella ocasión, el líder soviético recibió casi 32.000 regalos que fueron expuestos y que deberían haber constituido la base de un museo permanente, que nunca se inauguró. Con Mijaíl Gorbachov, el espectro de los donantes se amplía más allá de los Gobiernos, colectivos laborales, partidos políticos afines, simpatizantes comunistas y niños movilizados por la paz. El último dirigente de la URSS está representado por una pluma estilográfica retro, fabricada por industriales italianos, un catalejo donado por astrónomos norteamericanos, las llaves simbólicas de ciudades como Praga, Varsovia y San Francisco, así como una camiseta de hockey que le regalaron en Canadá.

La exposición subraya su dimensión cultural y antropológica y su alejamiento de la política. Según el arquitecto Ass, "había que calcular muy bien para no equivocarnos en nuestro enfoque". Detrás de ese conjunto extraño "está el amor y también el miedo", afirma.

Felicitaciones de Pasionaria

"En nombre de los españoles que luchan por la libertad", Dolores Ibárruri, Pasionaria, felicitó al camarada Stalin con motivo de su 70º aniversario en 1949. Quince años más tarde, la misma mujer congratulaba al camarada Nikita Jruschov en circunstancia análoga. Ambos momentos, recogidos por los noticieros de la época, han sido combinados en un vídeo que se pasa en la exposición Regalos a los dirigentes. El elemento español figura además en el estuche en forma de libro que los republicanos exiliados en Francia enviaron a Stalin, y en la foto enmarcada que le hicieron llegar los profesores de la antigua banda del Quinto Regimiento de las milicias populares, que había pasado a estar formada por 32 músicos emigrados a México, que habían rebautizado su conjunto como Orquesta Madrid. En el muestrario están la toga, el manto y el birrete que Gorbachov llevaba en Madrid, cuando fue nombrado doctor honoris causa durante su visita de 1990.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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