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El líder 'ultra' búlgaro se consolida poco antes de la entrada del país en la UE

Guillermo Altares

Antes de las elecciones legislativas de 2005, el partido ultranacionalista y xenófobo Ataka (Ataque) ni siquiera existía y los ciudadanos de Bulgaria se jactaban -con razón- de su pasado de tolerancia en una región, los Balcanes, que ha pasado una parte importante del siglo XX sumida en conflictos étnicos.

Sin embargo, el hecho de que el líder de Ataka, Volen Siderov, un antiguo periodista de 50 años que ni siquiera trata de su disimular su racismo, haya pasado a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales del domingo demuestra que su partido, con un 21,5% de los votos, ha logrado hacerse un hueco en el panorama político de Bulgaria.

Siderov no tiene nada que hacer frente al 61,2% conseguido por el presidente saliente, el socialista Gueorgui Parvanov, al que todos los sondeos otorgan el próximo domingo una contundente victoria en la segunda vuelta, a la que se ha llegado por la baja participación (la abstención alcanzó el 57,5%).

La comparación con lo ocurrido en Francia en las presidenciales de 2001, cuando el ultraderechista Jean Marie Le Pen llegó a la segunda vuelta de las presidenciales, es tentadora; pero hay muchos factores, exteriores a su propio discurso, que explican el ascenso de Ataka, sobre todo la desintegración de la derecha y la retirada del Movimiento Simeón II, tras la derrota del ex rey en las legislativas del año pasado.

"El verdadero ganador de las presidenciales ha sido la abstención", ha escrito el experto francés en Bulgaria François Frisson-Roche. "Bulgaria sigue en transición y hay que darle tiempo a este país para adquirir una madurez democrática. Mientras tanto, sube el candidato más visible", agrega este investigador.

Sin embargo, cuando faltan apenas dos meses para la entrada de Bulgaria en la UE, prevista para enero de 2007, y por mucho que la subida de un partido ultraderechista no sea en los últimos tiempos en Europa una excepción, sino la regla, la presencia de Siderov no deja de ser un problema. Este antiguo presentador de televisión ha llegado a hablar de "genocidio de los gitanos contra los búlgaros" y su discurso está lleno de ataques contra la minoría turca (en torno al 10% de la población), cuyo partido ha permitido la estabilidad política búlgara en los últimos años.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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