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51ª SEMINCI

El Festival de Valladolid arranca con dos dramas íntimos

Ayer comenzaron a toda marcha las diferentes secciones de este abigarrado festival vallisoletano. En la sección oficial, Felipe Vega presentó un interesante drama de diferencias generacionales, Mujeres en el parque, y fuera de concurso, el público disfrutó de la fina ironía de Stephen Frears en The Queen.

Como ocurre en algunas de las películas dirigidas por Felipe Vega, también Mujeres en el parque transcurre menos en las tersas imágenes que la forman que en los silencios y en los secretos que sus personajes acarrean. Historia de un torturado profesor de música y pianista (Adolfo Fernández), recién separado de su mujer (Blanca Apilánez), y con una hija adolescente que no lo entiende (Bárbara Lennie), el filme desarrolla con delicadeza y discreción un drama en sordina, que sólo se explicará, y parcialmente, en una extraordinaria secuencia de confesiones entre padre e hija, en los jardines del Retiro. Gusto por el encuadre, excelente trabajo actoral y una contención que, por desgracia, se lleva poco en el cine español contemporáneo son las marcas de estilo de una película personal y casi siempre inquietante.

De la segunda a competición vista ayer, Más que nada en el mundo, del mexicano Andrés León y el puertorriqueño Javier Solar, baste con decir que con un cortometraje habría habido más que suficiente para contar la más bien penosa relación entre una madre joven, separada y atractiva, y su imaginativa, taciturna hija de siete años. De la buena educación del público castellano da buena prueba el hecho de que sólo contados espectadores abandonaron sus asientos antes del final de la proyección.

En la sección Tiempo de Historia, se pudo contemplar un buen ejemplo de investigación documental con Los perdedores, del melillense Driss Deiback, un recorrido por la memoria oculta de la Guerra Civil: los voluntarios de los cuerpos marroquíes reclutados por el bando franquista. Contando con el testimonio de especialistas en las relaciones entre Marruecos y España, como Rosa María de Madariaga; con expertos de la Guerra Civil del calibre de Josep Solé i Sabaté, y con testimonios de buenos conocedores del mundo musulmán, como Juan Goytisolo o José María Ridao, así como con varios supervivientes, Deiback muestra la feroz instrumentalización a que fueron sometidos los rifeños pobres, convencidos con falsas promesas para participar en una guerra en la que nada tenían que ganar.

Desde ahí, Deiback bucea no sólo en las consecuencias personales que la guerra reportó a estos protagonistas, pero también víctimas, sino que abre el abanico para una reflexión mayor: la del racismo antimarroquí de todos los implicados en la contienda civil y su pervivencia actual contra otros musulmanes españoles, en un ejercicio historiográfico tan sobrio como eficaz y contundente.

Por otra parte, ayer, coincidiendo con el Año Nuevo indio, la embajadora del país asiático, Suryakanthi Tripathi, inauguró la exposición Satyajit Ray: meditaciones sobre la India (en la nueva sede pucelana de la Casa de la India, hasta el 29 de diciembre). El realizador más importante de la historia del cine de su país, Ray es objeto de una corta retrospectiva en la Seminci, con siete de los títulos menos conocidos en España de su apasionante, singular filmografía.

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